Hch 27:9 Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya
peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10
diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y
mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras
personas. 11
Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que
a lo que Pablo decía. 12 Y siendo incómodo el puerto para invernar, la
mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto
de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.
Hch 27:13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo
que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14 Pero no
mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 15 Y siendo
arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 16 Y habiendo
corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos
recoger el esquife. 17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos
para ceñir la nave; y teniendo
temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 18 Pero siendo
combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 19 y al tercer día con
nuestras propias manos arrojamos
los aparejos de la nave. 20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por
muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.
Hch 27:21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no
comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme
oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y
pérdida. 22
Pero ahora os
exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre
vosotros, sino solamente de la nave. 23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y
a quien sirvo, 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante
César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.
Hch 27:25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo
confío en Dios que será así como se me ha dicho.
En la vida no siempre estamos en el lugar donde queremos,
pasan muchas cosas que no podemos controlar y que nos pueden enviar en manos de
otras personas donde no queremos. Cuando no se tiene control de las situaciones
quisiéramos renunciar pero existen cosas a las que no podemos, e
independientemente de por donde se vaya, tenemos que seguir y hacer actuar.
El apóstol Pablo iba para Roma como preso, y en estas
condiciones no podía hacer nada, pues no hacía las decisiones; así muchos
podemos estar en situaciones que no las hemos buscado, Pablo era inocente.
Algunos hijos, algunos cónyuges o cualquier persona pueden estar sufriendo por
las decisiones de otros y es difícil no reclamar por esa situación. Quien entra
en ese juego de reclamos puede terminar mal, pues en lugar de buscar salir se puede
llegar a hundir en la búsqueda y acusación del culpable.
Cuando creemos que tenemos las condiciones correctas. Cuando partieron de Buenos Puertos en Creta tomaron la
decisión por consejo del piloto y del dueño de la nave y partieron, contrario a
lo que el apóstol les aconsejaba (v.11). Así muchos tomamos decisiones de los
expertos y no de lo que el Señor nos pueda estar hablando a través de sus
siervos.
Cuando vemos la incomodidad, como dice el v. 12 (Hch_27:12),
nos facilita ponernos de acuerdo de manera rápida, y miramos la incomodidad
como gran inconveniente para no tomar decisiones seguras. En la vida cuántas
decisiones las tomamos por nuestra comodidad y no por nuestra seguridad. Nos
ponemos rápido de acuerdo cuando no hay condiciones. Se mira en el v. 13, que
una brisa agradable del sur nos hace parecer que todo está bien aunque tengamos
la tormenta puesta al oriente, la cual no queremos ver. Familias prefieren la
comodidad a la seguridad, hablando de esta en cuanto a los riesgos de pérdidas
no tanto materiales, sino personales en la vida física como espiritual. Fácilmente
se desintegran las familias algunas veces por buscar solo ingresos, con solo
sentir una leve brisa agradable, no importando de dónde venga.
Nos dejamos llevar cuando no podemos. Pablo tuvo que salir en ese barco y aquí se puede ver lo
que hace cualquier persona cuando la tormenta se pone y hay viento huracanado repentino,
no dándonos tiempo de orientarnos para enfrentar la situación. Es entonces que nos
dejamos llevar por la corriente, o mejor dicho por el viento huracanado. No
podemos evaluar o estar enterado en el momento que se debe poner la proa contra
el viento, y si no nos alineamos bien somos podemos estar en peligro. Existen
tres fuerzas en el barco que la pueden mover: el viento (cuando las velas están
levantadas), la corriente del mar cuando se arriaron las velas, y la fuerza
mecánica.
Cuando estaban siendo arrastrados era peor querer
enderezar la embarcación porque se corría peligro de ser volcados, por eso
muchos cedemos cuando no podemos hacer nada, y no es que esto sea lo correcto
sino que se nos pasó el tiempo para ordenar y alinear la proa o la frente al
problema. Por esto es necesaria la prevención para quien no está todavía en la
tormenta y está pendiente de ella, porque entonces podrá enderezarse, alinearse
y ponerse bien en contra.
El temor de quedar embancado en arena. Una vez se está siendo arrastrado por el viento huracanado
nos damos cuenta que la estrategia tiene que ser diferente, es decir cuando
somos llevados por la corriente, en primer lugar aunque no estemos donde
queremos (ya hay peligros), no quiere decir que no me importa lo que me pase.
