lunes, 9 de diciembre de 2013

VOLVIENDO AL SEÑOR



Texto: Oseas 6:1-11
 1 Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. 2 Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. 3 Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. 4 ¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece. 5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale. 6 Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. 7 Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí. 8 Galaad, ciudad de hacedores de iniquidad, manchada de sangre. 9 Y como ladrones que esperan a algún hombre, así una compañía de sacerdotes mata en el camino hacia Siquem; así cometieron abominación. 10 En la casa de Israel he visto inmundicia; allí fornicó Efraín, y se contaminó Israel. 11 Para ti también, oh Judá, está preparada una siega, cuando yo haga volver el cautiverio de mi pueblo.

Una inquietud que siempre suena es ¿por qué razón algunas personas que llegan al Señor se alejan, y por qué es tan difícil que regresen a sus caminos? No sabemos qué es lo que pasa en sus corazones ni en sus mentes para que no les permita regresar al camino, sin embargo el Señor siempre nos da razones claras que algunas veces no queremos escuchar.
El ser humano provoca sus propias crisis en su vida, algunas veces complicadas de resolver, pero sin duda provocada por nuestro mal proceder, pues esto es causa suficiente para sentirse mal y alejarse del Señor; podemos simplemente pensar que no somos responsables de los problemas y se llega a decir: por qué permitió que pasaran esas cosas que me han afectado a mí y a las personas que amo, y quizá al final se termina mirando hacia dentro a nuestras propias malas acciones.
Lo peor que puede pasar es quedarnos lejos del Señor pensando que las cosas mejorarán por sí solas, como parece que a otras personas les ha funcionado (o como dicen el tiempo lo arreglará), sin embargo para el verdadero cristiano, al que es hijo no es así. Esta porción de la biblia nos habla de una profecía dada por el profeta Oseas que viene a dar una palabra de solución antes que llegara la crisis, resultado del juicio de Dios por la desobediencia e infidelidad del pueblo por haberle dejado y seguido a otros dioses.
La profecía dice que no hay otra alternativa que Dios para ser restaurado y puesto nuevamente en la vida, por esta razón la voz sigue diciendo: venid y volvamos al Señor. No existe para el verdadero hijo otra salida porque lo que se hará es profundizar la crisis con el agravante de encallar y perder toda sensibilidad y quedarse lejos de él.

VENID Y VOLVAMOS A JEHOVÁ
En el caminar cristiano en esas crisis por el juicio, existen algunos tipos de daños que vienen del alejamiento de la bendición de Dios, aunque puede un día llegar a reconocerse siendo un gran avance y un buen inicio. Se habla que tendrían dos tipos de daño en sus vidas (de manera general), provocado por:
          El arrebato. Esto es el acto de arrancar y tirar los pedazos, despedazar. Esto es precisamente lo que se puede sentir más allá de las pérdidas materiales, el corazón hecho pedazos, es la vida hecha pedazos. Este daño parece que no tendrá remedio sin embargo el Señor dice que sí lo tiene cuando nos volvemos al él, porque él curará, y esto significa propiamente remendar con puntadas. Justamente es lo que hace el Señor ya que puede remendarnos sin que se nos note el problema. Por eso quienes vuelven pueden experimentar el perdón y la restauración de los daños más profundos de su ser.
          Las heridas. Ser golpeado, abatido, afligido, estas son las situaciones que vivimos cuando hacemos mal las cosas sin tomar en cuenta a Dios, cuando perdemos su protección pueden pasar que nos golpeen y afligen en la vida. El reconocimiento y volver al Señor trae como bendición el ser vendado para parar y restaurar el daño, esto solo él lo puede hacer pues se acerca y venda las heridas con cuidado poniendo el aceite que sanará los golpes y las heridas aunque parezca imposible recuperarse.

El Señor restaura el daño pero necesitamos más para que ese paso sea firme, porque muchas veces nos preguntamos por qué alguien no vuelve al Señor y el profeta Oseas habla de las consideraciones que deberíamos hacer para volver y que sea de bendición. La restauración nos vuelve uno y cada pedazo es cosido en su lugar y cada herida es sanada, pero se necesita algo más para no volver a separarnos, para que volver sea un nuevo comienzo.

