Texto: 2Timoteo 1:1-11
1 Pablo,
apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: Gracia,
misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me
acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 4 deseando
verte, al acordarme de tus lágrimas,
para llenarme de gozo; 5 trayendo
a la memoria la fe no fingida que hay
en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy
seguro que en ti también. 6 Por
lo cual te aconsejo que avives el fuego del
don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no
nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio. 8 Por
tanto, no te avergüences de dar
testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
Quién de nosotros no quisiera recibir
una carta como la que le envía el apóstol Pablo a Timoteo, a quien le llama
hijo, pero no solo por el amor que le tenía, sino también porque imitaba su
forma de vida y su ministerio; de esto se enorgullecía el apóstol.
Existía en el
apóstol un agradecimiento a Dios por la vida de Timoteo y por la labor que
hacía en el ministerio, al cual le introdujo y le ordenó imponiendo sus manos,
no para hacerlo sufrir, sino como la mejor opción que el hombre puede tener, y
por esto también le aconseja en esta carta sobre aspectos ministeriales.
Pero, ¿cuáles
son los distintivos que se deben tener para merecer estas palabras del apóstol?
Pablo habla de los que tenía Timoteo poniendo también su propio ejemplo y dando
por sentado que también eran características de Timoteo. Qué bueno sería que
también nosotros tuviéramos estas características o que al menos anhelemos y
trabajemos por tenerlas.
LIMPIA CONCIENCIA. Esta era la que tenía Pablo y de seguro Timoteo, esto
era lo que le permitía tener paz para hacer su labor espiritual, para no tener el
conflicto interno de no haber hecho alguna vez las cosas de la manera correcta,
porque quién no se equivoca, pero si obedecemos a Dios no nos sentiremos
acusados por nuestras acciones.
Para llevar
adelante el evangelio con el ministerio presenta dificultades, algunas veces no
todo sale como las personas quisieran y algunos se quejarán o dirán cosas duras
contra los ministros, pero tener la conciencia limpia es saber que aunque las
cosas no salieron a su favor no significa que se hayan hecho con mala intención,
esto es claro por la facilidad de proyección que tenemos los seres humanos de
responsabilizar a otros de mis fracasos. De esto podía hablar el apóstol cuando
no permitió que Juan Marcos le siguiera acompañando a su viaje misionero (Hechos
15:39), porque les había abandonó en el viaje anterior, quizá pudo parecer demasiado
estricto a Bernabé pero con el tiempo se puede constatar en la palabra que existió
reconcilio y Marcos fue usado, útil y colaborador en el ministerio del apóstol.
De esto se deduce que aunque por esta causa Bernabé se separó del apóstol, la
buena conciencia de Pablo le permitió continuar caminando con Silas aunque no
significa que no hubiera lágrimas. Quizá de no haber hecho esa decisión Juan
Marcos no hubiera llegado a ser el colaborador que fue después; tener limpia
conciencia permite entonces seguir a pesar de sentirnos mal por lo que otros no
hacen bien o dejan de hacer, este debe ser un distintivo en aquel que dice ser
ministro.
EL SUFRIMIENTO, O LAS LÁGRIMAS. Este es otro distintivo que si lo
comparamos con lo que actualmente muchos ministros desean posiblemente lo que
esté ocurriendo es que se no se ve como compatible o aun necesario el
sufrimiento, sino al contrario se quiere tener: éxito, números buenos,
prosperidad material ministerial, y si eso no sucede se atreven a decir que es debido
a que el ministerio no es Dios. Por eso las lágrimas son importantes aunque no
estén de moda para que el Señor pueda hacer su obra con ministros del Espíritu,
porque los empresariales se han proliferado, pero quizá un Jeremías, sería
también chazado e impopular en estos tiempos. Las lágrimas de los ministros que
suplican por sus ovejas y por cambios reales van directo a su redoma.
Timoteo inició
su ministerio como todos los ministros del Espíritu con sufrimiento, por aquellas
cosas que pudieron venir de su propia vida, como de aquellas que son iniciadas
desde afuera y que vienen a menguar la obra, a tratar de afectar al ministro,
para que la obra no se lleve a cabo. Discernir esto es importante para saber
por las que se debe llorar y por cuáles no.