La estrategia que siguieron fue tratar de evadir los obstáculos
que alcanzaran a ver y utilizar las técnicas que me permitan hacerlo, todo lo
que podamos hacer todo lo que esté a nuestra disposición. El esquife o bote
salvavidas era arrastrado por el barco y por la tempestad se podía estrellar
con ellos o perder, así que mientras pasaban a sotavento por la isla Clauda (la
isla les servía de protección del viento), aprovecharon de subir el bote y lo
sujetaron bien. No podemos dejar perder el salvavidas mientras se puede.
El peligro de la Sirte era porque se trataba de un banco
de arena donde podían encallar, golpear y ser hundidos y destruidos, por esto
tuvieron que evitar que la corriente de viento o huracán los llevara allí, y
para esto quitaron las velas y se dejaron llevar por la corriente de agua
quedando a la deriva. Sucede algunas veces que se tiene que optar por algo
peligroso (como quedar sin control de la nave), pero que no nos dará tiempo en
este momento. Humanamente era una buena decisión.
La hora de las pérdidas: tirando la carga de más el
equipo. Después de evitar los obstáculos con
las técnicas a su alcance se comienza a entrar en una etapa en la que no
queremos, y es la etapa de las pérdidas. Mientras no hay pérdidas parece que mantenemos
algunas fuerzas para enfrentar la lucha.
Empezaron a alijar, esto es tirar carga, por supuesto va
por prioridades, primero lo menos importante, lo que no es tan necesario, aquí
comienza el conflicto, pues los que llevaban cosas de valor para ellos podían
oponerse, y para el caso Pablo como preso no llevaba nada. Nadie quiere perder
nada y todos consideramos que lo nuestro es prioridad. Luego comenzaron a tirar
el equipo de la nave, es decir aquellas cosas que eran importantes, que eran
útiles pero no para perder la vida por ellas, porque algunas personas pierden
su vida por no dejar cargas. Aquí se dice que con sus propias manos tiraron las
cosas, es decir a voluntad, sin oposición, pues cuando se ha perdido lo
personal ya los equipos y aperos, aunque valiosos se tenía mayor claridad del
peligro en el que estaban pues demasiado peso los haría hundirse rápidamente.
La tormenta incesante hace perder la esperanza de
salvarse. Esta es la realidad cuando una
tormenta se hace larga, cuando no se ve el sol, cuando tampoco la noche es
normal pues si no hay estrellas es porque está oscuro completamente y no
permite orientarnos como lo hacían los navegantes. Cuando el cristiano
atraviesa una tempestad larga en la vida y no se acomoda (porque no es fácil),
o no se prepara, o no hace lo que debe de hacer en ella, o aun todavía haciendo
las cosas correctas, pero si no pasa la tormenta, se pierde la esperanza de
salvarse.
El tiempo, el cansancio, la emoción o desgaste emocional,
la poca alimentación o no tener buena alimentación, en pérdida de paz, entonces
se puede entrar en la pérdida de esperanza, es decir se comienza a tener
palabras de desaliento, de un destino malo, de un mal fin. Pablo mientras tanto
consultaba al Señor y pedía por todos y por la tripulación.
Pablo les aconseja que tengan buen ánimo. Pablo se puso de pie en medio de ellos para comenzar
diciéndoles que si le hubieran hecho caso no estarían pasando eso. Lo dice no
como un reproche sino más bien para que creyeran a sus palabras. Ahora les exhorto,
les aconsejo tener buen ánimo; cuando ya no hay esperanza de salir con vida,
esta noticia era buena, porque él estaba en la misma nave, no era alguien de
fuera que le daba ánimo. No habrá pérdida de vidas, esto sigue vigente hoy día,
no nos perderemos en esta aventura, perderemos algunas cosas pero no las
echaremos de menos, no nos harán falta, serán restauradas. La salida está
cerca.
La seguridad viene cuando hablamos con el Señor y aleja el
temor, Pablo tenía que tener primero el ánimo para animar a otros, de lo
contrario no podía hacer nada. Este ánimo vino por estar en comunión con Dios,
y fue así que el Señor le habló, porque el suplicaba al Señor por su vida y por
la tripulación. El Señor prometió y el creyó que así sería, hoy tenía que
convencerlos aunque no fueran creyentes, porque cuando hay promesa, estamos
seguros y no importa que los demás no crean, esto no es por mayoría y aquí la democracia
no funcionó (todos estuvieron de acuerdo en zarpar), pues es de hombres y no la
voluntad de Dios.