sábado, 27 de abril de 2013

Vuélvete y te restauraré


Texto: Jeremías_15:15-21

Jer 15:15  Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta.
16  Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
17  No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación.
Jer 15:18  ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
19  Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Jer 15:20  Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.
21  Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.


Cuando se ha caminado bien en el Señor y hay un alejamiento de él, se puede creer que todo sigue bien y no darnos cuenta. En esta porción nos da a entender que existía algún alejamiento a pesar que no se revela en qué consistió en sus detalles, porque quizá no son importantes, lo que sí lo fue es el hecho del alejamiento. Esto muestra que no se necesita evaluar lo que aleja, sino las consecuencias del alejamiento y lo que tenemos que hacer para volvernos.

Un profeta como Jeremías también podía alejarse del Señor en cuanto a su propósito, cuánto más nosotros, por esto el profeta le dice tú lo sabes Señor, pues lo que a una la hace sentir como víctima de sus enemigos, para el Señor puede ser diferente y que sea justamente donde estemos fallando, pues es consecuencia de nuestras malas decisiones y acciones.

Jeremías se queja por los enemigos que se habían levantado, justificando su proceder al decir que no se había sentado en compañía de burladores, y que esos enemigos le llegaron o le buscaron justamente por el oficio profético que desarrollaba para el Señor, sin poder mirar hacia adentro en su propio proceder, sobreponiendo los asuntos ministeriales a las fallas personales que no alcanzaba a ver.

El volverse a Dios. Cuando nos damos cuenta que es Jeremías quien se ha alejado pareciera que no es una falta grave, pero el Señor le dice si te convirtieres o si te vuelves, dejando claro que esa era la voluntad del Señor. Jeremías se encontraba en una situación ministerial donde pudo sentirse afectado por lo que ocurría y ser superado tenía que ver y que era testigo en su pueblo, porque el pecado le podía estar afectando de una u otra manera.

Le pudo afectar y como consecuencia puso su criterio personal en los asuntos de Dios, puede desesperar el método de acción del Señor y no ver resultados según lo que esperamos ver como hombres y al hacerlo nos podemos estar apartando sin querer hacerlo al mandato del Señor.  Este es uno de nuestros problemas como creyente, cuando llegamos a creer que se tenemos libertad de hacer lo que queremos pensando que estamos mejorando la obra de Dios, y no lo vemos como una falta a Dios, sin pensar que todo lo que no obedecemos nos aleja.

El cristiano promedio piensa que solo pecando deliberadamente nos alejamos de Dios porque no se considera pecado la falta de obediencia más aún cuando hacemos algo correcto. Alejarse de Dios tiene dos orígenes: el primero es no escuchar a Dios (al no congregarnos estamos dejando de escuchar su voluntad), y el segundo momento es cuando ya conocemos su voluntad o lo que quiere que hagamos y no lo hacemos o lo hacemos parcialmente o de manera aumenta. Jeremías se había alejado posiblemente al mirar el sufrimiento de su pueblo, dejándose seducir a otro tipo de peticiones de apoyo espiritual en cosas que sabiendo que no estaban conforme al plan de Dios, haciéndose flexible a sus peticiones, y esto pudo estarle afectando. Su cara podía no estar mirando a Dios sino a la petición de los hombres. Como ministros somos afectados en peticiones que sabemos de entrada que están en contra de la voluntad de Dios y a su Palabra, y sin embargo a veces no nos hayamos con valentía de no darles la oportunidad de esperanza de respuesta en el Señor.

La restauración viene al volverse. Restauración es necesaria porque ya existen daños en las personas que no se pueden arreglar ellos solos con el tiempo o por nuestra propia acción. El dolor no pasa hasta que viene la acción del Señor, se siente perpetuo ese dolor como si nunca va a terminar, desahuciada la herida como si no existe nada que la pueda sanar, ¿por qué no se termina, por qué no sana?

Estas respuestas están en la obra del Señor, siempre y cuando nos volvemos a Él, así la restauración es imposible si no permitimos que Dios obre en nosotros, y esto se inicia mirando o volteando nuestra mirada nuevamente a él. La autogestión en el ministro es engañosa al creer que por realizar acciones en la obra de Dios, necesariamente se está en la voluntad de Dios, y esto puede hacer daños permanentes por esta forma de obrar, que necesiten restauración.

