viernes, 5 de octubre de 2012

¡Ay! la aflicción



Isa 5:8  ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?
Isa 5:9  Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas.
Isa 5:10  Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa.
Isa 5:11  ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Isa 5:12  Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.
Isa 5:13  Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. Isa 5:14  Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba. Isa 5:15  Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos. Isa 5:16  Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia. Isa 5:17  Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños devorarán los campos desolados de los ricos.
Isa 5:18  ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, Isa 5:19  los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos!
Isa 5:20  ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
Isa 5:21  ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!
Isa 5:22  ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida;
Isa 5:23  los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho!
Isa 5:24  Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.

Sin duda alguna que no existe nadie que no se aflija en la vida, y no estamos hablando de la aflicción que viene por aspectos sin control, sino aquellos atribuidos a nuestras decisiones y acciones  que se salieron de la voluntad de Dios. Los aspectos más difíciles son aquellos que sabemos que traen consecuencias malas, pero que no nos detienen, y siguen dando malos frutos en nuestra vida.

Cuando alguien vive una mala situación, ha llegado allí por una serie de sucesos, algunos de ellos en los que no se pudo detener, entonces podemos aprender de esa situación, de esa experiencia, porque podemos llegar a lo mismo, dicho de otro modo tenemos potencial, aunque digamos en nuestro interior no soy igual a esa persona. Todos tenemos malas experiencias que pueden servir a otros para no hacer lo mismo.

Isaías profetiza en Jerusalén posiblemente en tiempo cercano a la deportación a Babilonia, y esta profecía era una advertencia de lo que se avecinaba. Esta experiencia era como toda profecía que advierte las consecuencias anticipadamente.

Los ayes son la expresión de dolor que el Señor tiene por su omnisciencia, ya que el dolor que viene es inevitable, pero el dolor de quien ama es primero, es decir la causa es el ay; la aflicción que sufrirá la persona amada viene después, son las consecuencias, el resultado es inevitable y es el que pensamos que es el sufrimiento. Para el Señor el primer ay es el sufrimiento el de origen, pero nuestra visión puede ser corta y no nos recordamos de los ayes de quienes nos aman y se anticiparon a las consecuencias. Esto es como cuando una persona mayor sabe al mirar la forma de actuar de un joven que hay una cosecha que le vendrá, entonces dice: ay este joven va a sufrir.

Los ayes ¿para quienes? Esta pregunta es clave y aquí se señalan seis ayes que simbolizan al hombre que se puede inclinar por más de alguno de ellos:

1.        Los acumuladores. (v. 8-10) Sin importarles que el tiempo fuera malo seguían acumulando, aprovechando ese mal tiempo para llenarse de bienes, este es un materialismo salvaje que puede llegar a torcer la relación con Dios, vida misma y la familia. La visión se hace corta porque no podían creer que la profecía del Señor se cumpliría y el profeta decía me ha dicho al oído el Señor que esas casas quedarán solas. Esto es hoy común con la brecha cada vez mayor en la población mundial. Vemos que quienes tienen los mayores bienes están aprendiendo a hacer más dinero sin usar a las personas para ganarlo, esto es complicado.

Este es el resultado si acumulamos sin mirar al lado ni lo que el Señor quiere que hagamos; la soledad es una consecuencia, pues queda solo porque lo material solo une por un momento de interés. Lo que tenían y habían acumulado dejaría de producir, y el Señor quería que compartieran, de lo contrario, se volvería estéril la viña y la producción de granos se reduciría a la décima parte de lo que se sembraba. Tiene que ver también con dejarse ganar la batalla de la ambición y avaricia deseando lo material en detrimento de la abundancia espiritual, perdiendo lo mejor.

2.       Los buscadores de placer. (v. 11-13) Este ay es cuando se piensa que la vida es solo para disfrutarla, sin darnos cuenta de lo terrible que pueda estar pasando alrededor, esto nos vuelve insensibles. Cuando no se puede mirar ni considerar la obra del Señor, entonces no queda nada para disfrutar de parte de Dios, y es cuando solo nos atraerá lo sofisticado, lo inalcanzable, y las cosas que son en contra de lo natural. Bienaventurado el niño que se alegra y puede disfrutar un dulce, por ser niño es librado de los males que hay alrededor.

La altivez será quitada con humillación, lo que significa que perdieron la oportunidad de hacerlo voluntariamente, esta es la gran salida que nos da el Señor que tengamos la sensatez. Esta falta de conocimiento del pueblo se trata de tener grandes revelaciones, sino lo más elemental que es guardar nuestra vida anticipadamente, por esto llegaron a Babilonia.

