Texto: Marcos 4:35-41
35 Aquel día, cuando llegó la
noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Y despidiendo a la multitud, le
tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37 Pero se
levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa,
durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes
cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al
viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande
bonanza. 40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así
amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces temieron con gran
temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar
le obedecen?
El Señor nos manda a dar a conocer su nombre
y su obra que se ha manifestado en nuestras vidas pues debe ser el ejemplo
palpable de su poder transformador de las vidas, y cuando los beneficios en
nuestras vidas nos llenan, queremos darlos a conocer inmediatamente para que
otros también lo puedan disfrutar. Estos párrafos escritos son para un amigo
que quisiéramos que estuviera junto al Señor y a nuestras vidas.
Esta porción habla de la tempestad que puede compararse a la que
llega a la vida en el momento que menos esperamos. Nadie sabe las tormentas que
llegarán a la vida, quizá a temprana edad cuando se cree que tenemos tiempo
para reparar cualquier desperfecto en la vida. La tormenta llega en momento de
oscuridad, cuando llega la noche, pero había que moverse la otra orilla del
lago; así es la vida que sabemos que tenemos que movernos al otro extremo sin
saber lo que vendrá en ese trayecto, y nadie puede dejar de hacer ese viaje.
Cuando nos avanza una dificultad podemos pensar pensamos que no
tuvimos que haber hecho algunas cosas en la vida, que fue una equivocación pero
ese no es el punto importante para salir de la situación, porque si nos
enfocaremos en lo que no debemos nos hundiremos. Al estar en medio de la
tempestad alguno puede pensar que se equivocó en haberse movido y no haber
esperado pero eso no ayuda en la vida.
La trayectoria de la vida es como ese viaje que nos toma del
lugar donde estábamos, así también se mueve el Señor con nosotros pues estaba
en la barca y de allí lo llevaron sin moverse sin cambiarse a otra. Solo
sabemos que tenemos que llegar al otro lado pero no sabemos cómo llegar,
pensando que solo se necesita vivir y no es suficiente. Habían también otras
barcas con él, esto significa que no estamos solos sin embargo cada travesía es
diferente aunque nos lleguen las mismas tormentas.
LA TEMPESTAD EN LA VIDA SE LEVANTA
Lo cambiante y la inestabilidad es característica de este
huracán, así en la vida de repente se puede levantar dificultades que nunca
pensamos que ocurrirían, todos planificamos en nuestro corazón vivir de cierta
manera fácil o estable y de repente no estamos como lo planificamos.
El viento arrastra cosas como el agua que se levanta y hace olas
que pueden poco a poco inundar nuestra barca y entonces hundirnos y perecer.
Algunos hemos visto las olas anegar nuestras vidas con lo que no queremos. Nos
han dado barca para estar sobre las olas, para no sucumbir, para estar a flote,
pero a veces no es suficiente para soportar. Cuando sentimos que nuestra barca
es fuerte no buscamos a Dios, no recurrimos al Señor porque pensamos que la
tempestad pasará y la barca será suficiente.
Cuántas cosas pueden estar anegando nuestra vida y sentimos que
no podemos más, una ola arriba deja un poco de agua y no nos hunde, pero luego
otra y otra ponen cansancio y nos hace desesperar y encender las alarmas.
Diferentes tipos de tempestades y olas pueden hacernos agua en la barca, a
algunos el matrimonio les inunda, la familia, el área profesional, las
debilidades personales, etc., etc.
LA SOLUCIÓN ESTÁ A NUESTRO ALCANCE
En la alarma de la tempestad el Señor se encuentra en nuestra
barca, lo único que está dormido y si no lo despertamos moriremos anegados,
quizá siempre sentiste esa sensación que Dios está cerca pero no se manifiesta nunca
como quisieras. Pero ¿por qué no lo has despertarlo? Aquí algunas causas:
·
Algunos
porque creen que pueden manejar su vida aunque se están anegando, creen que los
demás no miran que está en peligro y sufriendo, entonces no dan su brazo a
torcer, y guardar la apariencia no les permite buscar ayuda.
·
Otros
porque no quieren molestar a nadie y se encierran en sí mismos pensando que es
la mejor solución. Buscar dentro y no expresar lo obvio nos vuelve débiles y en
depresión porque puede llegar soledad en la vida y perder todo tipo de
relación, pues las personas se cansan de tratar de sacar de sí mismo a quien no
quiere.
·
También
puede ser que creamos que el Señor se va a levantar sin que le pidamos ayuda y
que es obligación de él hacerlo, pues le dijo el discípulo: ¿no tienes cuidado
que perecemos? Suele decir muchas personas que por qué no hace nada Dios por
ellos, pero se nos olvida que necesitamos pedirlo pues no obligará a nadie.
Y el Señor actúa levantándose y reprendiendo al viento y al mar
le ordena que calle y llegó gran bonanza esto es tranquilidad, quietud y gozo.
Si esto es lo que buscas hoy, es la oportunidad de despertar al Señor que va en
tu barca para que haga bonanza en tu vida no importa cuán fuerte sea el
huracán. La vida con el Señor despierto y obrando a nuestro favor asegura que
llegaremos junto con él a la otra orilla.