domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Qué hacemos en necesidad?

Texto: Mar_2:23-261Sa_21:1-6

Mar 2:23  Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo,[a] sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.(A)
Mar 2:24  Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo[b] lo que no es lícito?
Mar 2:25  Pero él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban;
Mar 2:26  cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes,(B) y aun dio a los que con él estaban?(C)
Mar 2:27  También les dijo: El día de reposo[c] fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.[d]
Mar 2:28  Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.[e]


Las personas respondemos diferentes en las necesidades, algunos podemos desesperarnos, otros se vuelven inactivos y se paralizan ante la necesidad, otros son cautelosos, pero la combinación de dirección y acción guiada por Dios es la más difícil de seguir.

Existen situaciones que afectan la forma en que actuamos en la necesidad, y definitivamente la presión que sintamos que tenemos y más la presión humana es importante, pues dependiendo de quien la hace, puede volverse no solo una necesidad propia sino colectiva.

Sentir la necesidad y no hacer nada parece no ser la solución, pues cuando se recibe la dirección, es necesario actuar, y si no recibo dirección debo seguir haciendo lo que en ese momento estoy haciendo, es decir no detenerse.

Tuvo necesidad de hambriento. La necesidad del hombre más básica, más apremiante, y por la única que debería el hombre gastar su dinero. La necesidad de David era en angustia puesto que estaba huyendo de Saúl, y aunque no lo declaró al sacerdote pidió pan a este para saciar su necesidad.

No tengo pan común, dice el sacerdote pues no es común lo que el Señor presenta. Esta es la situación que nosotros vivimos cuando el Señor provee lo que da no es común sino que es sagrado.

Había una sola condición para acceder a ese pan sagrado y era que el que lo consumía tenía que estár consagrado al Señor. Este es el principal problema del cristiano, que tiene necesidad pero no se propone consagrarse para acceder a lo más sagrado del Señor.

Pan de la proposición. Este es el propuesto por Dios, es decir lo que el Señor se propone para con nosotros. En otras palabras no es el pan que nosotros ofrecemos o presentamos al Señor como si él necesitara el pan nuestro, sino por el contrario es el pan qeu él nos ofrece, el primero que nos da, como la forma de decir que nos alimenta él antes que nadie, esa es su oferta.

La oferta del mundo es alimentarnos de otras cosas, pero el Señor nos quiere dar antes que el mundo para saciar cualquier necesidad. El que tiene necesidad siempre tendrá dos opciones, saciar con lo que ofrece el mundo y su príncipe o saciarse con lo que el Señor ofrece.

Pero qué pasa cuando lo que Dios ofrece parece no ser permitido.

No es lícito: no permitido, imposible o que no está bien hacerlo, esto pareciera que es lo que  normalmente hacemos los cristianos: pensar que lo que Dios propone no es lícito.

Más que lícito creemos que es imposible alcanzarlo o que el Señor nos lo de, y aquí entra la incredulidad del hombre, que creemos imposible que tengamos acceso a lo divino, cuando lo que quiere el Señor es todo lo contrario, que tengamos confianza en él.

Arrancar las espigas para comer cuando estaban necesitados, y merecían su alimento, aunque era día de reposo. Las personas criticaban la acción pero ninguno de ellos les daba de comer, al contrario del sacerdote que les dio a David y sus criados.

No está lejos es posible, la propuesta de Dios está siempre servida en la mesa y es para todo aquel que quiere experimentar primero lo que el Señor tiene para su vida en la necesidad por apremiante que sea.