lunes, 5 de marzo de 2012

Casa estable


2Sa 7:7 Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro?
2Sa 7:8 Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; 2Sa 7:9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra.
2Sa 7:10 Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, 2Sa 7:11 desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa.
2Sa 7:12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 2Sa 7:13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
2Sa 7:14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo.(A) Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; 2Sa 7:15  pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.
2Sa 7:16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. 2Sa 7:17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.
2Sa 7:18 Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?
2Sa 7:19 Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová?
2Sa 7:20 ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová.

Estabilidad es algo que el hombre busca en la vida pero muchas veces cuando cree que lo ha encontrado se le va de las manos y como que no es posible conseguir. La vida sin el Señor seguramente que fue sin estabilidad, con muchas alteraciones en alguna u otra área de nuestra vida aunque quizá se creía que estábamos bien. En el camino cristiano podemos sentir inestabilidad y no gozar de la casa estable que el Señor promete, debido por supuesto a muchas razones: la principal fuente de inestabilidad son nuestros yerros, nuestras faltas, nuestros pecados que vienen a alterar todo y a alejarnos de Dios aunque se esté en el medio cristiano, y una vez alejados del Señor todo se arruina, se corrompe.

Algunas personas compran su estabilidad a un precio bien alto, personas que quieren su casa estable y aunque no tengan lo principal de la familia que es el amor, aguantan para obtener las demás cosas que supuestamente les da seguridad. El nombre piensa siempre en lo material como la primera fuente de estabilidad en la vida, como si esto realmente nos diera la seguridad necesaria para el verdadero bienestar de la vida.

La promesa de Dios es darnos estabilidad en la vida aunque sea complicada, aun cuando pensemos que ya no es posible que alcancemos esa meta, aunque nuestro origen sea de conflictos o nuestra infancia haya sido inestable, eso no quiere decir que Dios no lo pueda hacer. Puede existir que firmeza en las condiciones más turbulentas de la vida, porque la estabilidad está en el Señor y nuestra relación con él más que en lo externo.

El Señor puede darnos estabilidad. David fue tomado del redil de detrás de las ovejas, porque era quien estaba a cargo de las ovejas, guiándolas, cuidándolas de las fieras, apacentándolas en buen pasto y agua. Esa imagen que nos resulta de lo que hacía con las ovejas nos hace pensar que gozaba de estabilidad aun con su situación no muy favorable con sus hermanos y su propia familia, a David no lo había condicionado a ser inestable porque tenía una buena relación con Dios.

Así los cristianos pensaban estar en cierta estabilidad cuando el Señor les llama, y pareciera que se ha perdido algo, porque a diferencia de David podríamos decir: yo estaba bien como estaba, apacentando ovejas, me sentía con mucha estabilidad, sin embargo el Señor, le llamó para ser príncipe de su pueblo sobre Israel. Tenía que dar de esa estabilidad a toda una nación, ese secreto que le había servido tenía que compartirlo.

Del redil al trono. Esta etapa fue muy turbulenta para David, de alguna manera era muy complicada porque tuvo enemigos de gratis, fue perseguido por el mismo rey. Esta etapa fue de inestabilidad externa pero no por el pecado, pues el pecado desestabiliza, pero en ese caso se sabe por el qué, el propósito por el que se encontraba en dicha situación, por esto es dañino el juicio, la crítica; si alguien se atrevía a decirle a David que toda esas dificultades le llegaban por algo oculto que había hecho, sin duda estaba pecando.

La transición ocurre cuando estamos estables, es decir cuando se ha salido de las principales luchas que nos puede mantener en inestabilidad. David era estable, alababa y danzaba, era músico, y la presencia de Dios se manifestaba en su vida. Ese era el mejor momento de partir hacia el trono, porque podía entender la razón por la que atravesaba esa inestabilidad. Así también nuestro Señor Jesucristo fue sacado de su estabilidad como hombre y cuando comenzó su ministerio fue muy inestable que ni siquiera tenía lugar donde recostar su cabeza, pero su estabilidad venía del Padre, y esto sorprendía a todos aun a Pilato.

En esa condición fue que llamaron a David y el Señor le dice en el verso 9, que en esa transición él le ha acompañado en toda situación que había sufrido, por esa razón todos sus enemigos fueron destruidos para que llegase hasta allí.

La salida de David era con un propósito claro porque él era primicia de lo que quería el Señor hacer con Israel, llevarlo a estabilidad, plantarlo en su lugar definitivo, sin ninguna aflicción. Por esto era necesario sacar a David de ahí, para llevar estabilidad a la nación. Nosotros seremos trasplantados al lugar definitivo donde seremos plantados para siempre, ese estado es mejor que el actual, pero no se puede llegar ahí sin pasar por lo que vivimos. Esto es como una semilla de hortaliza que primero se siembra en un lugar pequeño para darle toda la atención en los momentos más difíciles y luego ponerlo en lugar definitivo donde podrá resistir las dificultades, así fue para David y también es el plan con nosotros.

Estabilidad final. Este es lo que esperamos que llegue, y la llegaremos a tener en esta tierra aunque parezca que se tarda. El Señor es quien nos dará casa, porque es el único que nos puede dar esa estabilidad completa, descanso, seguridad, y donde los hijos del malo no son aflijan ni abatan. En lo que sentimos hoy inestabilidad es donde el Señor está ayudándonos a que aprendamos a salir de ahí, para que seamos fuente de estabilidad para otros, porque una persona estable hace una gran diferencia en una casa, pero también al contrario una persona inestable lleva inseguridad y hace tambalear una casa. El padre del hijo pródigo dejó que le quitaran la estabilidad, aunque parecía que estaba perdiendo cuando dio a su hijo lo que le exigía de su herencia, pero al final vemos que recuperó en su totalidad la estabilidad porque lo que parecía libertad para su hijo era su propia disciplina y golpe que lo devolvería a los brazos de su padre.

Esta bendición de estabilidad, después de haber sufrido tanta turbulencia no la creemos y pensamos que no la merecemos, porque David dice: y quién soy yo y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí. Algunos cristianos no creen que el Señor les vaya a bendecir de una manera grandiosa, y que aun le hable de sus planes con su descendencia.

Es importante ver que la estabilidad viene porque le permitimos a él actuar como un verdadero padre y nosotros como verdaderos hijos con derecho de ser corregido con vara de hombre y con azote o golpe de hombres. Esto quiere decir que está a la medida suficiente para que se dé la disciplina, es decir algo que podemos soportar pero que tendrá resultados muy superiores a la molestia que puede representar la disciplina. Esto se puede decir porque el mimo David experimentó la inestabilidad del pecado, pero también pagó un precio bien alto, y la corrección lo volvió al camino.

Esto es lo que hace que la misericordia no se aparte de nosotros, porque la disciplina compromete al que la aplica, al ver la obediencia para dejarse disciplinar, no puede hacer más que hacer todo lo que está a su alcance, viéndose impulsado a hacer misericordia.