domingo, 22 de enero de 2012

Multiplicando la bendición

2Re 4:1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.
2Re 4:2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.
2Re 4:3 El le dijo: Vé y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
2Re 4:4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.
2Re 4:5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.
2Re 4:6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
2Re 4:7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Vé y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

Las promesas de Dios para nuestra vida son muchas y cuántos nos hemos preguntado acerca de algunas de ellas que son importantes que se materialicen en los cristianos por ser parte del Israel espiritual. Un ejemplo importante está en Deu_15:6 Ya que Jehová tu Dios te habrá bendecido, como te ha dicho, prestarás entonces a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado; tendrás dominio sobre muchas naciones, pero sobre ti no tendrán dominio. La promesa era para perdonar deudas a sus hermanos porque a Israel le había sido dada la promesa de no dejarse dominar por tener ya lo que necesitamos, a cambio de endeudarse, por el contrario la promesa es de bendición para poder prestar y no estar bajo dominio y esclavitud.

En Pro_22:7 nos habla que quien toma prestado se vuelve esclavo de su acreedor, sea una persona, institución o el mismo sistema que nos quiere atraer a ser otro cliente. Por eso el joven debe de escaparse del sistema de esclavitud que impera, porque de él sacaran provecho. Contar con la capacidad de no ceder y esperar la bendición de Dios y no comprometer las bendiciones futuras que Dios nos dará, en otras palabras si tomamos prestados sin guianza podríamos estar negociando con la bendición de Dios.

En la porción que estudiaremos nos habla de un siervo endeudado que afectó a su familia al grado de amenazas de que sus hijos se convirtiesen en esclavos por falta de pago, y de cómo el Señor les saca de esa aflicción. No sabemos las razones que presionaron para endeudarse, pero lo cierto es que la tomó sin poder encontrar salida a la situación.

Una mujer necesitada en una situación difícil. La mujer le grita a Eliseo para contarle lo que había pasado y la dificultad que estaba viviendo. Era importante que hablara con alguien que era espiritual y que podía ayudarle, pues muchos contamos a quien no debemos y no nos sirve más que para hacer quedar mal al Señor como que no está obrando en nuestra vida.

Ella no estaba amargada porque pudo haber tenido una actitud incorrecta pudiendo decir que su esposo a pesar de haber sido profeta Dios no le prosperó y lo único que se sacó de servir a Dios es que sus hijos fueran esclavos, en lugar de la libertad que Dios promete.

El siervo había tomado prestado, y cualquiera puede decir que había cometido un gran error, sin embargo no todos recibimos toda la bendición de Dios en todas las áreas de nuestra vida, por esto es importante que no juzguemos la deficiencia aparente de otro.

Las necesidades pueden ser importantes y dejarnos seducir por su imponencia para satisfacer lo que consideramos necesidad imperante, pero el Señor nos insta a no gastar lo que no es comida y de esta manera se reducirían muchas preocupaciones pues todo lo que sobrepasa la comida sería ganancia y estaríamos siempre agradecidos.

Todo lo que el Señor nos da es bendición, y lo que no nos da es parte de las bendiciones futuras que pueden llegar, sin embargo el hombre puede adquirir deuda y con eso lo que hace es comprometer la bendición de Dios que aun no ha recibido, ahí está la trampa.

Qué tienes de valor. Un haber sobresaliente, un patrimonio, para muchos no es cero, ya nos ha bendecido el Señor, pero esta mujer no tenía nada más que una herencia de deuda.

Ella estaba según este mundo en bancarrota, pues solo tenía una vasija de aceite, la respuesta de ella a: declárame o infórmame qué tienes en casa, lo que contestó fue: tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Era una forma de decir que lo único que tenía era de poco valor. Esta es una respuesta natural, con la que no estaba diciendo la verdad, sin acomodarse en su pensamiento y actitud de manera derrotista, pues pudo haber dicho ya no tengo nada porque no me dejó nada mi marido, a pesar de haber servido a Dios.

El siervo quería saber con qué echaría mano pues la solución vendría de algo con lo que ellos contaran y no de lo externo, como un cheque externo de un pariente lejano y rico. Así es también cuando el Señor nos quiere sacar de las situaciones difíciles, y además quiere que haya un cambio en lo más profundo de nuestra vida. Muchos quisiéramos no participar y que se encarguen otros, pero no es la solución porque volveríamos al mismo estado; esto es parecido al que no puede vivir endeudado y al nomás quedar libre de una deuda sale corriendo a adquirir otra deuda.

La solución: derrama tu unción. La solución sería algo difícil de creer para el creyente común pero esta mujer tuvo fe en las instrucciones que el profeta Eliseo le dio. La salida no era que no honrara la deuda aunque el prestamista fuera un usurero, sino que al final manda a pagarle y con lo que quedaba le serviría para vivir.

La solución o mejor dicho el milagro de multiplicación sería en privado, sin que se dieran cuenta los que no vivían en casa (aprovechando que sus hijos aprendieran del milagro), así son las soluciones del Señor cuando quiere que nos encerremos y veamos y aprendamos a disfrutar solo con él lo que hace.

Derramar aceite en las vasijas y mirar que no paraba de derramar y llenar vasijas, debió ser satisfactorio, cuando se vierte el aceite la mujer podía enfocarse en la vasija que se estaba llenando y no en la que se está vaciando, eso es lo que quiere el Señor que veamos donde se llena lo que está vacío, podríamos estar viendo lo que se vacía como nuestro dinero que gastamos. Debemos de ver lo que se está llenando y no lo que se está vaciando porque esa parte es el negocio del Señor, y él sabrá cómo hacer para que no se vacíe.

La mujer aun sin hacer números de lo que valía ese aceite, busca a Eliseo para que le de instrucción de lo que se debía hacer, porque el que se endeuda no está muchas veces apto para tomar decisiones, sino más bien debe seguir instrucciones.

No creemos que el afligido por las deudas pueda hacer cosas maravillosas, porque el aceite es figura de unción o comunicación especial con el Espíritu Santo que nos impulsa a la santidad. Esta unción es suficiente para llenar vasijas vacías de unción, que pone un deseo fervoroso de Dios. Si estamos endeudados no debemos renunciar a la unción, el Señor nos puede usar.

Se vendió el aceite para honrar la deuda y todavía quedó para vivir. Así es la bendición de Dios para cubrir todo y lo más importante nos deja para vivir, pues la mujer ya conocía el secreto de la multiplicación.