domingo, 30 de octubre de 2011

Por qué sentirse separado del pueblo de Dios


Texto bíblico:
Isa 56:1 Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. 56:2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo[a] para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.

Isa 56:3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco.

Isa 56:4 Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo,[b] y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, 56:5 yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá.

Isa 56:6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo[c] para no profanarlo, y abracen mi pacto, 56:7 yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.(A)


La obra de regeneración para el Señor es importante pues espera que seamos integrados a su iglesia y que podamos sentirnos partes y no separados de ella. Esto en la iglesia primitiva era una realidad donde estaban unánimes juntos.

Cuando nos sentimos separados, estamos aislándonos de muchas de las atenciones y cuidados que son bendiciones que llegan de parte del Señor como bendiciones al pueblo o una general, sin omitir que también existen las bendiciones particulares o individuales. Por ejemplo cuando somos ciudadanos de una nación tenemos beneficios generales simplemente por el hecho de tener esa nacionalidad, pero resulta que si alguien no alcanza a recibir esos beneficios por ser de un grupo especial el esfuerzo del estado es para alcanzar esos beneficios o derechos, así hay bendiciones que no se completan si no las recibimos colectivamente como nación o como congregación.

En el antiguo pacto en primer lugar se tenía que guardar la ley y el día de reposo, esto era para todo el que era parte del pueblo de Dios, el llamado era ese, sin embargo existían otro tipo de "minorías" que se sometían a este pacto pero que se sentían excluidos. En esta porción se habla de dos grupos: los extranjeros y los eunucos, que eran especiales a los ojos de muchos o de ellos mismos pero para el Señor era posible bendecirlos como bendecía a los demás del pueblo.

Existen dos excusas de los que se sienten separados o ajenos a la bendición como pueblo o congregación:

No diga el extranjero: El Señor me mantendrá separado de su pueblo. Por ser extranjero no se podía decir que lo excluirían de su pueblo, es decir que no los tomarían en cuenta nada.

¿Qué tiene el extranjero de diferente, cuáles son sus diferencias? Se supone que esas diferencias son las que no hacen que quepa en la bendición cómo pueblo. Aunque el Señor dice a los extranjeros que se entregan a él que no deben decir que los tendrá separado de su pueblo.

Esta es una tendencia que si somos diferentes o extranjeros, foráneos o ajenos, no sentimos separados. Las diferencias podían ser de raza, color, hablado, diferencias físicas, pero independiente del origen o de dónde se fuera siempre pensaremos que somos mejores. También hoy algunos se sienten extranjeros o ajenos y piensan que el Señor les discrimina y que no tienen del Señor lo que se merecen. Existen hermanos que optan por estar separados porque se sienten superiores y exigiendo del Señor un tratamiento especial como una minoría pero no para integrarse y unirse sino para definir superioridad.

El eunuco no diga: No soy más que un árbol seco. Esta es otra excusa común donde alguien puede sentir que no sirve para nada, que no es apto, o que por no tener la capacidad en alguna área de su vida (el eunuco no puede engendrar y tiene anulada su área sexual), entonces el sentirse menos que los demás por su condición era algo que no les permitía recibir la bendición colectiva, esto por supuesto era una limitación en su mente.

El árbol seco es entonces un árbol sin semilla, o sin estaca verde que se pueda multiplicar, es decir sin posibilidad de reproducción. Si era una esterilidad en la parte física no debía proyectarse al área espiritual, sin embargo esto lo hacemos porque nos confiamos en nuestra mente y no en la fe. Es una tendencia común tratar de proyectar aquellas áreas estériles y pensar que ese fracaso no nos permite tener realización y bendición en otras.

Promesas de Dios al superar la separación. El superar aquellas cosas que nos separan nos abren las puertas de bendiciones nuevas. A los eunucos que se concentran en guardar su pacto, y no en estarse enfocando y ocupándose en su esterilidad, pues esto no abonaría nada para mejorar en lo espiritual, el Señor haría cosas especiales.

En el verso 4 se les pedía guardar los días de reposo, y guardar es cercar o defender los días de reposo; escoger lo que el Señor quiere, que es seleccionar o tomar buenas decisiones haciendo lo que el Señor quiere, no lo que nosotros queremos y lo que vemos mejor; y además abrazar su pacto que no es más que atrapar y no dejar, es ser obstinado con el pacto esto denota la alianza entre dos personas que no se debe dejar.

La promesa es: Les daré lugar en mi casa dentro de mis muros y nombre mejor que el de hijos e hijas, nombre perpetuo. En otras palabras les daría victoria en aquello que consideraban ellos un fracaso en su vida. Así es para todo el que pone al Señor como su prioridad, los fracasos llegan a ser victorias, éxitos que demuestra su obra en nosotros por pertenecer y por no separarnos.

A los extranjeros que sigan al Señor para servirle –esto era contrario a lo que hacían los eunucos que era servir- si vemos que los eunucos eran eunucos para poder servir mejor dentro del palacio del rey, sin embargo aquí se les pide al extranjero que también amen para llegar a ser sus siervos, porque el servir a Dios nos obliga a ser humildes, el mayor es el que sirve.

La promesa era que serían llevados a su monte santo, y allí los iluminaría en sus rostros para estar contentos en su casa y en su altar, esto es ser parte de lo que era limitado. Si ministraban en su templo era algo que haría que los propios Israelitas no los miraran diferentes a ellos como extranjeros. El Señor quiere iluminar nuestros rostros haciéndonos sentir gozosos de satisfacción porque nos ha ayudado y nos sentimos realizados porque ha valido la pena nuestra vida en el Señor superando toda separación.