viernes, 16 de agosto de 2013

Mas me agarré del Señor

Mas me agarré del Señor
Texto: 1 Samuel 30:1-10
1 Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. 2 Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino. 3 Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.
4 Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. 5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.
6 Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios. 7 Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David. 8 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.9 Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. 10 Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.

Las situaciones de la vida pueden ser apremiantes y no saber qué hacer en esos momentos, y aquí se distingue el cristiano verdadero, de aquel que no está bien cimentado. Pero, ¿cuáles son las cosas que no nos hacen sucumbir? ¿Qué hacer cuando somos acusados y nos amenazan?
Sin duda es aquí donde quien no está bien agarrado no se puede sostener, y es cuando también se pueden hacer locuras, de las cuales nos podemos arrepentir después. Tener un liderazgo sin duda agrava la situación, la complica, porque precisamente es en quien están puestos los ojos de todos, todos esperan que vamos hacer como líderes.
David era un líder quien tuvo la osadía de vivir en medio de los enemigos de Israel: los filisteos, haciéndoles daño sin ser descubierto; pero se olvidaba de que existían otros enemigos que querían robarle la bendición, los amalecitas se llevaron cautivas a sus mujeres y sus bienes. De esta situación difícil sacó el Señor a David a y a sus seguidores. Sin ser un malhechor vivía entre enemigos porque Saúl se había convertido en el más peligroso, por eso estaba allí, no lo había buscado él.

LA CRISIS
Con el antecedente de héroes por tener el coraje de vivir en medio del enemigo y hacerles daño regresaban a sus hogares a recibir una noticia tan grave, dura y que parecía sin remedio, toda una tragedia.
El detalle a su favor es que dice la escritura que se los llevaron cautivos a todos sus familiares, pero a nadie habían dado muerte. Esto por supuesto que no lo sabían pero en ese momento de aflicción podía pensar que por los daños del fuego en sus casas había también muerto sus familias. Las apariencias externas nos pueden hacer ver peores las cosas de lo que realmente son, por esto podrían pensar que les había pasado lo peor. A nosotros nos pasa lo mismo, nos fijamos más en lo malo externo y sacamos deducciones trágicas de lo que desconocemos y valoramos.
La sorpresa es una característica de las cosas que nos pueden llegar a angustiar sobremanera; existen situaciones que no se espera que nos ocurran, o que creemos que como cristianos estamos blindados a ellas, pero les ocurrió a estos "valientes", y sus reacciones fueron como valientes, ¿cómo fueron?
NUESTRA REACCIÓN EN LA PÉRDIDA
La pero reacción no es llorar pues solo expresa nuestro dolor en la aflicción y los valientes también lloran, lo más revelador es qué hacemos después del llanto. Todos lloraron en fuerte voz ante la impotencia de algo que parecía irreparable, así es cuando creemos que no tiene remedio lo que estamos viendo y a la vez imaginando, porque todavía no estaban seguros de lo que les había pasado a sus familias.
David como líder se angustió el doble, esto es así cuando ejercemos un liderazgo de Dios, y sentimos el doble de aflicción, una parte por la situación propia que también vivimos así como David, y la otra por la reacción de los demás cercanos, en este caso de su ejército.
La segunda reacción después del llanto fue el buscar culpables, hablaron de apedrearlo, este es un gran apuro; sí aquellos que David los había sacado de la nada, quien les había ayudado a darle sentido a la vida (solo esto es un gran desafío, pues quien no lo tiene solo vaga por la vida). David escuchó la murmuración de culpa hacía él.
Encontrar culpable es una reacción en la situación de pérdida en aquel que no ha sido perfeccionado, pues rápidamente su mente o su carne comienza a buscar dónde está el culpable y a imaginarse el porqué de la situación mala que se vive, pero no siempre tiene una causa mala. Culpamos a quien nos ayuda y está con nosotros y olvidamos al malo que hizo el daño reduciendo el mal realizado. Esto puede ocurrir a muchas familias que no pueden salir de la fase de culpabilidad, lo que no deja avanzar en la vida cristiana, porque ¿cómo se puedo sentir David al oír que aquellos que eran cercanos, como hermanos hablaban de matarlo?

MAS DAVID SE AGARRÓ DEL SEÑOR
El verdadero líder debe saber que el Señor y solo él tiene la salida a la situación que se vive, pues el Señor puede responder de diferentes maneras: dándonos consuelo y resignación cuando no hay nada que hacer o, podemos recibir ánimo para actuar correr y pelear para recuperar lo que nos han robado. El fortalecerse no es más que agarrarse para que la corriente de la tragedia, del dolor, de la crisis no nos arrastre, agarrados del Señor seremos más fuerte que la corriente.
Consultar al Señor en esa situación no siempre es fácil, se requiere fe, porque debemos tener la seguridad que responderá a nuestra duda y confusión. Todos estaban confundidos y de esto toma ventaja la carne y David lo sabía, pues el dolor puede afectar lo espiritual reaccionando con la carne.
La respuesta fue que debía perseguir a esos merodeadores, asaltantes, que se aprovecharon de la vulnerabilidad y atacaron cobardemente. Pregunta si los podrá alcanzar y la respuesta fue que sí los alcanzaría y David actuó y los rescató. El asaltante está asechando para encontrar la oportunidad de hacer daño, pero a pesar de que los llevaban cautivos seguían bajo la cobertura de Dios.

Si David no se agarra del Señor se hubiera quedado llorando y por la amargura que tenían lo hubieran podido linchar, pero el Espíritu nos habla y debemos escucharle para tomar la acción que él nos mande. No nos debemos hundir buscando culpables sino buscar al Señor para que nos dé la salida, consultemos con fe y Dios nos dará las fuerzas y el valor para enfrentar al merodeador.