La situación de Jeremías era difícil pues no se sentía estable, ya que miraba como espejismo la salida de sus problemas, esto debemos tomarlo en cuenta cuando sentimos que no salimos y estamos viendo cosas que parecen que sí son muestra de estar en ese camino pero sin embargo continuamos en el problema, las aguas las miraba buenas, estables, pero eran engañosas porque variaban. El volverse es porque estamos mirando en la dirección equivocada según nuestra propia humanidad.

Entresacar lo bueno de lo vil. Esta fue parte de la recomendación del Señor y debe ser una labor de aquel que quiere restauración, es un esfuerzo de enfocarse en lo bueno, en sacar lo valioso y lo noble y sobreponerlo a lo indigno, a aquello en lo que somos flojos moralmente. Si nos damos cuenta este esfuerzo se volverá una tendencia de lo que deseamos, y para esto se requieren varias cosas, de lo contrario hablaremos cosas sin fruto, o bobadas estériles (una de las traducciones de vil), y en eso se notará dónde estamos en el proceso de restauración. Como personas, cristianos o ministros existen en nuestra vida cosas valiosas que son menos, cuando estamos alejados de Dios y que nuestro éxito está en ese enfoque de atención en las cosas que hacemos bien.

Se debe tener discernimiento para darnos cuenta de las cosas que verdaderamente agradan a Dios para hacerlas sobresalir, repetirlas, mejorarlas, hacerlas un hábito en nuestra vida. Si servimos bien no dejar de hacerlo, sino más bien mejorarlo, y en lo que somos flojos apartarlo, quizá no lo podemos eliminar, quizá no se pueda quemar ni tirar, pero el Señor sabe que si nos ocupamos de lo precioso tendremos oportunidad.

No nos convertiremos a ellos. Esta es la tercera recomendación tan simple pero a la vez difícil de seguir, cuando nos alejamos del Señor, no imitar, no seguir más que al Señor. Esto se manifestará en la estabilidad, no debemos ceder, es el poder de mantenernos en nuestra forma de vivir, en lo que creemos, en nuestra fe en el Señor. No dejar que se sobreponga lo malo que otros practican, es no dejar que crezca o evolucione lo vil o lo malo en nosotros.

Apartarnos de las posibilidades de ser afectados por terceros, es necesario porque es suficiente la batalla que libramos internamente, como para tener que luchar con las tendencias malas de otros que influencian nuestras vidas. Las influencias determinan hasta dónde nos dejaremos afectar; la persona sabia puede ponerse esa meta, pues el Señor puede ayudarnos a cambiar amistades y modelos de influencia.

Beneficios de la restauración. Al volvernos al Señor aun en lo más mínimo que nos háyanos alejado traerá un beneficio grande que encadena otras bendiciones. Primero estar delante del Señor, esto es un privilegio grande pues nos hace gozar de su presencia, y esto no quiere decir que hemos sido limpiados completamente, pero existe la posibilidad de una cadena de bendiciones.

Del esfuerzo nuestro al hacer que prevalezca lo bueno en nuestra vida nos permite hablar lo que el Señor quiere, porque usaría la boca de Jeremías como también la nuestra y esto es una gran responsabilidad. Este es el paso que sigue cuando nos van restaurando nosotros adquirimos capacidades para que prevalezca lo bueno y su palabra nos es dada como confianza de Dios de n nuestra restauración.

Se llega a alcanzar con estos esfuerzos en el proceso –volverse a Dios, el hacer prevalecer lo bueno y no permitir mala influencia- llegar a ser como un muro fortificado de bronce, y esto no es nada más que el ministerio del Señor en la vida de Jeremías como en la nuestra, no poder ser destruida, sino que no permitiría escapar  a aquellos que quieren hacer el mal, porque alcanzaría a ser un muro de juicio de Dios, donde chocarían y podrían entender que era asunto de Dios y no de hombre, lo que nos hará más seguros para no flexibilizar ninguna obra que no sea la de Dios.