viernes, 20 de julio de 2012

Como el que rebusca


Miqueas 7:1   ¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.
2  Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano. 3  Para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman.
4  El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión.
5  No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca. 6  Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.
7  Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.
8  Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. (RV60).

¿Cómo me siento? Decía Miqueas, y quizá nadie podía entender lo que sentía, lo que había en su corazón. El profeta le tocó vivir tiempos difíciles y lo que sus ojos miraban había afectado su corazón. Lo normal es que el hombre nos fijemos en las cosas externas: si tenemos salud, si tenemos trabajo, si estamos bien, pero eso aunque parece importante no es lo que hace la diferencia en la vida de las personas.

¿Cómo te sientes por dentro? Esto no lo respondemos, porque parece una frase hecha que normalmente no va acompañado de un sincero interés. Ay de mí, decía Miqueas, me siento muy mal. Esta es una declaración de pobrecito yo, con lo que estoy viviendo. Habrán cosas que causen tanto desgaste emocional y sicológico que nos haga decir: pobre de mí. Hace una comparación de ese malestar al decir:

Me siento como si estuviera en un campo donde ya han recogido todos los frutos. Nada lo animaba, porque de seguro si estamos en un viñedo vamos a querer comer uvas, pero busco y rebusco y no encuentro nada. La desolación no era física sino en sus ánimos, cuando se ha hecho lo que teníamos que hacer y creemos que habrán frutos y no los hay, solo nos quedamos con los deseos.

No queda nada ni de uvas ni de higos frescos que tanto me gustan, esto es lo que también nos hace pensar que han cambiado las cosas, cuando lo que nos gusta ya no está a nuestro alance. Sentir la sensación que se adelantaron a llevarse lo bueno que había. Una sensación de pérdida, de madrugón, de llegar tarde y nos hace lamentar. Puede haber lamentos al pensar que pudimos hacer algo más o algo diferente, pero el tiempo se pasó y no se puede hacer nada.

Crisis: no se encuentran a fieles y honestos. Las crisis más de moda son la económica y política, sin embargo el que se escaseen los frutos de fieles y honestos se ve como algo sin importancia. Miqueas estaba diciendo que en su tierra, en su país, en Israel, podríamos proyectarlo más: en la iglesia, no quedaban hombres fieles ni personas honestas, esto es desolación, esto es no encontrar nada. Miqueas decía: todos quieren agredir, dañar y aun planean el mal para cometer homicidio, y unos a otros tratan de hacerse trampa, atraparse en redes.

Las preocupaciones de estos era saciar su necesidad de completar maldad o cerrar el ciclo de maldad, esto es tratar de perpetuarlo, volverlo un sistema que funcione a su favor, y por eso dicen que trataban de alcanzarlo con sus métodos: con sus manos el príncipe demanda o pide o exige dinero, el juez juzga pero por recompensa o soborno, los líderes hacían las leyes a su conveniencia para que otros las cumplieran y no ellos para que trabajen a su favor. El poderoso o grande es atendido y se le concede lo que habla. Esta es la realidad en nuestra sociedad que aunque algunos puedan decir que son cristianos de verdad están siendo arrastrados por la corriente de una lluvia tempestuosa de maldad manifestada en diferentes niveles y ámbitos y dependiendo de dónde se esté así son las acciones que hacen.

El profeta dice: Aunque pueda parecer que son buenas personas vienen a ser como espinos, es decir que siempre te dañan, aunque los trates con cuidado. Los más rectos u honestos son como zarzal, y esta planta no se puede enderezar por más que se le busque lado, es decir que aunque tratemos agarrar lo mejor de ellos no tienen lado correcto.

Miqueas miraba el final de la sociedad que era destrucción, y que estos tenían ya su día de castigo, y estos gobernaban con mal ejemplo, y habían fieles a Dios que todavía eran rescatables, y también habían jóvenes que podían llegar a aspirar a ser como ellos, y esto llevaba a Miqueas a establecer algunas recomendaciones para no ser arrastrados por esta corriente de maldad.

