2Sa 23:1
Estas son las palabras postreras de David.Dijo
David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob,El dulce cantor de Israel:
2Sa 23:2
El Espíritu de Jehová ha
hablado por mí,
Y su palabra ha estado en mi lengua.
2Sa 23:3
El Dios de Israel ha dicho, Me habló la Roca de Israel:
Habrá un justo que gobierne entre los
hombres, Que gobierne en el temor de Dios.
2Sa 23:4
Será como la luz de la
mañana, Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes,
Como la lluvia que hace brotar la
hierba de la tierra.
2Sa 23:5
No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo,
Ordenado en todas las cosas, y será guardado,
Aunque todavía no haga él
florecer
Toda mi salvación y mi deseo. 2Sa 23:6
Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados, Los cuales nadie
toma con la mano; 2Sa 23:7 Sino que el
que quiere tocarlos
Se
arma de hierro y de asta de lanza, Y son del todo quemados en su lugar.
Cuando pensamos os deseos que nos
mueven pueden venir muchas cosas a nuestra mente dominadas por lo que
necesitamos hoy, y no pensar en un deseo transferido o proyectado por el Señor
a nuestras vidas. El problema es que nos conformamos con los deseos que tenemos
aunque sean de corto plazo y no nos atrevemos a pedir que nos ayude a cambiarlos
porque no vemos peligro en ellos.
Los deseos
van cambiando en nuestra vida, de acuerdo a factores pero se ven marcados por
la madurez que vamos alcanzando; los deseos de niño no son los del adolescente,
ni tampoco los de un adulto joven, ni los de alguien como David que se dice
eran sus últimas palabras, quizá no porque estuviera muriendo pero sí por ser
las del final de su vida.
La madurez
entonces se refiere a la espiritual, a la que viene no tanto por la edad, sino
por la capacidad de soportar mayor peso de responsabilidad haciendo lo correcto
en la vida. David habla como un estadista que puede hacer un repaso de su
desempeño como rey y principalmente de lo que Dios había hecho en su vida, y a
pesar que estaba terminando su carrera no estaba satisfecho en cuando a sus
deseos, pues seguramente sabía que los que no se habían cumplido en su vida se terminarían
de cumplir en el siglo venidero.
Entonces
tiene mucho valor aprender de alguien que estuvo con el Señor, que no solo fue
rey, sino que también fue pastor de ovejas, y que fue un hombre muy próspero
materialmente, pero también fue una persona que vivió en humilde condición; no
fue toda su vida un hombre renombrado y conocido sino que también fue un hombre
desconocido, anónimo. Tuvo siempre deseos que fueron moldeados por Dios y que
en cada etapa de su vida pudo vivir sin que le robaran ni tampoco los abandonó.
El forjamiento de sus deseos. Cómo fueran
nuestros deseos si viviéramos el mismo camino de David. Esta es una pregunta
que no debemos contestar a la ligera, porque a David se le fueron dando ciertos
privilegios, pero también sufrió cantidad de dificultades duras. Quizá se
piensa que en los cambios de vida o etapas que se pasan ameritan cambios en las
cosas que se desean, y es correcto que los habrá pero que siempre sea el Señor
quien los ordene, para que nuestra puntería no se vaya a quedar en cosas
materiales únicamente.
Dice la
porción que David fue levantado en alto, y cuáles serían sus deseos al estar en
alto, nos damos cuenta que fue la mayor parte del tiempo ayudar, proteger, y
llevar justicia, y no hubo un deseo de conquistar por poder como la mayoría de
los reyes. También dice que fue ungido, en esto tenía claridad pues cuando
revisamos de donde lo sacó el Señor para ungirlo la primera vez por medio de profeta
y juez Samuel, nos damos cuenta que esa unción no cambió su imagen de sí mismo,
ni comenzó a decirles a sus hermanos que ya no haría las obligaciones que tenía
porque sería alguien especial (que se lo había dado Samuel), como muchos que
hoy piensan que si son llamados es para estar sobre los demás y no como
servidor de ellos.
Se dice
también de David que era el dulce cantor de Israel; que desearíamos como un
cantor que era compositor y músico, pero que además deleitaba cuando lo hacía,
pues sabemos que tocaba con unción pues cuando ministraba el espíritu de Saúl
se tranquilizaba. No deseaba ser como ningún famoso, solo quería agradar a Dios
cantando lo que el Señor le inspiraba, nunca pensó en fama como el camino a
seguir como medio para generar ingresos por sobre todo, que es una trampa actual
donde sucumben ministros que se apartan de sus ministerios y se vuelven profesionales
independientes (freelancer), y pueden perderse en poner condiciones para
ministrar al Señor y por supuesto se cambian los deseos de Dios por esos de
grandeza y notoriedad.
