viernes, 31 de agosto de 2012

Yo soy tu parte y tu heredad



Núm 18:20  Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.
Núm 18:21  Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión.
Deu 10:8  En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy,
Deu 10:9  por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.)

¿Quién no quiere recibir una herencia?, y si nos dieran a escoger lo que quisiéramos recibir, creo que estaríamos influenciados a pedir de acuerdo a nuestras necesidades y no de acuerdo a una visión de largo plazo. El corto plazo en nuestra mente es muchas veces una trampa que no nos deja alcanzar las metas de largo plazo que el Señor sabe que necesitamos alcanzar y que están preordenadas para nosotros.

Lo normal es pensar en lo que nos darán de herencia y no en quien nos la dará, pero esto es precisamente lo que el Señor quiere hacer cambiar en nosotros, pues una forma que muchas veces miramos lo incorrecto, por ejemplo un joven cree que cuando se case le darán amor, comprensión, y todas las cosas que parece ser propias de ese cambio de estado de vida, pero no piensa en que, lo más importante será que esa mujer sea compañía para siempre y que pueda disfrutar al tenerla cerca. De igual manera quería hacer el Señor con los levitas, y lo mismo quiere hacer con nosotros, que veamos que es mejor estar con él, todo lo demás no debería importarnos porque de eso él se va a encargar.

Hoy muchos no pueden heredar bien, y hay un deseo también del Padre celestial de hacerlo bien pero los hijos que van a heredar algunas veces no quieren vivir para heredar, pues existe el interés de solo recibir sin importar que tienen que saber administrar lo que se recibe para no perderlo rápidamente, pues existen muchos casos donde alguien recibe y lo despilfarra y lo pierde, y en lugar de llegar a ser de bendición se vuelve frustración. El Señor en la parábola de los talento se la quita a quien la guardó, reprochándole que mejor hubiere sido mejor darla a los banqueros para al menos haber recibido los intereses; aquí se muestra que es importante aprender a trabajar porque ese talento le fue quitado y pasó a quien administró mejor.

De la tribu de Leví fueron tomados los sacerdotes y los que apoyaban el servicio, cantores, porteros, etc. que participaban como ayuda les llamaban levitas. Nosotros hoy somos sacerdotes del Señor si realmente ministramos y nos disponemos para hacerlo (muchos han guardado sus vestiduras y no las usan), por esta razón podemos y debemos conocer lo que tenemos como herencia de parte de Dios.

Qué significa Levi. En la tribu de Leví representa algo importante en cuanto a la herencia en comparación con las demás tribus de Israel y para comprender mejor esto se debe examinar el origen de la tribu que vino del tercer hijo Jacob con Lea.

Leví: significa unido, sujetado juntado, adherido, apegado a Dios. Hijo de Lea que le puso ese nombre porque dijo "esta vez se unirá mi marido conmigo" Gen_29:34. Para Lea entonces era la esperanza de conseguir la unión a su marido por el nacimiento de su tercer hijo Leví, así también los levitas tenían que estar unidos a Dios, porque era la esperanza para unir al pueblo con Dios.

La unión de aquel tiempo de la tribu de Leví representaba la cercanía que tenían con Dios a través de la ministración en el templo donde podían tener acceso a la presencia de Dios en el lugar Santo, privilegio que tenía únicamente esta tribu, pues nadie más podía acercarse al Señor sin morir. Hoy día nosotros tenemos ese privilegio de acercarnos por su hijo Jesucristo.

Apartado por Dios. Sin duda como dice Deu_10:8  el Señor apartó en su tiempo a Leví, siendo este un acto de exclusión de lo que las otras tribus tenían que hacer porque estaban siendo apartados o sacados de las otras para cumplir ciertas funciones:

