jueves, 16 de agosto de 2012

Rompiendo la asimetría en las relaciones


Texto:Mal_1:6-14
Mal 1:6  El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? 7  En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. 8  Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio,(C) ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.
9  Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.
10  ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. 11  Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.
12  Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. 13  Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. 14  Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

Cuando miramos las relaciones entre las personas es claro que se identifican las desigualdades, y así miramos parejas que están desequilibradas, donde uno lleva una gran carga y la otra parte solo vive, se beneficia y a veces con todo se queja. En las relaciones familias existen desigualdades con el peligro de transmitir sin quererlo el modelo a otros en la familia. Los hijos son los que pueden heredar muchas veces por conveniencia este tipo de relación totalmente desequilibrada con una asimetría que no se compensa por ningún lado.

El joven tiene la bendición si vive en el Señor, de poder avanzar para tener un sentido equilibrado de sí mismo, es decir que su autoestima no esté abultada ni demasiada reducida. Es aquí donde nos cuesta entender por qué se aceptan relaciones totalmente asimétricas, pensando en primer lugar en aspectos como la fe, y la vida de fe. El yugo desigual es amplio y aunque comienza por aceptar una asimetría, se manifestará en muchos aspectos de la vida.

A través de la palabra el Señor nos enseña lo que se puede tolerar, pero también lo que se debe rechazar, lo que puede arruinar las relaciones; cómo es que se acepta el yugo desigual, porque no se nace con el yugo puesto, en algún momento nos lo dejamos poner. Algunos pensaron que podrían soportar esa asimetría, otros pensaron que la situación cambiaría y otros con más atrevimiento creyeron que podían hacer cambiar a la otra persona, olvidando que el Señor es quien puede tocar el corazón.

Existen sin embargo relaciones familiares que vienen dentro del paquete, para el caso de la relación Padre-hijo, donde el padre acepta al hijo con ilusión; la asimetría va en beneficio del hijo y el hijo solo espera atención y beneficios. También está la relación de siervo-Señor donde hay aceptación mutua aunque se sabe también que habrá compensación obligatoria para que funcione esa relación.

Relaciones que traen beneficios: padre- hijo, madre-hijo, esposo-esposa, siervo-señor, amigo(a) - amigo(a). De todas las relaciones las más críticas son relaciones familiares pues tienen los mayores beneficios aunque se presentan los mayores desafíos a pesar que debería ser fácil porque en medio está el amor. Esto es en parte es cierto si se cumplen las condiciones apropiadas, pues aunque se ame si no se cumplen podemos hacer infeliz a la otra parte. El Señor presenta aquí este caso de los sacerdotes en el libro de Malaquías, donde exige algo en la relación, para que no pensemos que tiene que ser asimétrica la relación.

¿Cuáles son los beneficios en las relaciones? Son muy variados y en la pareja es el complemento que nos hará crecer en amor y nos hará sentirnos completos y realizados en aspectos emocionales, en pocas palabras nos pueden dar felicidad. Otros beneficios son más difíciles de reconocer, sino que con el tiempo nos va haciendo conscientes, desgraciadamente entre más tiempo transcurra podemos perder la oportunidad para emparejar cualquier asimetría que exista.

Lo que se demanda en la relación. El Señor demanda honra, o temor, que se manifestará en otras cosas como respeto, tolerancia, lealtad, etc. La honra es sentir un peso o compromiso de no fallar a la otra parte, la más obvia de respeto está en la relación del hijo con el padre, donde la asimetría de beneficios de padre hacia el hijo solo se compensa con la honra. Al hijo no se le exige que devuelva en el mismo orden los beneficios que tiene, sino que se le pide allane la asimetría con honra.

La honra es la manera de devolver los beneficios que se tienen de la otra parte, si el hijo estudia y su padre está pagando y esforzándose en mantenerlo, el hijo debe sentir peso por ese beneficio y tratar de no fallar en los resultados, si esto no se da se estará afectando la relación. ¿Es lo mismo con el Señor? Sí. El también espera que nosotros le honremos y que esté él siempre le veamos por encima de lo que nos da.

La otra relación que el Señor habla es la del siervo y su señor, donde es más crítica, pues el siervo no necesariamente tiene que amar a su señor, pues todo lo hace por el pago o retribución. En la relación de padre-hijo se puede honrar cuando se ama, pero puede ser que el hijo haga bien las cosas no por amor y querer honrar sino que lo hace por el temor. Aquí es clave si tenemos corazón de hijo o de siervo, pues vemos a un hijo pródigo que dijo he perdido mi condición de hijo (aunque era lo contrario), por lo tanto volveré como siervo, pero el padre lo recibió como hijo por su cambio de actitud; lo que estaba pasando que cuando se creyó con derechos y exigía lo que creía que era de él, realmente actuaba como siervo, y cuando se arrepintió actuaba como hijo. Por otro lado el hermano siempre fue siervo y no hijo, pues no pudo alegrarse por su hermano, sino que al contrario reprochó su recibimiento, y el temor en que vivía no le permitió comerse ni un cabrito. El hijo está agradecido por el favor del padre, y el siervo recibe solo lo justo.

