miércoles, 16 de mayo de 2012

Tened buen ánimo


Hch 27:9  Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10  diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. 11  Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 12  Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.
Hch 27:13  Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14  Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 15  Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 16  Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 17  Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 18  Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 19  y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 20  Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.
Hch 27:21  Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. 22  Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23  Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24  diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.
Hch 27:25  Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.

En la vida no siempre estamos en el lugar donde queremos, pasan muchas cosas que no podemos controlar y que nos pueden enviar en manos de otras personas donde no queremos. Cuando no se tiene control de las situaciones quisiéramos renunciar pero existen cosas a las que no podemos, e independientemente de por donde se vaya, tenemos que seguir y hacer actuar.

El apóstol Pablo iba para Roma como preso, y en estas condiciones no podía hacer nada, pues no hacía las decisiones; así muchos podemos estar en situaciones que no las hemos buscado, Pablo era inocente. Algunos hijos, algunos cónyuges o cualquier persona pueden estar sufriendo por las decisiones de otros y es difícil no reclamar por esa situación. Quien entra en ese juego de reclamos puede terminar mal, pues en lugar de buscar salir se puede llegar a hundir en la búsqueda y acusación del culpable.

Cuando creemos que tenemos las condiciones correctas. Cuando partieron de Buenos Puertos en Creta tomaron la decisión por consejo del piloto y del dueño de la nave y partieron, contrario a lo que el apóstol les aconsejaba (v.11). Así muchos tomamos decisiones de los expertos y no de lo que el Señor nos pueda estar hablando a través de sus siervos.

Cuando vemos la incomodidad, como dice el v. 12 (Hch_27:12), nos facilita ponernos de acuerdo de manera rápida, y miramos la incomodidad como gran inconveniente para no tomar decisiones seguras. En la vida cuántas decisiones las tomamos por nuestra comodidad y no por nuestra seguridad. Nos ponemos rápido de acuerdo cuando no hay condiciones. Se mira en el v. 13, que una brisa agradable del sur nos hace parecer que todo está bien aunque tengamos la tormenta puesta al oriente, la cual no queremos ver. Familias prefieren la comodidad a la seguridad, hablando de esta en cuanto a los riesgos de pérdidas no tanto materiales, sino personales en la vida física como espiritual. Fácilmente se desintegran las familias algunas veces por buscar solo ingresos, con solo sentir una leve brisa agradable, no importando de dónde venga.

Nos dejamos llevar cuando no podemos. Pablo tuvo que salir en ese barco y aquí se puede ver lo que hace cualquier persona cuando la tormenta se pone y hay viento huracanado repentino, no dándonos tiempo de orientarnos para enfrentar la situación. Es entonces que nos dejamos llevar por la corriente, o mejor dicho por el viento huracanado. No podemos evaluar o estar enterado en el momento que se debe poner la proa contra el viento, y si no nos alineamos bien somos podemos estar en peligro. Existen tres fuerzas en el barco que la pueden mover: el viento (cuando las velas están levantadas), la corriente del mar cuando se arriaron las velas, y la fuerza mecánica.

Cuando estaban siendo arrastrados era peor querer enderezar la embarcación porque se corría peligro de ser volcados, por eso muchos cedemos cuando no podemos hacer nada, y no es que esto sea lo correcto sino que se nos pasó el tiempo para ordenar y alinear la proa o la frente al problema. Por esto es necesaria la prevención para quien no está todavía en la tormenta y está pendiente de ella, porque entonces podrá enderezarse, alinearse y ponerse bien en contra.

El temor de quedar embancado en arena. Una vez se está siendo arrastrado por el viento huracanado nos damos cuenta que la estrategia tiene que ser diferente, es decir cuando somos llevados por la corriente, en primer lugar aunque no estemos donde queremos (ya hay peligros), no quiere decir que no me importa lo que me pase.

La estrategia que siguieron fue tratar de evadir los obstáculos que alcanzaran a ver y utilizar las técnicas que me permitan hacerlo, todo lo que podamos hacer todo lo que esté a nuestra disposición. El esquife o bote salvavidas era arrastrado por el barco y por la tempestad se podía estrellar con ellos o perder, así que mientras pasaban a sotavento por la isla Clauda (la isla les servía de protección del viento), aprovecharon de subir el bote y lo sujetaron bien. No podemos dejar perder el salvavidas mientras se puede.

