1 Venid y volvamos a Jehová; porque él
arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. 2
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos
delante de él. 3 Y conoceremos, y proseguiremos
en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros
como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. 4 ¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh
Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la
madrugada, que se desvanece. 5 Por esta causa
los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y
tus juicios serán como luz que sale. 6 Porque
misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que
holocaustos. 7 Mas ellos, cual Adán,
traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí.
8 Galaad, ciudad de hacedores de iniquidad, manchada de sangre. 9 Y como ladrones que esperan a algún hombre, así
una compañía de sacerdotes mata en el camino hacia Siquem; así cometieron
abominación. 10 En la casa de Israel he visto
inmundicia; allí fornicó Efraín, y se contaminó Israel. 11 Para ti también, oh Judá, está preparada una
siega, cuando yo haga volver el cautiverio de mi pueblo.
Una
inquietud que siempre suena es ¿por qué razón algunas personas que llegan al
Señor se alejan, y por qué es tan difícil que regresen a sus caminos? No
sabemos qué es lo que pasa en sus corazones ni en sus mentes para que no les
permita regresar al camino, sin embargo el Señor siempre nos da razones claras
que algunas veces no queremos escuchar.
El
ser humano provoca sus propias crisis en su vida, algunas veces complicadas de
resolver, pero sin duda provocada por nuestro mal proceder, pues esto es causa
suficiente para sentirse mal y alejarse del Señor; podemos simplemente pensar
que no somos responsables de los problemas y se llega a decir: por qué permitió
que pasaran esas cosas que me han afectado a mí y a las personas que amo, y
quizá al final se termina mirando hacia dentro a nuestras propias malas
acciones.
Lo
peor que puede pasar es quedarnos lejos del Señor pensando que las cosas
mejorarán por sí solas, como parece que a otras personas les ha funcionado (o
como dicen el tiempo lo arreglará), sin embargo para el verdadero cristiano, al
que es hijo no es así. Esta porción de la biblia nos habla de una profecía dada
por el profeta Oseas que viene a dar una palabra de solución antes que llegara
la crisis, resultado del juicio de Dios por la desobediencia e infidelidad del
pueblo por haberle dejado y seguido a otros dioses.
La
profecía dice que no hay otra alternativa que Dios para ser restaurado y puesto
nuevamente en la vida, por esta razón la voz sigue diciendo: venid y volvamos
al Señor. No existe para el verdadero hijo otra salida porque lo que se hará es
profundizar la crisis con el agravante de encallar y perder toda sensibilidad y
quedarse lejos de él.
VENID Y VOLVAMOS A JEHOVÁ
En
el caminar cristiano en esas crisis por el juicio, existen algunos tipos de
daños que vienen del alejamiento de la bendición de Dios, aunque puede un día
llegar a reconocerse siendo un gran avance y un buen inicio. Se habla que
tendrían dos tipos de daño en sus vidas (de manera general), provocado por:
El
arrebato. Esto es el acto de arrancar y tirar los pedazos, despedazar.
Esto es precisamente lo que se puede sentir más allá de las pérdidas materiales,
el corazón hecho pedazos, es la vida hecha pedazos. Este daño parece que no
tendrá remedio sin embargo el Señor dice que sí lo tiene cuando nos volvemos al
él, porque él curará, y esto significa propiamente remendar con puntadas. Justamente
es lo que hace el Señor ya que puede remendarnos sin que se nos note el
problema. Por eso quienes vuelven pueden experimentar el perdón y la
restauración de los daños más profundos de su ser.
Las
heridas. Ser golpeado, abatido, afligido, estas son las situaciones
que vivimos cuando hacemos mal las cosas sin tomar en cuenta a Dios, cuando
perdemos su protección pueden pasar que nos golpeen y afligen en la vida. El
reconocimiento y volver al Señor trae como bendición el ser vendado para parar y
restaurar el daño, esto solo él lo puede hacer pues se acerca y venda las
heridas con cuidado poniendo el aceite que sanará los golpes y las heridas
aunque parezca imposible recuperarse.
El
Señor restaura el daño pero necesitamos más para que ese paso sea firme, porque
muchas veces nos preguntamos por qué alguien no vuelve al Señor y el profeta
Oseas habla de las consideraciones que deberíamos hacer para volver y que sea
de bendición. La restauración nos vuelve uno y cada pedazo es cosido en su
lugar y cada herida es sanada, pero se necesita algo más para no volver a
separarnos, para que volver sea un nuevo comienzo.