Por desgracia si estamos en cualquier relación debería el que no puede amar, al menos hacer las cosas correctas por temor, para vivir en la casa del padre.

La mejor relación: el agrado mutuo. Algunos podemos tener problemas para agradar a otros, esto porque nuestro egoísmo no nos deja mirar aquello que es como un reflejo, que lo que hagamos por agradar a otros se traducirá en bienestar para nosotros porque despertará la necesidad de la otra parte para agradarnos.

Aunque esto parece simple no lo es, por la impotencia del hombre y el Señor nos dice que es necesaria "su piedad" para hacernos el favor para quitar la parálisis que nos impide agradar a otro y no solo a nosotros mismos. Existe una dificultad para hacer las cosas correctamente, pues el enfoque actual es mirarnos a nosotros mismos, el satisfacer nuestras necesidades como prioridad y no entender las necesidades de los demás y mucho menos en esforzarnos agradar a quienes debemos agradar, por no decir con los que tenemos obligación.

Se puede llegar al límite. En el verso 10 habla que sería mejor que cerraran el templo, que se terminara la farsa que también los desgata inútilmente. La Nueva Versión Internacional dice en ese mismo verso: ¡Cómo quisiera que alguno de ustedes clausurara el templo, para que no encendieran en vano el fuego de mi altar! Ya me cayeron mal decía y no aceptaré nada de sus manos. Los sacerdotes llevaron al límite la relación con Dios y el Señor les dice es mejor que cierren el templo para que no ministren por gusto porque de verdad no me agrado de ustedes.

Mantener una relación que le falta la honra, o en su defecto el temor no dará ningún fruto; el Señor se cansó y les pide que terminen la farsa. Esto es grave pues si algunas relaciones se mantienen a veces es por beneficios materiales que obliga a la otra parte a mantenerse, aunque realmente sea la parte que está dando los mayores beneficios, sin embargo el que da lo material está pensando lo contrario. Cuántas personas quedan atrapadas en esto.

Se puede estar tirando y tensando la relación cuando no existe ningún esfuerzo para agradar, y esto puede llevarnos al límite de la desesperación por el desgaste, porque si el Señor se cansa de este tipo de relación, cuánto más como hombres. Qué el Señor nos haga el favor de pedir piedad para aplicarnos en poner agrado en las relaciones que tienen valor a nuestras vidas.

El desprecio de mi mesa. Dicen que asco la comida, y el Señor les da a entender que ese asco no debería existir pues los sacerdotes comían lo que ellos mismos permitían que les llevaran: animales robados, cojos y enfermos, quizá sea por la misma conciencia les hace sentir asco. Lo que el Señor sirve siempre es bueno, pero los sacerdotes que obviaban ministrar al Señor como se debía, no habiendo enseñado lo correcto de lo que se debía ofrendar recibían lo peor y después se quejaban. Algunos desprecian a su cónyuge cuando fueron ellos mismos los que arruinaron la relación o por lo menos no permitieron que se solucionara el problema. Se cumple que se recibe o cosecha lo que se siembra, ni tan siquiera hubo temor al Señor por lo tanto se puede estar recibiendo lo que no esperábamos. El sacerdote que aceptaba sacrificar el animal que se veía enfermo, cuando se preparaba la mesa estaría diciendo ¡qué asco!

Trampa es la que se hace cuando se cambia la calidad de lo que debería agradar, cuando no se hace lo que se promete. Si decimos que regalaremos un anillo de oro y después se lleva uno de un material inferior, ¿agradará esto a una persona? ¿Al príncipe al jefe te atreverás a regalarle una fruta que sabemos que está podrida? Entonces por qué lo haríamos con los que “amamos”. El desprecio es consecuencia de lo que se hemos sembrado, pues para agradar se necesita dar lo mejor porque luego viene la recompensa y puede ser muy buena o también desagradable.

Me desprecias dice el Señor y hasta sientes fastidio pero esto es por la mala ofrenda que traes para agradarme; algunos pueden decir esta relación no funciona, me aburre porque no queremos hacer las cosas que agradan; se tiene que comenzar con lo pequeño y poco a poco se irá creciendo en agrado mutuo. Pero no debemos olvidar que el agrado se acabará si no se tiene agradecimiento a Dios, y también a las personas que nos ayudan.

¿Qué estamos haciendo para mejorar nuestras relaciones y cómo estamos agradando? No existe salida más que agradar y quien no alcance para hacerlo, el Señor puede concederle el favor por piedad.