Jua 16:16 Todavía un poco, y no
me veréis; y de nuevo un
poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
Jua 16:17 Entonces se dijeron algunos de sus discípulos
unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de
nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?
Jua 16:18 Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía
un poco? No entendemos lo
que habla.
Jua 16:19 Jesús conoció que querían preguntarle, y les
dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que
dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis?
Jua 16:20 De cierto, de cierto
os digo, que vosotros
lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros
estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo.
Jua 16:21 La mujer cuando da a
luz, tiene dolor, porque
ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se
acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
Jua 16:22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os
volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.
En esta porción existe una palabra
de consuelo anticipada para sus discípulos para que pudieran entender y
supieran como actuar cuando el fuera crucificado. El Señor les anuncia su
muerte de manera profética, pues les dice a sus discípulos que dentro de poco
no le verán, refiriéndose a su muerte, pero que luego le volvería a ver, pues resucitaría
y les visitaría, y este es el hecho que quería resaltar (Mar_16:9-14).
Todos sabemos que entre
estos dos acontecimientos (todavía un poco y no veréis y de nuevo un poco y me
veréis), había un gran espacio entre ellos que es la muerte y en el cual
humanamente hablando es complicado para todo ser humano, y era enfrentar la
muerte de alguien que amaban como cualquiera de nosotros que nos toca vivirlo, era
la muerte del Señor pero que traería sufrimiento a los que lo amaban. Lo
tradicional es ver este paso como un fracaso.
Ya no me verán y después me
volverán a ver, esto lo dice el Señor como algo tan natural, tan simple, que lo
que genera en nosotros es explicación nos parezca irreal y extraña. Al igual
que el Señor el que cree en él, tiene la misma promesa de que hoy nos vean y
luego no nos podrán ver, pero un día nos volveremos a ver. Esto es grande, la
promesa de resurrección.
Confusión e ignorancia: no
entendemos lo que habla. El hombre ante muchas cosas que son comunes
a toda la humanidad, a pesar de eso no las conoce, aunque descubra otras cosas “difíciles”,
existen muchas otras como la muerte que no puede incursionar sino a través de
lo que Dios nos rebeló en su palabra. Al hombre natural le parece el fin, algo
trágico, algo que no debería de pasar, pero en realidad es lo que representa y
no por lo que en realidad es.
Pensamos que no hay
retorno, y para los que aman al que ya no verán, causa sufrimiento, con solo
estar de espectador, o de observador nos afecta porque todos nos vemos en ese
lugar, nos imaginamos en la misma situación. El Señor lo explicó sencillo pero
para nuestro corazón es demasiado, sin dar explicación de detalles porque
entonces nos quedamos en ellos y no alcanzamos a distinguir el mensaje.
Ese salto lo daremos todos
si el Señor no viene antes dormiremos, es decir el que nos vean y no nos vean
pera después volvernos a ver, pero cómo lo daremos no lo sabemos, ni cuando, ni
bajo qué condiciones. Ellos no se imaginaban en ese momento que verían sufrir a
su maestro. Con todo el sufrimiento que pueda traer, no debemos olvidar que la
muerte la también la sufre el cristiano y no es ninguna derrota.
El poco tiempo que el Señor
habla nosotros podemos pensar que era demasiado por el sufrimiento (al tercer
día resucitó), pero realmente fue poco en términos humanos pero para nosotros
hoy en día vemos años como algo lejano, pero en realidad cuando se va creciendo
en edad en esta tierra nos vamos dando cuenta que no somos de aquí, y que es demasiado
corta la vida para que todo se acabe. La vida no se siente cuando pasa, y las
decisiones que tenemos que hacer debemos hacerlas lo antes posible antes que
comencemos a lamentarnos de no haberlas hecho. La vida se vive por mikrones o
cortos tiempos, en los cuales pueden pasar cosas tan importantes, hoy tenemos esos
cortos tiempos que debemos aprovechar, no debemos dejarnos que se pasen en
angustias, debemos pedirle al Espíritu Santo en nosotros que nos ayude a
cambiar.
El sufrimiento no es
sinónimo de derrota. Vosotros lloraréis y lamentaréis y el mundo se alegrará:
1. El
llorar. El lloro del que se ama es inevitable porque enmienda nuestros
corazones,
2. El
lamento. Esta es la pregunta que muchas veces hacemos, ¿por qué murió? y ¿por qué se muere la gente buena?
¿por qué no se le dio más años de vida? Muchos por qué pueden haber en nuestro
corazón, pero debemos evitarlos.
3. La
reacción por los que se alegran. En el caso del Señor el mundo se alegraba,
porque él era anulado en su cuerpo, porque era estorbo para mucha gente
pecadora. A pesar de esto no se amargó por lo que escuchaba decir, ninguna hiel
entraría a amargarlo. El cristiano pareciera que es perdedor en este momento pero
no debemos amargarnos, y si nos ven tristes por la pérdida, tenemos esperanza
pues el Señor ha vencido la muerte y esa es nuestro premio.
De estos tres el llorar y
sufrir lo que nos toca sufrir en ese momento es lo único por hacer, pues hay
tiempo para todo en la vida, y si lamentamos con muchos por qué tenderemos a no
estar conformes con el Señor. Si reaccionamos a los externos que se alegran
podemos amargarnos y tener una reacción aun de odio, y todo esto no nos
permitirá que ese dolor pase pronto.
Aunque vosotros estéis
tristes de ese estado seremos convertidos a gozosos, esa tristeza se volverá
alegría. Esta es una gran transformación, sus discípulos habían sido avisados
pero no se acordaban de estas palabras para esperar en ellas. Los extraños
pueden pensar que cuando se sufre es alguien que está en derrota, pero se
conoce personas que han pasado su vida sufriendo y no por eso han sido
derrotadas, sino por el contrario, eso les ha permitido mantener sus vidas de
entrega a otros.
El sufrimiento nos
fortalece. El Señor pone el ejemplo de la mujer que da a luz que tiene dolor
porque ha llegado su hora, su momento no se puede diferir, tiene que pasar por
ese tiempo (así también nosotros tenemos nuestro tiempo para morir), pero en un
poco de tiempo después cuando ya ha dado a luz no se acuerda del sufrimiento
por haber recibido una vida.
Ahora podemos tener
tristeza pero volveremos a ver al Señor y a las personas que no vemos más,
tendremos ese premio de salvación aunque pareciera que no vale la pena el
sufrimiento, llegará el momento en que tendremos alegría plena, que no habrá espacio en
nuestra mente de recuerdos de tristeza.
Nadie te quitará ese gozo,
esto de verdad es garantía que podremos verle al Señor cara a cara porque
creímos en él, porque le amamos y ese amor no dejó de ser en nosotros. Ver
nuevamente a quienes amamos será parte
del gozo pero ver al Señor cara a cara será una felicidad completa.