El peligro de la Sirte era porque se trataba de un banco de arena donde podían encallar, golpear y ser hundidos y destruidos, por esto tuvieron que evitar que la corriente de viento o huracán los llevara allí, y para esto quitaron las velas y se dejaron llevar por la corriente de agua quedando a la deriva. Sucede algunas veces que se tiene que optar por algo peligroso (como quedar sin control de la nave), pero que no nos dará tiempo en este momento. Humanamente era una buena decisión.

La hora de las pérdidas: tirando la carga de más el equipo. Después de evitar los obstáculos con las técnicas a su alcance se comienza a entrar en una etapa en la que no queremos, y es la etapa de las pérdidas. Mientras no hay pérdidas parece que mantenemos algunas fuerzas para  enfrentar la lucha.

Empezaron a alijar, esto es tirar carga, por supuesto va por prioridades, primero lo menos importante, lo que no es tan necesario, aquí comienza el conflicto, pues los que llevaban cosas de valor para ellos podían oponerse, y para el caso Pablo como preso no llevaba nada. Nadie quiere perder nada y todos consideramos que lo nuestro es prioridad. Luego comenzaron a tirar el equipo de la nave, es decir aquellas cosas que eran importantes, que eran útiles pero no para perder la vida por ellas, porque algunas personas pierden su vida por no dejar cargas. Aquí se dice que con sus propias manos tiraron las cosas, es decir a voluntad, sin oposición, pues cuando se ha perdido lo personal ya los equipos y aperos, aunque valiosos se tenía mayor claridad del peligro en el que estaban pues demasiado peso los haría hundirse rápidamente.

La tormenta incesante hace perder la esperanza de salvarse. Esta es la realidad cuando una tormenta se hace larga, cuando no se ve el sol, cuando tampoco la noche es normal pues si no hay estrellas es porque está oscuro completamente y no permite orientarnos como lo hacían los navegantes. Cuando el cristiano atraviesa una tempestad larga en la vida y no se acomoda (porque no es fácil), o no se prepara, o no hace lo que debe de hacer en ella, o aun todavía haciendo las cosas correctas, pero si no pasa la tormenta, se pierde la esperanza de salvarse.

El tiempo, el cansancio, la emoción o desgaste emocional, la poca alimentación o no tener buena alimentación, en pérdida de paz, entonces se puede entrar en la pérdida de esperanza, es decir se comienza a tener palabras de desaliento, de un destino malo, de un mal fin. Pablo mientras tanto consultaba al Señor y pedía por todos y por la tripulación.

Pablo les aconseja que tengan buen ánimo. Pablo se puso de pie en medio de ellos para comenzar diciéndoles que si le hubieran hecho caso no estarían pasando eso. Lo dice no como un reproche sino más bien para que creyeran a sus palabras. Ahora les exhorto, les aconsejo tener buen ánimo; cuando ya no hay esperanza de salir con vida, esta noticia era buena, porque él estaba en la misma nave, no era alguien de fuera que le daba ánimo. No habrá pérdida de vidas, esto sigue vigente hoy día, no nos perderemos en esta aventura, perderemos algunas cosas pero no las echaremos de menos, no nos harán falta, serán restauradas. La salida está cerca.

La seguridad viene cuando hablamos con el Señor y aleja el temor, Pablo tenía que tener primero el ánimo para animar a otros, de lo contrario no podía hacer nada. Este ánimo vino por estar en comunión con Dios, y fue así que el Señor le habló, porque el suplicaba al Señor por su vida y por la tripulación. El Señor prometió y el creyó que así sería, hoy tenía que convencerlos aunque no fueran creyentes, porque cuando hay promesa, estamos seguros y no importa que los demás no crean, esto no es por mayoría y aquí la democracia no funcionó (todos estuvieron de acuerdo en zarpar), pues es de hombres y no la voluntad de Dios.

Tened buen ánimo, pues yo confío en Dios y ustedes también lo pueden hacer, aunque perdamos la nave, figura de lo que creemos que nos va a llevar donde queremos, sin embargo el hecho de que falle no quiere decir que el Señor no nos puede dar otra forma para llegar a nuestro destino.