Recomendaciones: evitar las malas influencias y cubrir a los de casa. A veces necesitamos recomendaciones para no llegar a la destrucción, aunque podamos creer que no es para nosotros, pero esto es para hoy, es de actualidad. Pero qué pasa cuando ya se ha descendido, cuando ya estamos involucrados, o cuando ya nos hemos comprometido. Esto es más difícil porque están afectados nuestros sentidos espirituales y lo que sucede es que no lo alcanzamos a ver con objetividad.


Los afuera. La principal recomendación es aislarnos o limitarnos de malas influencias, por esto no debemos dejarnos llevar por amigos que andan mal y que sabemos que no quiere nada con Dios porque si nos buscan y no es con intenciones de pedir ayuda para cambiar, nos exponemos, porque traerá influencias y tenemos que evitar que poner límites es esa amistad, puede doler pero es necesario.

No confiar en amigo, es decir uno que está a nuestro nivel, ni en príncipe (que tiene poder), que nos pueda alejar del Señor, aunque parezca que tienen buenas sus intenciones, si se discute nuestra fe estamos en peligro pues al contrario debería ser para transmitírsela a través del ejemplo.

Los de adentro. La batalla más grande es mantener el control adentro para que no seamos arrastrados como aquellos. En el estado que se encontraba Miqueas es fácil abrir la boca y  perder la fe, y principalmente con los cercanos, por ejemplo cuando se habla con su esposa o cónyuge. Nosotros decimos o nos dicen palabras de desaliento y cuenta más o impacta más cuando es con los más cercanos, y si es la esposa lo más seguro es nos afecte a ambos. El lado del cuido de no decir palabras de desaliento es importante, y debería ser sustituido por lo contrario: palabras de aliento, de consuelo, de ánimo, de esperanza.

El enemigo y su sistema quiere llegar al punto de destruir la familia, por eso se está viendo más común que el hijo deshonra al padre. Deshonrar es fallar, y esto fue desde el principio cuando Adán y Eva defraudaron al Señor, al deshonrarlo se quitaron las vestiduras (tenían una conciencia sana), y que el Señor les había dado, de la cual no se daban cuenta que tenían hasta que quedaron desnudos. El Señor antes de darles el castigo a ellos por su desobediencia fueron cubiertos de su desnudez, lo que significa que no es lo mismo la corrección en el Señor, con vestidura, que sin ella. Con vestidura es superable, mientras que sin cobertura está a merced del enemigo. La capacidad para cubrir es hacerlo a pesar de haberles defraudado y deshonrado, el Señor mira la necesidad, pero sigue adelante con su plan, esto es un ejemplo para nosotros que cuando no perdonamos tampoco queremos cubrir.

Dios Padre se entristeció de lo que había pasado porque eran sus hijos y porque los amaba los cubrió, de igual manera tenemos que hacer con los nuestros. Como autoridad en la casa puedes tener enemigos dentro cuando las cosas no están bien, y cuando hay deshonra, existirán tres alternativas:
1.       No querer cubrir por los daños recibidos de la deshonra, que afectará a las partes involucradas, y quien ha deshonrado tendrá excusa de seguir en su camino.
2.      Que la autoridad cubra y la parte que ha deshonrado no acepta la cobertura, lo cual trae dolor y pérdida a todas las partes. Si Adán no hubiera aceptado la cobertura del Señor, salir fuera del Edén hubiera sido mucho más difícil y sin esperanza de restauración.
3.      Cuando se da cobertura y quien deshonró acepta la cobertura. Esto es una bendición porque de alguna manera se acepta la autoridad, existe algún indicio de querer ser restaurado y quien da la cobertura quedará satisfecho.

Para no sentirse desolado tenemos que mirar a Dios y esperar. Miqueas da su respuesta a la desesperanza que puede llegar en los siervos de Dios cuando no hay frutos: el Señor oirá nuestra necesidad; el sentirse asolado, como alguien que rebusca y no haya nada para comer y que dice pobre de mi, tiene una sola solución en esa situación.

El mirar a Dios es la única forma de soportar toda deshonra (que se quitará solo cubriendo y dejándose cubrir), toda dificultad tanto de afuera como de adentro, porque de otra manera ¿cómo podríamos aguantar tal presión? El Señor nos oirá en nuestra necesidad porque es por amor, porque queremos cumplir una de las funciones sacerdotal más importante que existe: la de cubrir.