Texto: Josué 14:6-15
6 Y los hijos de Judá vinieron a
Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que
Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti. 7 Yo era
de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió de
Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le
traje noticias como lo sentía en mi corazón. 8 Y mis hermanos, los que habían
subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios. 9 Entonces
Moisés juró diciendo: Ciertamente la
tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.
10 Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta
y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando
Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y
cinco años. 11 Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza
para la guerra, y para salir y para entrar. 12 Dame, pues, ahora este monte,
del cual habló Jehová aquel día; porque tú
oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y
fortificadas. Quizá Jehová estará
conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho. 13 Josué entonces le bendijo, y dio
a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad. 14 Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de
Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había
seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. 15 Mas el
nombre de Hebrón fue antes Quiriat-arba; porque Arba fue un hombre grande entre
los anaceos. Y la tierra descansó de la guerra.
El Pastor de los
pastores puede tener dos posiciones para guiar a su pueblo, adelante o atrás
del rebaño. Cuando está al frente se asemeja más cuando el rebaño o el
cristiano está dispuesto a seguir sus promesas, por el otro lado cuando el Señor
toma la posición de la retaguardia es posible que necesita empujar al rebaño, y
para esto necesita usar algunos medios o recursos que son respuesta al
descarrío o alejamiento.
Las promesas de
Dios es la parte positiva de motivación en el caminar espiritual, porque es un
mover voluntario, es un deseo de alcanzar lo que nos han prometido y en este
proceso somos transformados por el Señor, contrario a lo que algunos pueden
inclinarse más, que la corrección es la más eficaz cuando se pasan desiertos, o
tratos o juicios. Cómo no desea el Señor que nos movamos por sus promesas y no
porque alguien piense que existe una amenaza de fracasar en la vida, pensando
en las innumerables formas de fallar y no en las infinitas misericordias.
No toda promesa
hace cambios buenos en las personas, así como se intenta animar con una promesa
al joven de parte de su padre que ofrece quizá la empresa familiar, sin embargo
puede haber diferentes respuestas, algunos jóvenes no querrán hacer mayor
esfuerzo en sus estudios ni ser diligente, sin embargo otros pueden hacer lo
contrario y con la promesa cambiar sus vidas. Las promesas entonces son
importantes para el cristiano para que las tome en serio, para que ese proceso
lo transforme así como lo hizo Caleb, al contrario de los otros diez que
hablaron mal de la promesa de Dios acerca de la tierra prometida.
EL ANTECEDENTE: LA
PROMESA LLEGARÁ EN SU MOMENTO
Siempre es
importante de dónde arranca una promesa y en esta historia podemos aprender que
cuando el Señor ofrece algo lo cumplirá. Moisés fue el instrumento a través de
quien le fue dada la promesa a Caleb quien no dudó en que la recibiría a pesar
del tiempo que transcurrió.
Algunas no son
instantáneas y muy pocos quizá estarán dispuestos a esperar 45 años para que se
cumpla una promesa; no es que no quiera el Señor darla, sino porque tienen que
cumplirse muchas cosas en la vida de quien la recibirá para que pueda
aprovecharla y disfrutarla. Algunos cristianos dejan pasar la promesa como el
surfista que deja pasar una ola buena, otros se suben en ellas pero luego al no
esforzarse caen por el temor, y otros aprenden a mantenerse sobre ella y
alegrarse y disfrutar sobre ella.
En muchos
cristianos desfallece su corazón cuando no llega la promesa, y podemos
preguntarnos entonces, ¿quién es el que puede esperar las promesas sin darse
por vencido?
EL CARÁCTER DE
DIOS EN CALEB
Sin duda existía
una coincidencia en el sentir de Caleb y su proceder, y el sentir de Dios para
el pueblo de Israel. Cuando fueron los espías a reconocer la tierra se requería
que además de ser diligentes, tener buena condición física y saber hacer la
labor de espiar, tuvieran un carácter especial que fuera acorde con el sentir
de Dios.
