Texto:
Sal_63:1-8
Dios,
satisfacción
del
alma
Salmo
de
David,
cuando
estaba
en
el
desierto
de
Judá.
Sal
63:1
Dios,
Dios
mío
eres
tú;
De
madrugada
te
buscaré;
Mi
alma
tiene
sed
de
ti,
mi
carne
te
anhela,
En
tierra
seca
y
árida
donde
no
hay
aguas,
Sal
63:2
Para
ver
tu
poder
y
tu
gloria,
Así
como
te
he
mirado
en
el
santuario.
Sal
63:3
Porque
mejor
es
tu
misericordia
que
la
vida;
Mis
labios
te
alabarán.
Sal
63:4
Así
te
bendeciré
en
mi
vida;
En
tu
nombre
alzaré
mis
manos.
Sal
63:5
Como
de
meollo
y
de
grosura
será
saciada
mi
alma,
Y
con
labios
de
júbilo
te
alabará
mi
boca,
Sal
63:6
Cuando
me
acuerde
de
ti
en
mi
lecho,
Cuando
medite
en
ti
en
las
vigilias
de
la
noche.
Sal
63:7
Porque
has
sido
mi
socorro,
Y
así
en
la
sombra
de
tus
alas
me
regocijaré.
Sal
63:8
Está
mi
alma
apegada
a
ti;
Tu
diestra
me
ha
sostenido.
Las
cosas
físicas
pueden
pegarse
de
alguna
manera
al
menos
el
hombre
busca
hacerlo
para
fijar
una
cosa
con
otra,
pero
cuando
se
habla
de
lo
humano
es
algo
que
parece
imposible
para
algunos
que
creen
que
las
personas
no
pueden
tener un pegamento para ser leales,
o que no
pueden
tener
el
afecto
suficiente
como
para
no
fallar a otro con quien debe estar unido; o
más
profundo
aún
que no
existe
amor
suficiente
para
mantener
al
hombre
unido
a
otro.
El
pegamento
humano
es
entonces
algo
importante
para
la
vida,
pues
por
la
falta
del
"dabác
en
heb."
pegamento,
el
hombre
tiene
problemas
en
su
diario
vivir,
en
su
matrimonio,
en
la
iglesia,
en
su
trabajo,o
como
hijo.
El
pegamento
que
el
Señor
habla
es
uno
que
pega
el
alma
humana,
este
es
al
que
se
refiere
cuando
dice
el
Señor
en
Gen_2:24,
"se
unirá
a
su
mujer
y
serán
una
sola
carne."
En
el
caso
de
la
unión
matrimonial
comienza con el pegamento voluntario y después por
la ley,
que es lo que obliga
o
lo
que
ata;
por eso el apóstol Pablo dice en
Rom_7:2
"la
mujer
casada
está
sujeta
por
la
ley
a
su
marido
mientras
éste
vive;
pero
si
el
marido
muere,
ella
queda
libre
de
la
ley
del
marido".
La ley ata
a
la
persona,
es
decir
que aunque
cambie
de
opinión,
no
se
puede
separar,
por esto no se debe dejar que se pierda el afecto del
pegamento,
porque
si
esto ocurre sentiremos
la
atadura
de
la
ley
que
obliga.
Con
el
Señor
es
diferente
porque
no
es
por
ley,
no
hay
obligación,
sino
que
solo
pega,
no
hay
contrato
sino
que
solo
el
amor,
la
inclinación,
el
apego,
nadie dice me estoy divorciando del Señor porque es voluntario.
En lo
espiritual,
el
Espíritu
Santo
hace
la
obra
para
que
nuestra
alma
se
someta,
pero
no
hay
obligación,
es
voluntario,
esto
es
lo
grandioso.
Pero
¿qué
es
lo
que
une,
o
cuáles
son
las
características
de
aquel
que
está
apegado
al
Señor?
Esto
es
lo
que
nos
enseña
David
en
este
salmo
cuando
muestra
su
pega
con
el
Señor
en
un
tiempo
muy
difícil
de
persecución
en
el
desierto.
El
amor
en
el
desierto
identifica
al que está pegado.
Amar
en
la
abundancia
puede
ser
algo
que no es desafiante,
porque
quizá las
cosas
que
nos
meten
en
desesperación
están
controladas.
Esto
es
igual
en
la
pareja
que
cuando
está
por
casarse
se
supera
todos
los
obstáculos
que
traerá
la
nueva
vida.
Se
soluciona
dónde
vivir,
las
cosas
que
necesitarán
-que
por
lo
general
no
se
exigen
muchas-
pero
después ya casados cuando
los
desiertos
llegan
pueden
cambiar
nuestras
exigencias.
En
el
desierto
nos
puede
cambiar
el
humor
y
con
este
nuestra
tolerancia
a
los
demás,
y
cuando
falta
lo
básico
es
aún
peor,
porque
algunos
puede
tomar
la
opción
de
escapar.
Así
como
puede
decir
alguien:
me
voy
con
mis
papás,
así
también
algunos
en
el
desierto
no
nos
acordamos
de
lo
bueno
que el Señor ha hecho en nuestra vida, sino
que
solo
miramos
las
necesidades
de desierto.
