domingo, 25 de diciembre de 2011

Triunfando dondequiera que vayas

1Cr 18:1 Después de estas cosas aconteció que David derrotó a los filisteos, y los humilló, y tomó a Gat y sus villas de mano de los filisteos.

1Cr 18:2 También derrotó a Moab, y los moabitas fueron siervos de David, trayéndole presentes. 1Cr 18:3 Asimismo derrotó David a Hadad-ezer rey de Soba, en Hamat, yendo éste a asegurar su dominio junto al río Eufrates.

1Cr 18:4 Y le tomó David mil carros, siete mil de a caballo, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó.

1Cr 18:5 Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós mil hombres. 1Cr 18:6 Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. 1Cr 18:7 Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén.

1Cr 18:8 Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce.(A) 1Cr 18:9 Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de Soba,

1Cr 18:10 envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce;

1Cr 18:11 los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec.

1Cr 18:12 Además de esto, Abisai hijo de Sarvia destrozó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas.(B) 1Cr 18:13 Y puso guarnición en Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David; porque Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba.


Al hombre espiritual le es difícil creer que pueda tener victoria donde vaya, porque no solo es por cuestión de fe sino de mantenerla, o mejor lo que hace que crezca, porque podríamos pensar que solo es el deseo de vencer, lo que hará que venzamos y que lo demás se dará, pero en la realidad lo más difícil es mantener un deseo real que venga de Dios, que nazca de la fe.
Cuando el rey David quería hacer casa al Señor el profeta Natán lo vio como algo bueno y aprobó sus planes, pero el Señor no se lo permitió y más bien se la hicieron a él, aunque humanamente tenía buenos deseos para algo sublime. Esto comprueba que no se trata solo de motivación personal sino de lo que el Señor desea que hagamos según sus planes.

A David le permitieron que acopiara todos los materiales que necesitaba para la casa del Señor y que él no construiría sino su hijo Salomón. Esto significa que el propósito de las cosas que motivan será siempre superior a los deseos de puramente humano.

Hoy día muchos cristianos estamos tentados a pensar que solo se trata de buena motivación para que el Señor nos lleve de victoria en victoria y de triunfo en triunfo.


Qué significa el triunfo. Siempre se piensa como sinónimo a victoria pero debemos considerar no solo el momento cuando se vence al enemigo, sino desde que se inicia, mucho antes de victoria en sí, y perdura después de la victoria, triunfo significa estar abierto, ancho o libre, estar seguro, por lo que nos dice de alguien que no lo detiene nada.
Si lo vemos en la guerra era algo clave, decisivo para vencer al enemigo, pues no se podía ir vencido a la batalla, con poco ánimo o azorados (con temor de aquel que es perseguido). Sin embargo podemos sufrir este tipo de situaciones, que cuando deberíamos ir seguros no vamos tan seguros. Si todas nuestras campañas o batallas saliéramos con decisión, y si saliéramos con ánimo de darlo todo, sería distintas nuestras vidas.

A veces iniciamos las campañas porque nos sentimos respaldados por otros, nos dejamos ir por lo que otros dicen pero sin ser contagiados también del valor para actuar. Cuando ocurre esto, vamos caminando sin sentimos seguros. Cuando no hay seguridad podemos sentirnos perseguidos, y esto ocurre cuando empezamos a correr, el problema es que muchos no sabemos que lo estamos haciendo.

Si alguien que corre perseguido y se detiene a pensar que si va a seguir en campaña es porque va a enfrentar lo que venga, sin importar que pueda salir afectado, es entonces cuando tendremos paz y claridad, y somos fortalecidos, pero el que corre puede hacerlo más por el temor de enfrentar las batallas que por los mismos daños. El enemigo quiere que nosotros no sintamos perseguidos porque ahí no hay capacidad para enfrentar, porque es como que nos sintiéramos culpables y lo estemos aceptando.


¿Qué debe hacer el triunfador? Pareciera que se tiene el estereotipo del triunfador que tiene facilidad de palabra y como un político o comunicador que practica sus frases y respuestas, pero no es así como se ve muchas veces con diferentes líderes del Señor, ejemplo de esto es Moisés que no podía hablar, por lo tanto era todo lo que se podía ver que hacía, de igual manera David no se desanimó por no poder hacer la casa de Dios y felizmente acopia todos los materiales necesarios.
El triunfador derrota al enemigo porque sabe que se lo ha entregado el Señor y no quiere que lo domine. De igual manera también nosotros tenemos que vencer aquellas cosas que nos dominan y nos han robado bendición. Uno de estos eran los filisteos (v.1), y moabitas (v.2), los cuales le fueron tributarios, es decir que sintió confianza como para que le sirviera.

Tomó David los instrumentos de guerra, entre estos carros, caballos y otros que los desjarretó (los hizo bajas sin matarlos). Esto parece conveniente cuando se tiene control y se está vigilante de la situación. De igual manera nosotros debemos quitar el poder a los instrumento de aquellos que quieren dañarnos cuando está a nuestro alcance.

Tomó escudos de oro, que aunque fueran de oro no quería decir que pueden defender mejor, sin embargo David los llevó para el templo, y de igual manera tomó bronce para el templo. Esto significa que David tenía en mente para qué utilizaría las cosas cada vez que se enfrentaba a los enemigos.
Pero, ¿qué hace el triunfador con el que se adelanta a regalarle? Toi rey de Hamat (v. 9), viniendo de Siria mandó a regalarle utensilios de oro y plata por haber derrotado a su enemigo. David los recibió y no peleó con ellos porque no era un hombre sanguinario sino uno que había sido levantado por el Señor para controlas a todos los enemigos alrededor.

Tomó posición poniendo guarnición en Edom, es decir tampoco dejaba sin hacer lo que venía, es decir que se tomaba la tarea de lo que llegaba después de la guerra. El cristiano que triunfa debe asumir las responsabilidades que trae la victoria, es decir que el triunfador hace lo que viene que es poner control y devolver la paz y la producción, para que no solo sea destrucción.

El Señor daba el triunfo a David dondequiera que fuera y nosotros también estamos llamados a tener triunfo en nuestra vida por la obediencia en seguir el propósito del Señor, así como David lo entendió.