3.    Los que traen la maldad y pecado. (v. 18) El Señor quiere que traigamos las buenas nuevas, la bendición, la fe, la esperanza en el Señor, pero cuando no lo hacemos podemos estar trayendo la maldad atada con cuerdas de mentira, de vanidad, o el pecado atado con coyundas de carreta.

La maldad es más sutil de ver para los demás, pero esa culpa es una cuerda que aunque sea del grosor de un cabello mientras esté con nosotros afectaremos a otros, y poco a poco se apoderará de nuestra vida. El pecado amarrado con correas de cuero ya no se suelta fácilmente al menos que otro las quite, pero por nosotros mismos es imposible; por esto el buey se agacha para que le quiten las coyundas porque su amo lo libera, de igual manera el pecado solo lo puede soltar de nosotros nuestro dueño, nuestro Señor Jesucristo.

El pecado se amarra con coyundas y no se sueltan, pero quisiéramos corregir y salir de esa situación, no se estaría diciendo: que el Señor venga para que sepamos, pues ya sabemos lo que debemos hacer, pero no se quiere actuar, este es el problema. No es falta de consejo por lo que no sabemos, sino porque no accionamos, algunos empantanados en cuántas cosas que ya se ve como imposible salirse, aunque nunca es tarde.

4.   Los que acomodan a su conveniencia el mal. (v. 20) A lo malo le dicen bueno, es tratar de convencer de su mal accionar, y que al final se pueda llegar a creer, para facilitar la vida y no tener que cambiar. La luz la hacen tinieblas, y lo amargo lo hacen dulce, esto tratar también de convencer al débil.

En Jer_4:18, habla de la amargura que llega cuando el pecado no es perdonado, por esto quien está en esa situación quiere hacer parecer que está bien, que lo disfruta, y atrae y confunde a los débiles en la fe, y los hace caer en el hoyo. Muchas veces no se tiene dimensión del mal que se hace con el mal ejemplo haciéndolo bueno con las palabras, pues no sabemos las intenciones o tentaciones que el débil en la fe tiene.

5.    Sabios para sí mismo. (v. 21) Sorprendentemente esta es una de las causas de ay, aunque cualquiera pueda hasta decir: es seguro de sí mismo, por esto se le pasa la mano, pero esto no tiene nada que ver, es sentir que tenemos todo el control y que dirigimos bien las cosas, pero esto está lejos de la realidad, pues nos distanciamos de la obra de Dios en nuestras vidas.

Al sabio para sí mismo lo que hace le parece que siempre fue lo mejor, lo más inteligente, por eso ya no queda espacio para mejorar, sino seguir en el mismo nivel aunque este sea de fracaso. En aquel tiempo se podía ver la señal de Dios así como hoy, que les decía las cosas que vienen, así también no obliga a estar preparados en nuestras vidas, porque eso nos ayudará a salir adelante. Esta falta no es exceso de autoestima, sino falta de reconocimiento de Dios, de aceptar que no somos lo máximo en lo que creemos tener dominio, esa humildad nos permitirá seguir avanzando. Algunos pensaban ser más que el profeta Isaías y esto hace que automáticamente se deseche la voluntad de Dios.

6.   Los que hacen mezclas. (v. 22-23) Los valientes para sumergirse hasta perder la conciencia, haciendo mezclas que pareciera que les hace valientes porque se atreven a jugar con fuego, pero eso los relaja, facilita ceder y hacer otras cosas más graves. La conciencia sobria no permite hacer algunas cosas y es entonces que se debe quitar la sobriedad y esto es cualquier droga como el alcohol u otra. El mezclar es con un fin, no es por gusto cuando se quiere hacer creer que esa mezcla es para mejorar, sí, ¿pero para mejorar qué? No es más que para engañar a otros y a sí mismo.

Adormecida la conciencia se puede aceptar cohecho, y aunque un juez por definición debe impartir justicia se dedica a aceptar dádivas quitando el derecho al justo. Nosotros podemos mirar que esto trae sufrimiento y consecuencias, como las tuvo para el pueblo al ser llevados cautivos.

Bienaventurado quien puede atender a quien nos está poniendo en alerta y nos está diciendo que ya existe un ay en nosotros, esto nos librará de las consecuencias nefastas, porque el estar en el camino y aun tener salvación no nos libra de los ayes. Quién sabe cuánto tiempo hay entre el momento que el Señor dice el ay y el momento en que llega el sufrimiento, este tiempo es de gracia; somos responsables de aprovechar ese tiempo para cuanto antes podamos aceptar que hay alguien que nos ama y que ya está sufriendo por nosotros, y que no quiere que se consuma el otro ay de sufrimiento personal.