LO QUE AYUDA A VOLVER Y MANTENERNOS
Porque hay resurrección. Volver al Señor es volver a la vida, aunque creamos lejos el retorno y recuperar lo que antes se era en el Señor, quizá se esté viviendo el segundo día en las situaciones difíciles y el tercer día es cuando las cosas cambiarán, y eso está por llegar; entonces debemos siempre pensar que las casas cambiarán mañana el tercer día y vivamos el hoy con esperanza aunque se vea oscuro. Aquí no deben existir terceras personas y sus opiniones o lo que criticarán o lo sus juicios, esto no debe tenerse en cuenta.
Conoceremos y seguiremos conociendo al Señor. Esta debe ser el quehacer en el camino del Señor: conocerle y seguir conociéndole, ese es el esfuerzo que nos hará sentir seguros así como el alba que viene y no se detiene y cada minuto hay más luz hasta la perfección del conocimiento a través de la luz. El conocimiento de Dios incluye su palabra pero también su presencia, la cual nos acerca y nos une; la comunión y el caminar junto al Señor son indispensables en la vida cristiana no importando la situación o el tiempo que vivamos.
Estas razones son maravillosas, pues nos permite recuperar más más allá de la restauración de las heridas y del arrebato (los pedazos que hay que juntar y volver a unir), este es el fundamento para evitar volver a llegar a esa situación, aunque tengamos en nuestra naturaleza obstáculos contra los que tenemos que luchar y superarlos. Su bondad hará que no nos falte la lluvia tempana para el comienzo de la siembra del trigo que lo hará crecer y levantarse, como el de la lluvia tardía que servirá para logra los frutos o la cosecha de trigo, esto permitirá que el grano se llene y sea abundante la siega.

LA RAZÓN DEL FRACASO Y LA FORMA DE VIDA
Sin duda lo que nos afecta para estar siempre en su camino es la carencia y descuido en aspectos claves y vitales:
Falta de piedad. La falta de bondad puede impedir vivir conforme a lo que el Señor manda y desea para nuestro futuro, es decir cuando se vive conforme a lo que nosotros queremos y no conforme al Señor. El Señor dice que solo es un arrancón de buena voluntad la que muchas veces tenemos para obrar con piedad, pero rápido se va desvaneciendo como el rocío o como la nube en la mañana que conforme el sol o calor aumenta se desaparece. Si no reconocemos esta verdad corremos grave peligro.
El Señor quiere y lo recalca para que no tengamos ninguna duda de su deseo:
Misericordia quiero. Este es el opuesto a la impiedad, pues considera una forma de vida, el caminar que respeta a Dios y a los demás, esto no puede ser sustituido por nada, porque el ofrecer sacrificio pareciera que se cumple con el dar y ser eximido de nuestro comportamiento. Así algunos pueden alejarse cuando el sustituto que puede ser material o de servicio ya no es bueno o no les vale, porque el Señor demanda una vida piadosa antes de lo que demos materialmente o en forma de servicio; Dios no se agradará del que vive como él quiere sin tomarle en cuenta.
Conocimiento de Dios. Esto antes que los sacrificios porque si conocemos a Dios tendremos ventaja en saber cómo obra y las consecuencias que trae no conocerle. Y si sabiendo no obramos, conoceremos como el profeta que sabía el por qué serían cortados, pero quien conoce se preocupa por buscar a Dios y su presencia que incluye el congregarse. Aunque se lleve el holocausto y suba el humo no será de olor grato si el Señor no percibe que conocemos y entendemos las prioridades de Dios en ese momento para nuestra vida. Asimismo no se puede decir que conocemos a Dios y vivir a nuestra manera sin tomar en cuenta las autoridades que ha dejado, porque sería equivalente a lo que se hace cuando por conocer a alguien importante se pasa de largo a los que ordenan, simplemente porque le conocemos.
Nadie que regresa al Señor debe volver a alejarse sino que al contrario deberá buscarlo de todas las maneras posibles para que el conocimiento le advierta de los beneficios de obedecerle y de las consecuencias de no hacerlo, y esa comunión nos lleva a la admiración en todo sentido de él: ¡cuán grande es Dios!