Muchas actividades
en la vida requieren empeño y no darse por vencido y algo todavía superior es
mirar como oportunidades donde los demás miran peligros o fracasos. Lo que
ellos llevaran como noticia al pueblo sería clave para el ánimo, porque de
verdad algunos esperamos que nuestros líderes nos contagien de lo correcto: de
ganas, de energía, de victoria; sin embargo diez de aquellos espías no fueron
responsables con el sentir del Señor pues no alcanzaron a darse cuenta el
impacto que tendría en el pueblo.
Existe gente
especial y aún cristianos que hacen desfallecer el corazón de los demás
metiéndoles temor, desánimo, desesperanza. La palabra de Caleb fue de confianza
en el Señor, quien les ayudaría a conquistar aquella tierra. No hablamos que
mintió o que dijo mentirillas blancas, sino que sabiendo los obstáculos los
puso a la par del Señor, entonces todo gigante tiene que volverse enano.
Muchos no
cumplimos al Señor en dar ánimo y debemos revisar, pues cuando no aceptamos lo
que el Señor nos manda y al contrario reclamamos, venimos a ser un mal ejemplo
para con los demás, y todavía se vuelve más crítico si presidimos en alguna
labor ministerial. Caleb nunca reclamó la promesa hasta que llegó el momento de
Dios.
EL CAMBIO INTERNO PUEDE
SER IGUAL A LO PROMETIDO
Junto con la
promesa vienen beneficios adicionales que no se pueden ver en el momento en que
es dada, aunque el tiempo (gr. cronos), parece tener más fuerza que la
oportunidad completa o la ocasión para nuestra vida (gr. kairós). No importa
cuánto tiempo debe pasar, lo importante es que se cumpla todo lo que trae esa
oportunidad de Dios. Algunos de estos beneficios fueron:
·
Dios
da vida junto con la promesa. Normalmente no
lo miramos como ventaja, pero si la promesa es de largo plazo, entonces nos
está dando vida para que la alcancemos a ver, si por el contrario es de rápido
cumplimiento, entonces se recibe poca vida en cuanto a tiempo. Simeón esperó el
cumplimiento de la promesa hasta que tuvo al Señor Jesús en sus brazos en el
templo cuando fue presentado, además recibió revelación extra a la promesa de
su vida y el ministerio del Señor Jesús.
·
La
promesa traía fuerzas adicionales. Esta implicaba
la conquista de un territorio: Hebrón y para esto era necesario la fuerza
humana mínima y una adicional de Dios; El Señor le dio no solo vida a Caleb
sino la misma fuerza de hacía 45 años.
·
Nos
hace prepararnos en el cómo conquistar. El conocimiento
de la dificultad de conquistar eran dos principalmente: los gigantes y las
ciudades grandes y fortificadas. Este conocimiento y el tiempo le dieron la
oportunidad de prepararse para la conquista y no le desalentó sino que vio las
cosas del lado correcto y pudo pensar si hay gigantes entonces venceré gigantes
pues la promesa está delante para ayudarnos a ir más allá. ¿Cuánto tiempo hemos estado pensando en cómo el
Señor nos ayudará a superar las dificultades para alcanzar la promesa?
El “quizá el Señor
estará conmigo y los echaré”, mencionado en el verso 12, lo dijo Caleb pero no el
quizá de duda sino el de esperanza, pues el Señor estará con él para echar a
los gigantes aunque estén en ciudades fortificadas. Llegará también para
nosotros el tiempo de sacar gigantes, de echarlos pues usurpan nuestra heredad
de bendición y esto no ocurre si no hay una promesa contratada de verdad por el
cristiano.
A
Caleb se le podía pasar el tiempo si no reclama su promesa, para otros apocados
o pusilánimes no se habrían atrevido a reclamar la promesa porque no sienten el
respaldo del Señor. Tenemos que preguntarnos en qué situación nos encontramos
para pedir, pues Josué no detuvo la promesa, al contrario la validó y esta fue
al parecer la última batalla para que después descansara la tierra de la
guerra. Debemos tener en este final la imagen de Caleb
sobre el monte mirando alrededor después de haber echado a los gigantes, así
también nosotros debemos mirarnos allí en la cima del monte como tomando lo que
el Señor nos quiere dar.