Texto: 2Timoteo 1:6-7
5 trayendo a la memoria la fe no
fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre
Eunice, y estoy seguro que en ti también.
6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que
está en ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio.
La
fe antecede a toda la actividad de bendición en el cristiano, de ahí mana y se
activa la obra de Dios en nosotros, el apóstol Pablo le dice a Timoteo que
existía en él una fe genuina, no fingida que la recibió de su madre y abuela,
este es un gran halago y así para los cristianos que tienen una fe genuina en
estos tiempos difíciles.
Hoy corremos el peligro de caer en llevar
una fe que no es genuina, no efectiva, que no da los frutos esperados en el
cristiano, sino que se mueven como con dificultad, camina más por otro tipo de
motivaciones que no son parte de lo que el Señor quiere de nosotros, estas
pueden venir a dar la sensación de seguridad y de estar en el camino correcto,
aunque la fe genuina no se esté fortaleciendo. Esto puede hacer mucho daño y
estancar vidas y hasta congregaciones enteras.
La fe no fingida (gr. anupókritos), genuina,
sincera, sin hipocresía es la que está haciendo falta hoy día y se puede estar
abandonando sin darnos cuenta porque nos preocupamos por muchas cosas que no
son la esencia del evangelio, cayendo inclusive en un activismo religioso que
nos puede dificultar mirar y valorar que tipo de vida interior tenemos. La fe
no tiene ningún sustituto efectivo.
La fe hipócrita es como traer una vela
apagada en la oscuridad y comenzar a hablar de todo lo que estamos viendo con
esa supuesta luz, sabiendo todos los demás saben que no es cierto lo que
decimos que miramos, sin embargo tratándose de lo espiritual no nos
atreveríamos a decirle a otros que su fe no es genuina.
AVIVA EL FUEGO
Se está volviendo común que el fuego se
apague, principalmente en los cristianos que tienen tiempo de caminar en en la
fe, que no comienzan y que inclusive tienen compromiso como servidores en sus
congregaciones. Se vuelve difícil mantener ese servicio y que éste sea
resultado de un fuego encendido. Parece para algunos que las actividades y el
servicio son equivalentes a tener el fuego encendido, y esto está lejos de la
realidad, porque puede tenerse saturada la agenda de actividades en la iglesia
y no estar encendida nuestra fe, sino que esté apagándose.
Te aconsejo -dice el apóstol Pablo- te hago
recordar algo importante que se te pudo haber olvidado, esto se lo dice a
Timoteo, esto nos lo dice porque se cae en esa dificultad y no es que no
sepamos que nos podemos apagar hasta por el mucho trabajo como posiblemente
fuera el caso de Timoteo. Muy poca gente se atreverá a decirnos que nos hemos
enfriado y que necesitamos volver a encendernos, el apóstol Pablo como su
autoridad cumplió con él, hoy quizá nos ofenderíamos si nos lo dice nuestra
autoridad, pero queda nuestra propia conciencia y de cómo escuchamos la voz de Dios
a través de la predicación y todos los demás medios que usa el Señor.
Volver a encender es avivar el fuego, esto
se manifestará en usar el don de Dios en nosotros con todo, sin escatimar nada,
haciendo lo que nos manda el Señor. Este don se refiere más al ministerio que
le fue dado por el Señor a través de la imposición de manos u ordenamiento como
ministro del Señor.
NO ES DE DIOS LA
COBARDÍA
Dejar de estar apagado en la fe es un acto
que se requiere de valentía y no de cobardía, timidez, o miedo para salir de
ahí. Nos podemos acostumbrar a estar apagados y el Señor nos habla de que la
cobardía que no deja iniciar la batalla no viene de él.
Para intentar reavivar el fuego se requiere
un esfuerzo, y cuando miramos con detenimiento y conciencia cuales son las
cosas que limitan para intentarlo, o qué es lo que nos hace no tener una buena
mentalidad para enfrentarlo, nos damos cuenta que se necesita valentía y el
espíritu de cobardía puede hacer fracasar todo intento.
La falta de fortaleza moral nos limita cuando
no se tiene una vida espiritual genuina, pues volver a empezar algo requiere
aceptar que en algo se ha fallado y debemos repararlo; este es el comienzo para
volver a encender el fuego. Esto para quien es autosuficiente o arrogante en lo
espiritual puede ser una barrera que no lo deje seguir adelante.
NOS HAN DADO
PODER, AMOR Y DOMINIO PROPIO
Fuerza, poder y capacidad es lo que el Señor
nos ha dado como espíritu para ayudarnos a volver a encender el fuego, porque
no sabemos cuantas veces necesitaremos hacerlo en la vida. Se requiere entonces
escuchar cuando el Señor nos habla para que no lleguemos a este punto de estar
apagado, aquí tiene sentido el no dejar de congregarse.
Encender nuevamente el fuego implica el
poder, fuego, la chispa que viene a ser como un milagro, y si bien es cierto
que no es un secreto, no es algo que está oculto, reavivar el fuego es casi un
milagro para muchos, pues cuánta gente terminan su vida apagados, porque no
quisieron aprovechar los recursos de Dios.
El amor sirve para volver a encender y es
parte de esa chispa, pues mantener la fe en alto y el ministerio requiere tener
el amor activo y no apagado. El amor del Señor está ahí, no se ha perdido
aunque alguien se sienta apagado, su manifestación debe ser parte de nuestro carácter
y será lo que nos permita volver a comenzar, sentir y estar convencido que el
Señor nos sigue amando aunque nuestra fe se haya disminuido, aunque el servicio
a él no sea el mismo, nos sigue amando y por ese amor se puede volver a
intentarlo.
De igual manera se requiere dominio propio,
que es ese control que deberemos volver a tener. Este dominio es la fuerza de
disciplina que necesitamos en lo espiritual, pues muchas cosas parecen que no
tienen que ver con lo espiritual, pero la falta de disciplina puede destruir la
fe, o por el contrario el tomar el control de los diferentes aspectos de
nuestra vida pondrán las condiciones favorables a la fe. No se puede dejar de
tener dominio tanto a los aspectos internos como a la reacción que tenemos ante
los demás.
Si alguno se ha apagado puede analizar que
es lo que está faltando para reavivar el fuego de la fe que hará exitoso el don
de Dios en nosotros, si es por la falta de control o de amor tenemos el
Espíritu Santo que nos ayudará fácilmente si no nos oponemos y dejamos que el
temor se fortalezca, porque nunca se comparará a la bendición que se
tiene con el fuego encendido de la fe.