En
la
necesidad
deberíamos
decir
como
David:
mi
alma
tiene
sed
de
ti,
mi
carne
te
anhela,
esto
es
como
decir
en
esta
situación difícil necesito
más
de
ti
porque
tú
puedes
saciar
mi
sed.
Mi
carne
(o
mi
cuerpo),
te
anhela
porque
languidece
de
necesidad
por
ti,
se
debilita
cuando
no
estás
tú.
Las
fuerzas
físicas
dependen
de
ti,
y
si
otra
cosa
me
ha
debilitado,
me
ha
puesto
sin
ganas,
me
ha
indispuesto,
solo
tú
puedes
devolverlas.
El que está pegado al Señor lo demuestra en el desierto y no mira
las necesidad sino que al Señor.
Te
alaban
mis
labios,
hablan
bien
de
ti.
Este
es
otra
característica
del
que
ama
o que tiene pegamento,
es
que
habla
bien
de
aquel
que
ama.
Cuando
el
que
está
enamorado
le
dicen
algo
contrario
no
lo
acepta,
este
es
el
comienzo,
pero
aquí
va
más
allá
pues
alaba
con
sus
labios
y
bendice,
y
levanta
sus
manos
como
una
manifestación
física.
Sentirá
su
alma
saciada
como
que
le
dan
un
banquete,
completo,
lleno.
Esto
traerá
júbilo
y
hasta
podrá
alardear
de
su
amado,
así
es
el
que
ama,
habla
lo
mejor
de
esa
persona,
nunca
de
sus
defectos,
sino
de
sus
virtudes,
de
las
cosas
buenas.
Por
esto
David
podía
meditar
en
ese
momento
en
su
lecho
de
las
cosas
buenas
de
su
amado.
Esto
no
es
precisamente
lo
que
sentimos
en
el
desierto,
lo
que
pensamos
es
en
cómo
salir
de
allí
y
no
de
lo
que
su
amado
ha
hecho
en
otras
ocasiones,
sino
que
a
veces
decimos
hasta
cuando,
y
por
qué
no
actúa
y me ayuda.
Si
se
nos
quitara
el
sueño
pensando
en
él
como
enamorados,
el
Señor
se
impresionaría
del
pegamento
en
nosotros,
y
no
quedaría
duda
que
lo
espiritual
ha
sido
real
en
nosotros.
Lo
normal
en
el
hombre
natural
es
que
en
su
lecho
de
desierto,
de
carencia,
de
necesidad,
piense
en
cómo
salir
de
ahí,
y
en
las
consecuencias
de
no
salir,
en lo fatal en la tragedia, es
decir
pensar
en
lo
peor.
Pero el que hace recuento de los beneficios del Señor es
bienaventurado porque impresiona al Señor.
El
Señor
nos
sostiene.
Esta
es
la
realidad,
el
pegamento
funciona
porque
la
mayor
parte
la
hace
él,
sin
embargo
el
fruto
es
para
nosotros,
y
es
por
esto
que
mientras
no
buscamos
estar
apegados
al Señor no
vemos
los
beneficios,
y
no
vemos
que
el
Señor
nos
tiene
agarrados
y
pegados
a
él.
El
deseo
de
estar
junto
le
abrió
los
ojos
para
ver
que
estaba
siendo
asido
por
el
Señor
y
por
esa
razón
solo
era
de
poner
un
poco
de
su
parte,
lo
demás
estaba
hecho.
Estar
asido
puede
ser
de
diferentes
formas
y
una
es
de
la
mano
colgando,
pero
otra
es
asido
de
la
cintura
y
cubierto
de
sus
alas,
¿cómo
nos
sentimos
asidos?
La
búsqueda
no
es
en
vano
porque
cuando
el
Señor
ha
hecho
su
parte
ya
es
más
fácil,
sin
embargo
eso
no
hace
diferencia
muchas
veces
porque
el
que
no
busca
no
alcanza a ver el
esfuerzo
del
otro.
Esto
es
así
en
la
pareja,
hasta
que
hacemos
nuestro esfuerzo,
alcanzamos
a
ver
lo
que
la
otra
parte
ha
estado
haciendo
por
mucho
tiempo
por nosotros,
por
esta
razón
la
búsqueda
más
que
a
una
hora
-de
madrugada-
está
hablando
del
esmero
de
la
búsqueda,
porque
se
entiende
que
el
que
madruga
lo
hace
para
que
le
abunde,
así
también
nosotros
debemos
hacerlo
como
algo
prioritario,
necesario,
y
mejor
antes
y
no
después.
Estaremos
saciados,
así
es
el
que
está
pegado,
se
siente
satisfecho
como
para
buscar
otras opciones,
en este siglo donde la insatisfacción reina y para muchos se vuelve
el motor o su motivación para actuar, y en esa búsqueda pueden
perder su vida.
Por
el contrario lo que el Señor da debe de satisfacer, nos debe saciar
su comida, porque es lo que necesitamos, él lo conoce mejor que
nosotrso mismos. El ha
sido
bueno,
por
qué
vamos
a
buscar
en
otro
lado
si
nos
ha
dado
lo
mejor
de
él
lo que saciará aunque parezca que no lo es; esto nos debería
motivar a esforzarnos por buscar satisfacción en el Señor, esto es
seguro.
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