LO QUE AYUDA A VOLVER Y MANTENERNOS
Porque hay resurrección. Volver
al Señor es volver a la vida, aunque creamos lejos el retorno y recuperar lo
que antes se era en el Señor, quizá se esté viviendo el segundo día en las
situaciones difíciles y el tercer día es cuando las cosas cambiarán, y eso está
por llegar; entonces debemos siempre pensar que las casas cambiarán mañana el
tercer día y vivamos el hoy con esperanza aunque se vea oscuro. Aquí no deben
existir terceras personas y sus opiniones o lo que criticarán o lo sus juicios,
esto no debe tenerse en cuenta.
Conoceremos y seguiremos
conociendo al Señor. Esta debe ser el quehacer en el
camino del Señor: conocerle y seguir conociéndole, ese es el esfuerzo que nos
hará sentir seguros así como el alba que viene y no se detiene y cada minuto
hay más luz hasta la perfección del conocimiento a través de la luz. El conocimiento
de Dios incluye su palabra pero también su presencia, la cual nos acerca y nos
une; la comunión y el caminar junto al Señor son indispensables en la vida
cristiana no importando la situación o el tiempo que vivamos.
Estas
razones son maravillosas, pues nos permite recuperar más más allá de la
restauración de las heridas y del arrebato (los pedazos que hay que juntar y
volver a unir), este es el fundamento para evitar volver a llegar a esa
situación, aunque tengamos en nuestra naturaleza obstáculos contra los que
tenemos que luchar y superarlos. Su bondad hará que no nos falte la lluvia tempana
para el comienzo de la siembra del trigo que lo hará crecer y levantarse, como
el de la lluvia tardía que servirá para logra los frutos o la cosecha de trigo,
esto permitirá que el grano se llene y sea abundante la siega.
LA RAZÓN DEL FRACASO Y LA
FORMA DE VIDA
Sin
duda lo que nos afecta para estar siempre en su camino es la carencia y
descuido en aspectos claves y vitales:
Falta de piedad.
La falta de bondad puede impedir vivir conforme a lo que el Señor manda y desea
para nuestro futuro, es decir cuando se vive conforme a lo que nosotros
queremos y no conforme al Señor. El Señor dice que solo es un arrancón de buena
voluntad la que muchas veces tenemos para obrar con piedad, pero rápido se va
desvaneciendo como el rocío o como la nube en la mañana que conforme el sol o
calor aumenta se desaparece. Si no reconocemos esta verdad corremos grave
peligro.
El
Señor quiere y lo recalca para que no tengamos ninguna duda de su deseo:
Misericordia quiero.
Este es el opuesto a la impiedad, pues considera una forma de vida, el caminar que
respeta a Dios y a los demás, esto no puede ser sustituido por nada, porque el
ofrecer sacrificio pareciera que se cumple con el dar y ser eximido de nuestro
comportamiento. Así algunos pueden alejarse cuando el sustituto que puede ser
material o de servicio ya no es bueno o no les vale, porque el Señor demanda
una vida piadosa antes de lo que demos materialmente o en forma de servicio;
Dios no se agradará del que vive como él quiere sin tomarle en cuenta.
Conocimiento de Dios.
Esto antes que los sacrificios porque si conocemos a Dios tendremos ventaja en
saber cómo obra y las consecuencias que trae no conocerle. Y si sabiendo no obramos,
conoceremos como el profeta que sabía el por qué serían cortados, pero quien conoce
se preocupa por buscar a Dios y su presencia que incluye el congregarse. Aunque
se lleve el holocausto y suba el humo no será de olor grato si el Señor no percibe
que conocemos y entendemos las prioridades de Dios en ese momento para nuestra vida.
Asimismo no se puede decir que conocemos a Dios y vivir a nuestra manera sin
tomar en cuenta las autoridades que ha dejado, porque sería equivalente a lo
que se hace cuando por conocer a alguien importante se pasa de largo a los que
ordenan, simplemente porque le conocemos.
Nadie
que regresa al Señor debe volver a alejarse sino que al contrario deberá buscarlo
de todas las maneras posibles para que el conocimiento le advierta de los
beneficios de obedecerle y de las consecuencias de no hacerlo, y esa comunión
nos lleva a la admiración en todo sentido de él: ¡cuán grande es Dios!