Texto: 1Samuel
1:6-17
6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no
le había concedido tener hijos. 7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así;
por lo cual Ana lloraba, y no comía. 8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y
por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el
sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a
la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu
sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová
todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. 12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando
la boca de ella. 13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su
voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. 14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada
de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante
de Jehová.
16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis
congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la
mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.
Sin duda que existen
barreras contra la fe que no nos permiten alcanzar nuestras metas y sueños, y
una importante es la amargura que se puede alojar en nuestras vidas. La
amargura puede alcanzar toda la vida de la persona o afectar a ciertas áreas
que cuando se tocan vienen a ser detonantes que disparan emociones contrarias a
la fe.
¿Cuáles
son las cosas que alteran nuestra alma, nos hacen hablar lo que no debemos o
con temor y nos vuelven débiles en lo espiritual? En esto pueden haber muchas
causas y pueden ser válidas hablando humanamente, pero el Señor tiene en su
plan para nosotros que las superemos, y de esta manera alcanzar la bendición
que nos moverá a mayor madurez espiritual llenándonos de satisfacción.
Ana
nos deja un ejemplo digno de imitar puesto que las cosas que le habían sucedido
había hecho de su vida algo insoportable, aunque algunos podrían pensar que no
era para tanto, lo que sucede que para cada uno es diferente lo que puede
amargar.
LO QUE AMARGA
La
amargura se manifiesta cuando el alma ya no siente nada de lo bueno, a nada le
siente gusto, cuando existe un enojo o cólera por nuestra vida, porque quizá no
somos lo que queríamos, no hemos alcanzado nuestras metas o pensamos que todo
está en nuestra contra.
Las
consecuencias llegaban a Ana pasando por los tres niveles de amargura (1S 1:6), desde la irritación, luego llegaba el enojo
y finalmente la tristeza. Fácilmente podemos llegar al primer nivel de solo
irritación que atormenta el alma, aunque esto trae implicaciones pues irritados
podemos perder comunión con Dios, pero cuando Ana enojaba o enfurecía era un
segundo nivel de amargura al perder los estribos, pero la mayor era cuando se
llega a tristeza pues se demuda el ánimo y aquí se pierde conexión con Dios
para ser bendecido.
Para
Ana existían algunas causas de esa amargura, una que era el problema de fondo y
la segunda causa que dependía de la primera pues si esta se resolvía no había
razón para la segunda. Esta son las que le entristecían:
Su esterilidad. Esta es una causa que resalta la impotencia por cuanto no se puede
hacer ningún esfuerzo por mejorar la situación. Algunos nos preguntamos por qué
nunca hemos disfrutado o alcanzado nuestros sueños, aunque nos hallamos
esforzado. No debería haber culpa en la esterilidad como para entristecer.
La rivalidad. Esta tenía razón a causa de la esterilidad pues era lo único que le podía
dar ventaja a su rival, esta debilidad le acarreaba llenarse de un sentimiento
de fracaso. Todo esto no lo podía controlar aunque su marido la amaba y le daba
lo mejor sobre su rival Penina. Las Peninas no tienen poder y lo único que
hacen es molestar o provocar para que no pidamos y nos enfoquemos en pedirle al
Señor. Su marido le decía que él era mejor que diez hijos, pero eso no le
convencía a causa de la amargura.
SALIENDO DE LA AMARGURA: ORACIÓN Y SOMETIMIENTO
1.
La decisión clave para Ana fue acercarse a Dios, pudo decir hasta aquí
porque no quería ni comer y el malestar lo llevaba hasta el templo. Las Peninas
son aquellas que tratan de bloquearnos cada vez que buscamos a Dios, Ana rompió
con esa historia repetitiva.
Dejó de pelear con sus
fuerzas y este acercamiento que lo hizo postrándose trajo el desahogo de su
amargura la cual se le permitió con el llanto, algunas personas no pueden
llorar delante de Dios y no puede ser que solo el sufrimiento provoque llanto,
y es que al acercarnos a Dios es la mejor decisión. Para que la oración llegue
a él nos permite descargarnos para que no haya estorbo y podamos alcanzar la
intimidad. Si estamos con enojo tenemos que recibir de parte del Señor ese
alivio que permita llegar a él.
2.
El siguiente paso fue hacer un voto, una promesa que si Dios cumplía su
parte (que le diera un hijo varón), Ana tenía que pagar la suya, es decir que
la promesa era entregar al niño dedicado al Señor toda su vida y sería nazareo.
Este voto no la dejaría con pérdida como algunos pensamos porque al destete lo
entregó, pero las satisfacciones como hijo las tuvo en abundancia pues fue
sacerdote, profeta y juez.
3.
Lo más significativo y que superó los dos pasos anteriores fue someterse
a la ministración del sacerdote Elí, pues la confundió como una mujer ebria,
pero la respuesta de Ana fue sin amargura al contestar: no señor mío son una
mujer atribulada de espíritu, es decir que ha pasado por durezas y situaciones
difíciles, no dijo estoy amargada. He derramado mi alma delante del Señor, fue
su explicación, es decir me he podido desvaciar.
Esto le trajo la respuesta
de Dios usando al sacerdote dentro de su ministración, gracias a que se había
vaciado y el Señor le había permitido hablar de manera correcta al sacerdote.
LA ORACIÓN EN EL ÉXITO
El
éxito al haber salido de esa situación lo expresa Ana en 1S 2:1, estas características son claras para quien
ha pasado una situación difícil y alcanza la bendición, pues hay un cambio en
las diferentes áreas de su vida como lo describe el capítulo 2.
·
Mi corazón: dijo Ana que su corazón se regocijó en Jehová, comparado a
aquel tiempo cuando estaba amargada y no podía saltar de contenta como después
de recibir un milagro.
·
Mi poder se crece en el Señor: esta situación de poder la pudo sentir al
saborear la victoria, la obra que Dios le permitió obtener. Así nos agrandamos
en el Señor, cuando se supera la amargura en la oración, nos sentimos con su
poder aunque sin separar los pies de la tierra.
·
Mi boca: esto nos señala un área importante para el hombre: el hablar.
Lo que decimos limita o expande las oportunidades de operar del Espíritu Santo,
porque cuando tenemos temor nuestra boca no demuestra confianza en el Señor,
pero ahora Ana podía hablar contra sus enemigos que la habían amargado, es
decir que ya no estaba bajo ese yugo.
Entonces
se pudo alegrar en la salvación otorgada por el Señor, la libertad que le había
dado, la prosperidad que llegaba a su alma aunque no tenga que ver con lo
material, su estado de bienestar era de plenitud alegría y paz.