domingo, 11 de diciembre de 2011

Es tiempo de comprender

Texto: Deu_29:1-9

Deu 29:1 Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb.
Deu 29:2 Moisés, pues, llamó a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que Jehová ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón y a todos sus siervos, y a toda su tierra,
Deu 29:3 las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, las señales y las grandes maravillas.
Deu 29:4 Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
Deu 29:5 Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie. Deu 29:6 No habéis comido pan, ni bebisteis vino ni sidra; para que supierais que yo soy Jehová vuestro Dios.
Deu 29:7 Y llegasteis a este lugar, y salieron Sehón rey de Hesbón(A) y Og rey de Basán(B) delante de nosotros para pelear, y los derrotamos; Deu 29:8 y tomamos su tierra, y la dimos por heredad a Rubén y a Gad y a la media tribu de Manasés.(C) Deu 29:9 Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis.

El entendimiento del hombre es muy limitado, a veces quisiéramos entender cosas que por nuestra inmadurez es mejor que no las entendamos porque quizá nos pueda desanimar, aunque siempre es necesario comprender para crecer.
En ocasiones en el camino del Señor podemos pasar tiempos que vemos muchas cosas importantes en nuestra vida, pero no sabemos o no distinguimos lo que estamos viviendo, menos aún las cosas que suceden son sobrenaturales. Se puede llegar obviar estas cosas y verlas como algo normal.
Por esta razón los tiempos de reflexión son importantes y llegan muchas veces de una manera inducida y no por iniciativa propia, a veces no despertamos en nuestro interior sino que otro que tiene influencia o liderazgo y nos guía hacia la reflexión porque sabe que es necesario para afirmarnos y para que sintamos la responsabilidad para seguir adelante. Por ejemplo un niño no entiende muchas cosas de los sacrificios que sus padres hacen, sin embargo cuando llegan a jóvenes pueden entenderlo y se puede entrar en una reflexión del porqué de algunas decisiones tomadas o situaciones vividas.
En esta porción vemos a un líder grande como es Moisés que tenía que hacerles reflexionar para que pudieran asumir responsabilidad como nación, porque en definitiva cuando Dios hace cosas grandes en nuestras vidas no es para que sean privadas, al menos a un inicio sí pero cuando se tenga madurez entenderemos los propósitos que tiene. Para el caso tenían que hacer un pacto y para que hicieran el pacto tenían que entender todo lo Dios había hecho por ellos para poder pasar el Jordán y entrar a la tierra prometida.

Mirando pruebas, señales y maravillas. El poner a prueba la fe a través de situaciones que pueden traer sufrimiento, pueden ser vistas de una manera incorrecta, esto porque no se entiende lo que se vive y lo único que se ve es la dificultad, de cómo salir de ella y no se está pendiente de lo que Dios hace ni mucho menos de los propósitos para nuestra vida. Desgraciadamente no toda prueba se supera porque se puede vivir en el desierto de una manera inapropiada.
Mientras se pasa una prueba muchas veces no se alcanza a comprender todas las cosas que ocurren, sino que solo se mira desde el punto de vista de cómo superar la situación, y no de su significado y propósito. Esto habla de lo externo y que se puede volver el enfoque de nuestro vivir, es decir que se hacen los esfuerzos sin mirar más allá.
Las señales y las grandes maravillas aparecen porque son enviadas de parte de Dios para que el hombre se oriente con las señales y para que las maravillas nos llenen de confianza de su poder y creamos en Él, por ejemplo en Egipto por medio de Moisés se pudo ver señales, las cuales señalaban seguir a Moisés.
Las señales no son para los infieles y malvados, porque a es el señor les da la señal del profeta Jonás (Mat_12:39-40), una señal de destrucción que seguramente había tenido al estar tres días en el pez, y si nos preguntamos cómo habrá salido de allí y la señal de la muerte que llevaba para el que desobedece. Esta señal pasa inadvertida para los infieles porque vieron al Señor morir y resucitar y no se convirtieron.

