domingo, 23 de octubre de 2011

Pegarse al Señor, es posible (Salmo 63)


Texto: Sal_63:1-8

Dios, satisfacción del alma
Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
Sal 63:1 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas,
Sal 63:2 Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.
Sal 63:3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.
Sal 63:4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.
Sal 63:5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca,
Sal 63:6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.
Sal 63:7 Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
Sal 63:8 Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.

Las cosas físicas pueden pegarse de alguna manera al menos el hombre busca hacerlo para fijar una cosa con otra, pero cuando se habla de lo humano es algo que parece imposible para algunos que creen que las personas no pueden tener un pegamento para ser leales, o que no pueden tener el afecto suficiente como para no fallar a otro con quien debe estar unido; o más profundo aún que no existe amor suficiente para mantener al hombre unido a otro.

El pegamento humano es entonces algo importante para la vida, pues por la falta del "dabác en heb." pegamento, el hombre tiene problemas en su diario vivir, en su matrimonio, en la iglesia, en su trabajo,o como hijo. El pegamento que el Señor habla es uno que pega el alma humana, este es al que se refiere cuando dice el Señor en Gen_2:24, "se unirá a su mujer y serán una sola carne."

En el caso de la unión matrimonial comienza con el pegamento voluntario y después por la ley, que es lo que obliga o lo que ata; por eso el apóstol Pablo dice en Rom_7:2 "la mujer casada está sujeta por la ley a su marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido". La ley ata a la persona, es decir que aunque cambie de opinión, no se puede separar, por esto no se debe dejar que se pierda el afecto del pegamento, porque si esto ocurre sentiremos la atadura de la ley que obliga.

Con el Señor es diferente porque no es por ley, no hay obligación, sino que solo pega, no hay contrato sino que solo el amor, la inclinación, el apego, nadie dice me estoy divorciando del Señor porque es voluntario. En lo espiritual, el Espíritu Santo hace la obra para que nuestra alma se someta, pero no hay obligación, es voluntario, esto es lo grandioso.

Pero ¿qué es lo que une, o cuáles son las características de aquel que está apegado al Señor? Esto es lo que nos enseña David en este salmo cuando muestra su pega con el Señor en un tiempo muy difícil de persecución en el desierto.

El amor en el desierto identifica al que está pegado. Amar en la abundancia puede ser algo que no es desafiante, porque quizá las cosas que nos meten en desesperación están controladas. Esto es igual en la pareja que cuando está por casarse se supera todos los obstáculos que traerá la nueva vida. Se soluciona dónde vivir, las cosas que necesitarán -que por lo general no se exigen muchas- pero después ya casados cuando los desiertos llegan pueden cambiar nuestras exigencias.

En el desierto nos puede cambiar el humor y con este nuestra tolerancia a los demás, y cuando falta lo básico es aún peor, porque algunos puede tomar la opción de escapar. Así como puede decir alguien: me voy con mis papás, así también algunos en el desierto no nos acordamos de lo bueno que el Señor ha hecho en nuestra vida, sino que solo miramos las necesidades de desierto.

En la necesidad deberíamos decir como David: mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, esto es como decir en esta situación difícil necesito más de ti porque puedes saciar mi sed. Mi carne (o mi cuerpo), te anhela porque languidece de necesidad por ti, se debilita cuando no estás tú. Las fuerzas físicas dependen de ti, y si otra cosa me ha debilitado, me ha puesto sin ganas, me ha indispuesto, solo puedes devolverlas. El que está pegado al Señor lo demuestra en el desierto y no mira las necesidad sino que al Señor.

Te alaban mis labios, hablan bien de ti. Este es otra característica del que ama o que tiene pegamento, es que habla bien de aquel que ama. Cuando el que está enamorado le dicen algo contrario no lo acepta, este es el comienzo, pero aquí va más allá pues alaba con sus labios y bendice, y levanta sus manos como una manifestación física. Sentirá su alma saciada como que le dan un banquete, completo, lleno.

Esto traerá júbilo y hasta podrá alardear de su amado, así es el que ama, habla lo mejor de esa persona, nunca de sus defectos, sino de sus virtudes, de las cosas buenas. Por esto David podía meditar en ese momento en su lecho de las cosas buenas de su amado. Esto no es precisamente lo que sentimos en el desierto, lo que pensamos es en cómo salir de allí y no de lo que su amado ha hecho en otras ocasiones, sino que a veces decimos hasta cuando, y por qué no actúa y me ayuda.

Si se nos quitara el sueño pensando en él como enamorados, el Señor se impresionaría del pegamento en nosotros, y no quedaría duda que lo espiritual ha sido real en nosotros. Lo normal en el hombre natural es que en su lecho de desierto, de carencia, de necesidad, piense en cómo salir de ahí, y en las consecuencias de no salir, en lo fatal en la tragedia, es decir pensar en lo peor. Pero el que hace recuento de los beneficios del Señor es bienaventurado porque impresiona al Señor.

El Señor nos sostiene. Esta es la realidad, el pegamento funciona porque la mayor parte la hace él, sin embargo el fruto es para nosotros, y es por esto que mientras no buscamos estar apegados al Señor no vemos los beneficios, y no vemos que el Señor nos tiene agarrados y pegados a él.

El deseo de estar junto le abrió los ojos para ver que estaba siendo asido por el Señor y por esa razón solo era de poner un poco de su parte, lo demás estaba hecho. Estar asido puede ser de diferentes formas y una es de la mano colgando, pero otra es asido de la cintura y cubierto de sus alas, ¿cómo nos sentimos asidos? La búsqueda no es en vano porque cuando el Señor ha hecho su parte ya es más fácil, sin embargo eso no hace diferencia muchas veces porque el que no busca no alcanza a ver el esfuerzo del otro.

Esto es así en la pareja, hasta que hacemos nuestro esfuerzo, alcanzamos a ver lo que la otra parte ha estado haciendo por mucho tiempo por nosotros, por esta razón la búsqueda más que a una hora -de madrugada- está hablando del esmero de la búsqueda, porque se entiende que el que madruga lo hace para que le abunde, así también nosotros debemos hacerlo como algo prioritario, necesario, y mejor antes y no después.

Estaremos saciados, así es el que está pegado, se siente satisfecho como para buscar otras opciones, en este siglo donde la insatisfacción reina y para muchos se vuelve el motor o su motivación para actuar, y en esa búsqueda pueden perder su vida.
Por el contrario lo que el Señor da debe de satisfacer, nos debe saciar su comida, porque es lo que necesitamos, él lo conoce mejor que nosotrso mismos. El ha sido bueno, por qué vamos a buscar en otro lado si nos ha dado lo mejor de él lo que saciará aunque parezca que no lo es; esto nos debería motivar a esforzarnos por buscar satisfacción en el Señor, esto es seguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes opinar o profundizar en el tema