Llevar el arca del pacto. Mover el arca del pacto donde se manifestaba Dios no podía ser llevado por cualquiera, por lo que se tenía que levantar y llevar al hombro, y aunque esto parezca ilógico, el Señor nos da el privilegio de llevar su presencia, nosotros y únicamente nosotros somos los responsables de llevar esa presencia pero solo si vamos donde él dice que vallamos y no donde nosotros queremos ir. Si la columna de fuego o la nube se movían los levitas se levantaban y desarmaban y cargaban el tabernáculo del Señor.
Servir en su presencia. Este es el servicio al Señor que muchas veces no percibimos que él nos mira en todo momento, y más aún nada pasa desapercibido, todo lo mira, lo externo, nuestra actitud, pensamiento, nuestro corazón. El sacerdote tenía cuidado de no ministrar con un corazón equivocado, inclusive podía morir si no se cuidaba.
Bendecir su nombre. Esto no es más que pronunciar bendiciones en su nombre, somos levantados para bendecir a otros pero no en nosotros sino en el nombre del Señor. El sacerdote tenía que ser imparcial con las personas y tenía que bendecir a todos. Si tenemos esa capacidad de bendecir aun a los enemigos estaremos cumpliendo con una función sacerdotal.

Este privilegio no lo tenían las demás tribus, sin embargo esto tenía un precio que tenían que pagar, al menos humanamente, o lo que su mente les hacía pensar que era un sacrificio pero a la verdad no lo era.

Leví no tiene herencia. Lo anterior era la razón por la cual Leví no tenía herencia como las demás tribus, porque tenía que dedicar el tiempo y sus fuerzas, con todo su corazón al Señor. No podía distraerse en las cosas que los demás se desgastaban, sino que estar completos para el Señor.

Entonces el Señor les dice algo que era para alegrarse para creérselo, para decir ya estuvo, ya la hice, estoy a salvo, no me preocuparé por nada en la vida: ¡yo soy tu porción y tu herencia”. Esto muchas veces no lo podemos dimensionar pues tiene dos tiempos el actual y el futuro. Cuando le dicen a Aarón de la tierra de ellos no tendrás heredad, quizá si nosotros hubiésemos estado allí nos hubiéramos entristecido, y qué cara hubiéramos puesto nosotros al escuchar “Yo soy tu parte y tu heredad”. Nos hubiéramos quedado con los beneficios o con el dador de los beneficios.

Lejos de la implicación en el ánimo de Aarón con su hermano Moisés que eran Coatitas de la tribu de Leví, no pensaban en recibir una parte de las que estaban repartiendo, lo tenían claro. Existía una diferencia entre la porción y la heredad.

Porción: viene de una palabra hebrea que significa  "liso" por alusión a las piedras lisas usadas para echar suerte a la hora que estaban asignando las porciones a repartir. Esta era la parte actual, la presente tu porción tu parte, tu territorio, lo que te toca recibir. El Señor les dijo: yo soy para ti esa porción.
Heredad: esto era lo que les era dejado como legado, el hijo hereda tierras y casa para ocupar cuando el padre falta, se tomaba posesión mientras se vive pues no se le puede heredar a un muerto. Entonces el Señor estaba diciéndoles también yo soy tu herencia, es decir tu futuro, aquí tenemos herencia más allá pues se heredará también en la vida eterna, así como lo que hemos heredado por nuestro Señor Jesús. Somos coherederos en Cristo.

Algunos podemos perder los beneficios por lo que queremos hoy, no perdamos lo mejor porque no nos hará falta nada pues el que hereda está tratando de darnos conforme a lo que prospera nuestra alma y luego recibiremos lo mucho, pues si en lo poco somos fieles en lo mucho nos pondrán. Cuántos por querer solo esos beneficios no llegan a conocer al Señor que da los beneficios. Cuántos podríamos interesarnos en la herencia y no en el que da la herencia, pues por esta razón muchos son desheredados.

Por esto el Señor le quita ese obstáculo de la mente a Aarón y a la tribu de Leví al decirles que no tienen parte ni heredad como los demás del pueblo, que se enfocaran en Él, y que allí estaría todo para ellos, porque siempre disfrutaría de los frutos de la tierra y de todos los beneficios pero nunca se sentirían dueños de nada. Esto debe ser una realidad aceptada más aun por los ministros del Señor pues la obra no es para recibir una porción más grande que los demás ni para recibir la mejor herencia material, sino que somos llamados para estar cerca de él, y disfrutar de llevar en nuestros hombros su presencia, servirle y bendecir al pueblo, lo demás son solo añadiduras que el Señor quiere darnos.

La decisión es hoy, para amar al que da y preferir estar con el testador, porque si estamos con él no nos faltará nada, estaremos seguros, pues todas las cosas vendrán cuando él lo quiera.