Se necesita corazón para entender, ojos para ver y oídos para oír. Cualquiera de nosotros nos podemos ofender si nos dicen que existen cosas que no podemos entender, pero la realidad es que se necesita otro corazón para asimilar. El corazón de la prueba no está listo para entender las cosas, porque cuando se nos da el corazón para entender, es para afianzar y no volver a entrar nuevamente en los mismos desiertos, es decir que si no llegamos a este punto fácilmente llegaríamos a la misma situación anterior.
Los ojos para ver a los que se refiere son unos que pueden percibir no solo lo externo, sino otras cosas que parecían ocultas y que las pasamos por alto en el momento de la aflicción. Esta es la misma situación de los oídos para oír, porque cuando tenemos los nuevos oídos no nos detenemos a oír las cosas que no debemos, sino las que nos llenan de fe, y toda explicación de Moisés era agradable a sus oídos.

Lo que no entendimos, ni vimos, ni oímos en la prueba. Pasando de noche en el desierto de prueba no vemos las cosas como verdaderamente son, pues siempre se lo atribuimos a otros factores, incluida la suerte como algo determinante; sin embargo el Señor quiere sacarnos de ese error, no para jactarse de la ayuda brindada sino para que podamos crecer como creyentes. Con el tiempo vamos corrigiendo lo que hemos vivido y la participación del Señor.
En el desierto los he traído y para que no sintieran tanto la prueba les he dado cosas para que no desesperaran, como quien dice había un piso o mínimo de bendición y este alcanzaba beneficios que son llevados con sobrenaturalidad, que son verdaderas maravillas y señales que no pudieron ver en su momento.
Algunas de estas son descritas por Moisés: El vestido no se envejeció sobre vosotros, tampoco vuestro calzado; que desde el punto de vista natural fue importante y si lo vemos lo que representa espiritualmente es todavía más grande, porque el vestido significa cobertura que no se envejece, es decir que no hay necesidad de algo nuevo como la ropa cuando ya no nos gusta. Por el lado de los zapatos también habla de que aquel que lleva la palabra no estará incómodo para caminar, Dios proveerá los zapatos correctos que se adaptarán al nuevo cayo o juanete. El hecho de estar en desierto no quiere decir que no se puede llevar palabra a través del testimonio y directamente como cristianos.
Las grandes señales del agua de la roca que orientaban a un pueblo sin vino ni sidra, pudieron sustituir algo que podía ser normal en su vida alejados del Señor, y en el desierto no les hizo falta, es decir llevó consagración obligatoria que en momento no lo podían entender, pues habían aprendido a vivir de una manera diferente. Hasta aun lo más elemental que es el pan para la vida fue cambiado por el maná, pues no solo de pan vivirá el hombre... Muchos podían creer que no hay manera de cambiar de vida pero en la prueba puede cambiar. Ganaron batallas contra ejércitos superiores pero los hice ganar para que tomaran tierra.

Pasando de las señales al pacto. El pacto era con Dios un compromiso, un voto de lo que debemos hacer por nuestra propia cuenta, ya no por las señales y milagros de Dios. El Señor sabía que tenía que pasarse a la fase de responsabilidad, y este es el filtro que muchos no queremos pasar por no disponerse a entender lo anterior, o mejor dicho por hacernos que no lo entendemos, porque si lo entendemos quiere decir que podemos adquirir compromiso con el Señor.
Esta es la prueba de fuego, la de las decisiones propias para caminar en el camino de obediencia pero con normas claras. El libre albedrío querrá imponerse, pero el haber entendido lo que el Señor ha hecho en el desierto nos debería de meter a la tierra prometida. Aquí el Señor sabrá si queremos pasar el Jordán y pasar al cumplimiento de las promesas. Algunos cristianos no quieren adquirir compromiso pero la tierra prometida donde todas las promesas se cumplirán no es un lugar pasivo sino de mucho trabajo, de valentía, no de sentirse víctima sino de los que ayudan porque han entendido lo que el Señor ha hecho.