El deseo de David en su sucesor. Tenía una
gran preocupación y era quien le sucediera, que pudiera cumplir ciertas
características para que fuera bendecido por el Señor. Otros reyes no se
preocuparon por esto, porque pensaban que por ser sus hijos los sucesores en la
dinastía eran los mejores (por eso les tocaba), pero los deseos de David no estaban
en quien seguiría la obra que está dejando y que es necesario continuar y
mejorar, sino que quien lo haga pueda cumplir los deseos del Señor.
El
Espíritu de Jehová ha hablado por mí y hoy también tengo su palabra en mi
lengua, esto quería decirlo para que fuera puesta atención a lo que decía
haciendo recordar que no solo tenía autoridad en su palabra sino que era el
Señor quien se la daba. La Roca que es Cristo le habló y le dijo que preguntara
si había un justo que gobernara con el temor de Dios. El deseo del Señor fue
manifestado y esto es grande, pues si obedecemos tenemos asegurada la victoria.
Este debe se nuestro deseo si esperamos gobernar no importando lo que sea,
grande o pequeño pues es lo mismo.
Podemos
pensar en gobernar y hacerlo como se le antojara, pero esto está muy lejos de
la realidad David hacía conforme a la voluntad del Señor. Cuando se llega a
administrar (que bien es sinónimo de gobernar), tenemos un gran desafío para
tener éxito: ser justo y temeros de Dios (respetar a Dios en lo que hacemos),
es decir con temor en todas nuestras acciones, como si él está enfrente y le
pudiéramos preguntar si es correcto cuando tenemos duda.
David era
ejemplo de esto, aunque se equivocara en decisiones, pero fue rectificado al
permitir que Dios obrara. Se puede brillar como el sol en un día sin nubes, y
se puede ser como lluvia que hace brillar la hierba. Esta es la visión del
Señor para nosotros que al gobernar podamos hacer que la luz brille sin
estorbos, llegue a todos y que la lluvia haga crecer la hierba, para que
prospere el ganado, y haya leche y carne. Todo esto es prosperidad y en esa
visión se alinean nuestros deseos.
Su pacto es lo primero para que se cumplan
los deseos. Parece ser que cuando dice en el verso 5: no es así
mi casa para con Dios, pudiera referirse a que esté hablando a su propia casa
donde no hizo su mejor gobierno, pues tuvo algunas dificultades graves con sus
hijos que fue tarde para resolverlas.
Podemos
pensar que nuestros deseos son primero, que nuestras necesidades son primeras,
y que por tanto todo lo demás queda en segundo plano, pero esto no es lo que
mantiene, ni lo que nos hará salir adelante, es claro que es el Señor pero para
que pueda actuar y que pueda bendecirnos con todo es necesario que se respete
el pacto con él, este no expira pues es eterno, a perpetuidad. David pudo
entender que no obraba solo sino que estaba regido por un pacto que tenía que
respetar.
Decía: el
pacto es ordenado; entonces no es como vayan saliendo las cosas, sino que está
bien reglamentado para que lo podamos practicar en cada área de nuestra vida y
esta incluye los mismos deseos que brotan de nuestra carne, los cuales tenemos
que superarlos; este orden servirá para que no se quede como una buena
intención nada más. David podía decir que no había gobernado como a él se le
había antojado sino que guardó este pacto y todo lo siguió al pie de la letra como
decía el reglamento.
Aunque todavía no haga él florecer toda mi
salvación y mi deseo. El hecho de que no se cumplieran todos sus
deseos y que no tuviera la victoria final, no quería decir que no seguiría el
pacto. Esto es muy diferente a lo que nuestra mente nos puede decir: si las
cosas no van bien y no se cumplen tus deseos, puedes incumplir algunas cláusulas
y compensar de alguna manera lo que el Señor todavía no ha hecho, pero se nos
olvida que ese pacto es no negociable, y que es solo para nuestro beneficio.
El que no
florezca, el que no brote, significa que no se ve claro todavía, que no van las
cosas por el camino que nosotros deseamos para que se arreglen las cosas, pero
el rey David nos dice que en su casa siempre ha salido el sol y que siempre ha
habido hierba (que es el inicio de otras cosas), pues después del agua, viene
la hierba y entonces comen los animales y entonces hay leche, y queso, y
mantequilla, y hasta sorbete, siempre estuvieron seguros.
Así como
brotó la vara de Aarón y no la de los demás, esto ocurrió no porque la rama era
la buena, la que tenía la mayor posibilidad de reverdecer, sino porque el Señor
la hizo brotar, y dar flores y aun frutos. Los deseos los cumple el Señor según
su voluntad.