miércoles, 20 de junio de 2012

Y nadie os quitará vuestro gozo


Jua 16:16  Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
Jua 16:17  Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?
Jua 16:18  Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla.
Jua 16:19  Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis?
Jua 16:20  De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.
Jua 16:21  La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
Jua 16:22  También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.

En esta porción existe una palabra de consuelo anticipada para sus discípulos para que pudieran entender y supieran como actuar cuando el fuera crucificado. El Señor les anuncia su muerte de manera profética, pues les dice a sus discípulos que dentro de poco no le verán, refiriéndose a su muerte, pero que luego le volvería a ver, pues resucitaría y les visitaría, y este es el hecho que quería resaltar (Mar_16:9-14).

Todos sabemos que entre estos dos acontecimientos (todavía un poco y no veréis y de nuevo un poco y me veréis), había un gran espacio entre ellos que es la muerte y en el cual humanamente hablando es complicado para todo ser humano, y era enfrentar la muerte de alguien que amaban como cualquiera de nosotros que nos toca vivirlo, era la muerte del Señor pero que traería sufrimiento a los que lo amaban. Lo tradicional es ver este paso como un fracaso.

Ya no me verán y después me volverán a ver, esto lo dice el Señor como algo tan natural, tan simple, que lo que genera en nosotros es explicación nos parezca irreal y extraña. Al igual que el Señor el que cree en él, tiene la misma promesa de que hoy nos vean y luego no nos podrán ver, pero un día nos volveremos a ver. Esto es grande, la promesa de resurrección.

Confusión e ignorancia: no entendemos lo que habla. El hombre ante muchas cosas que son comunes a toda la humanidad, a pesar de eso no las conoce, aunque descubra otras cosas “difíciles”, existen muchas otras como la muerte que no puede incursionar sino a través de lo que Dios nos rebeló en su palabra. Al hombre natural le parece el fin, algo trágico, algo que no debería de pasar, pero en realidad es lo que representa y no por lo que en realidad es.

Pensamos que no hay retorno, y para los que aman al que ya no verán, causa sufrimiento, con solo estar de espectador, o de observador nos afecta porque todos nos vemos en ese lugar, nos imaginamos en la misma situación. El Señor lo explicó sencillo pero para nuestro corazón es demasiado, sin dar explicación de detalles porque entonces nos quedamos en ellos y no alcanzamos a distinguir el mensaje.

Ese salto lo daremos todos si el Señor no viene antes dormiremos, es decir el que nos vean y no nos vean pera después volvernos a ver, pero cómo lo daremos no lo sabemos, ni cuando, ni bajo qué condiciones. Ellos no se imaginaban en ese momento que verían sufrir a su maestro. Con todo el sufrimiento que pueda traer, no debemos olvidar que la muerte la también la sufre el cristiano y no es ninguna derrota.

El poco tiempo que el Señor habla nosotros podemos pensar que era demasiado por el sufrimiento (al tercer día resucitó), pero realmente fue poco en términos humanos pero para nosotros hoy en día vemos años como algo lejano, pero en realidad cuando se va creciendo en edad en esta tierra nos vamos dando cuenta que no somos de aquí, y que es demasiado corta la vida para que todo se acabe. La vida no se siente cuando pasa, y las decisiones que tenemos que hacer debemos hacerlas lo antes posible antes que comencemos a lamentarnos de no haberlas hecho. La vida se vive por mikrones o cortos tiempos, en los cuales pueden pasar cosas tan importantes, hoy tenemos esos cortos tiempos que debemos aprovechar, no debemos dejarnos que se pasen en angustias, debemos pedirle al Espíritu Santo en nosotros que nos ayude a cambiar.

El sufrimiento no es sinónimo de derrota. Vosotros lloraréis y lamentaréis y el mundo se alegrará:
1.       El llorar. El lloro del que se ama es inevitable porque enmienda nuestros corazones,
2.      El lamento. Esta es la pregunta que muchas veces hacemos, ¿por qué  murió? y ¿por qué se muere la gente buena? ¿por qué no se le dio más años de vida? Muchos por qué pueden haber en nuestro corazón, pero debemos evitarlos.
3.      La reacción por los que se alegran. En el caso del Señor el mundo se alegraba, porque él era anulado en su cuerpo, porque era estorbo para mucha gente pecadora. A pesar de esto no se amargó por lo que escuchaba decir, ninguna hiel entraría a amargarlo. El cristiano pareciera que es perdedor en este momento pero no debemos amargarnos, y si nos ven tristes por la pérdida, tenemos esperanza pues el Señor ha vencido la muerte y esa es nuestro premio.

De estos tres el llorar y sufrir lo que nos toca sufrir en ese momento es lo único por hacer, pues hay tiempo para todo en la vida, y si lamentamos con muchos por qué tenderemos a no estar conformes con el Señor. Si reaccionamos a los externos que se alegran podemos amargarnos y tener una reacción aun de odio, y todo esto no nos permitirá que ese dolor pase pronto.

Aunque vosotros estéis tristes de ese estado seremos convertidos a gozosos, esa tristeza se volverá alegría. Esta es una gran transformación, sus discípulos habían sido avisados pero no se acordaban de estas palabras para esperar en ellas. Los extraños pueden pensar que cuando se sufre es alguien que está en derrota, pero se conoce personas que han pasado su vida sufriendo y no por eso han sido derrotadas, sino por el contrario, eso les ha permitido mantener sus vidas de entrega a otros.

El sufrimiento nos fortalece. El Señor pone el ejemplo de la mujer que da a luz que tiene dolor porque ha llegado su hora, su momento no se puede diferir, tiene que pasar por ese tiempo (así también nosotros tenemos nuestro tiempo para morir), pero en un poco de tiempo después cuando ya ha dado a luz no se acuerda del sufrimiento por haber recibido una vida.

Ahora podemos tener tristeza pero volveremos a ver al Señor y a las personas que no vemos más, tendremos ese premio de salvación aunque pareciera que no vale la pena el sufrimiento, llegará el momento en que tendremos  alegría plena, que no habrá espacio en nuestra mente de recuerdos de tristeza.

Nadie te quitará ese gozo, esto de verdad es garantía que podremos verle al Señor cara a cara porque creímos en él, porque le amamos y ese amor no dejó de ser en nosotros. Ver nuevamente  a quienes amamos será parte del gozo pero ver al Señor cara a cara será una felicidad completa.