SU FIDELIDAD SIN HIPOCRESÍA. La fe no fingida es una
característica clave para el ministerio que tenía que llevar adelante Timoteo. Las
personas hoy en día pierden su fidelidad pues pueden cambiar sin mucha
dificultad en muchas cosas y pareciera que en lo espiritual es lo mismo; existe
resistencia a enfrenar las dificultades optando por el cambio cuando no todo
cabe pues se necesita la guianza de Dios. Hoy muchos hacen cambios de
universidad, de escuela, de trabajo, de cónyuge, y hasta de partido político, y
hablando de lo ministerial, hoy se ve en muchos cristianos que cambian de
pastor con mucha facilidad aun sin conocer bien el ministerio donde se van a
cambiar. La oferta es muy grande y la diversificación ministerial desgraciadamente
no es de forma (que no es peligroso), sino de los aspectos que distinguen al
verdadero evangelio como lo es la doctrina de Dios.
Esta fidelidad
o fe venía por herencia en quienes habían estado en el camino de Dios. Timoteo
no era de las personas que acostumbraban abandonar su fe y por ende su ministerio,
esto es de mucho valor hoy. Desde cualquier posición que tengamos la fidelidad
ministerial es algo necesario pues cristianos fieles en ministerios que no
corresponden a esa fidelidad, el Señor los ha honrado aun en ese lugar
poniéndoles donde corresponde por ser fieles.
DOY GRACIAS Y DESEO QUE SE COMPLETE CON FRUTOS
Sin duda el
apóstol quería que esos distintivos o cualidades dieran sus frutos y existen
detonantes o aspectos que faltan para que seamos verdaderamente productivos. La
finalidad de los ministerios es necesario que se cumpla ante todo pues de lo
contrario no tiene sentido todo el esfuerzo que se puede hacer para que al
final se llegue a tener solo un club de hermanos.
Volver a
encender o reanimar o avivar el don espiritual era necesario, pues el don es
una concesión espiritual que el Señor nos da para que en su Nombre se hagan
muchos beneficios para el pueblo de Dios; esta bendición no debe detenerse pues
dejaríamos de ser una iglesia completa. Muchas cosas tratarán de levantarse
para que no se manifieste el don de Dios, para que el ministerio pierda poder,
por esto no se puede descuidar en todos avivar el fuego para que la unción
fluya donde el Señor quiera hacerlo. No solo dependía de Timoteo pero él sería
el ejemplo.
Para encender
ese don nuevamente tenemos que tener seguridad que el señor nos ha dado un
Espíritu que nos da valentía y no cobardía, pues no existe nada que puedan
hacer en contra de la voluntad de Dios, ya que la obra que Timoteo llevaba
adelante estaba respaldada por el Señor y Pablo lo confirma. Es válido decir
que algunos pueden estar opuestos a que no se avive el fuego pues una iglesia
apagada es buen terreno para la obra humanista y aun carnal.
Lo que nos da
el Espíritu es el poder para enfrentar los aspectos ministeriales que no se ven
a simple vista, pero también nos da el amor para continuar y no claudicar, pues
así como Pablo sentía el amor por Timoteo nunca le abandonaría en la situación
que estuviera, así también nuestro ministerio tiene esa bendición. Además para
avivar el fuego se necesita tener dominio propio, es decir buen juicio, porque
en lo ministerial se tiene que dejar pasar muchas cosas para evitar afectar a
los que quieren avivar el fuego. Ese buen juicio es necesario en muchas cosas y
evitará que nos desesperemos, y que no reaccionemos, sino que podamos continuar
para no enredarse en lo humano sino mantener la mirada en el Señor.
Tantas cosas
que tenemos hoy que agradecer al Señor por todos los hermanos servidores que son
fieles al Señor y al ministerio que les ha dado, por lo que no podemos dejar de
avivar el fuego del don de Dios que está en nosotros, no dejando que nada nos
haga detenernos porque gran recompensa hay para todos sus fieles.