viernes, 22 de febrero de 2013

Volviendo la atención a él: superando el menosprecio


Texto: Gén_29:31-35
Gén 29:31  Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.
Gén 29:32  Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido.
Gén 29:33  Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón.
Gén 29:34  Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví.
Gén 29:35  Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.

El menosprecio es más sensible cuando viene de aquellas personas que son importantes en nuestra vida, y pequeñas cosas pueden ser determinantes cuando vienen de nuestros padres, cónyuge o de cercanos a nuestras vidas y que amamos. Puede ser que nuestro pensamiento de lo que somos esté muy alto y nos hagan ver la realidad, pero también puede ser que nuestra valoración de nosotros mismos, o nuestra autoestima está muy baja, máxime cuando nos llenamos de fracasos. Por esto el apóstol Pablo decía que no debemos tener más alto concepto de sí que el que deba tener Rom_12:3, sino con medida de fe.

Cuando nos sentimos menospreciados nuestra alma se puede enfocar en ello, y el Señor deja de ser prioridad y nos dedicamos a compensar a nuestra manera esa deficiencia. El Señor nos puede dar ventajas para compensar el menosprecio, pero desgraciadamente se quiere competir con ellas para atraer la atención de aquellos que nos menosprecian. Sin duda esta es una fuente de motivación negativa que mantiene caminando a mucha gente, se vuelve un desafío para demostrar que no debieron menospreciarlos, y algunas veces cuando consiguen el objetivo ellos mismos desprecian al quien los menospreció, pagando con la misma moneda.

El menosprecio mayor del hombre es el del amor, cuando las personas que nos tendrían que amar no lo hacen, aunque también pueden existir daños de menosprecio en otras cosas de menor importancia. En esta oportunidad queremos estudiar el lado del bajo concepto de nosotros mismos, porque aunque que sepamos que es un daño reparable, lo permitimos y nos puede condicionar en nuestra forma de ser. Podemos aprender mucho de la vida de Lea al mirar cómo fue víctima de su padre y de su marido, y cómo el Señor hace que se vuelva hacia él, para que su vida cambie, y esto fue de beneficio a su vida y de seguro a sus hijos para que no fueran afectados.

La fuente de menosprecio. Cualquiera se preguntará el porqué del menosprecio, pero a veces no existe una razón lógica, puede ser el resultado de algo que no tenemos control, y es una situación en la que hemos sido puestos. Cuando Lea fue dada por esposa a Jacob, fue por engaño y ella tuvo que obedecer a su padre, éste posiblemente queriendo hacer el bien no se imaginó que Jacob querría completar otra semana de años de servicio más para que le dieran a Raquel, pensó que sería lo mejor y que Jacob se conformaría, y vemos que siete años no fueron suficientes para conquistar el amor de su marido. Esto es un recordatorio para aquellos que tienen imposibles en sus vidas por los que luchan, cosas que quizá nunca se harán realidad, pero si lo hacen deben asegurarse que no van a echar a perder sus vidas al sentir menosprecio.

Otras fuentes de menosprecio pueden ser aun las condiciones sociales, estas no debería ser causa para sentirnos menospreciados más aún cuando sin quererlo estamos en esa situación, sin tomar en cuenta que eso puede cambiar internamente, este tipo de daño es nada más un problema de lo que percibimos pues el Señor no nos juzga por eso. Un joven no puede aislarse porque siente que los menosprecian por no andar bien vestido, o por no tener la educación que quisiera, estas cosas pueden llegar a cambiar si nos enfocamos en agradar al Señor.

Para Lea era algo muy complejo la situación pues el amor era para su hermana y nada podía compensar esa realidad. Aunque no fuera fea por el menosprecio se podía sentir así; aunque fuera buena esposa creería que no hace bien las cosas. El menosprecio desde el inicio fue claro de parte de su esposo Jacob por el reclamo a Labán padre de Lea, pues aquel hizo un sacrificio de siete años que no fue compensado como esperaba. El hombre puede menospreciar cuando no recibe lo que esperaba recibir, y cuando se trata de personas causan un daño grande.

Un hijo que nace sin ser deseado y escucha decirlo a alguno de sus padres, causa daño al llegar a pensar que toda su vida es un error, y le puede costar convencerse que primero es hijo de Dios antes que lo humano. Simples comparaciones pueden ocasionar grandes daños, por ejemplo un hermano más blanco, más alto, etc., puede traer comentarios externos que se aceptan en lugar de ser rechazados.

El menosprecio causa de infelicidad. La vida de Lea era muy difícil pues jamás podría conseguir de parte de quien la menospreciaba el visto bueno, pues luchaba contra la perfección de su hermana, aunque no lo fuera, pero a sus ojos así parecía. Esto es típico que pensemos que los demás tienen buenas características y nosotros no, o meterse en una competencia por la atención. Lea parece que pierde el derecho sobre su esposo pues cuando su hijo recoge las mandrágoras y Raquel las quería las cambió para estar con su marido, por eso le dice te he alquilado y Jacob respetaba el derecho de negociación de Raquel, lo que nos dice es que había conflicto y no tenía control (Gen_30:14-16).

Toda actividad puede ser entorpecida por la misma inseguridad de lo que se hace y estar esperando aprobación de todo lo que hacemos y hasta podemos pensar que no está bien nuestra vida, así se puede ser presa de personas que aprovechan esa debilidad para su beneficio. En el hogar puede existir inseguridad cuando no aprobamos nada de nuestros hijos y pueden pensar que nada es bueno de lo que hacen y pueden buscar esa aprobación en el lugar equivocado, pero también debemos aprender que aunque no nos den aprobación humana, debemos buscar la aprobación del Señor y deberá ser suficiente, esto es madurez espiritual.

El Señor quiere cambiar esa realidad. El deseo más grande del Señor es que no sucumbamos al engaño del menosprecio, llegar al Señor es un comienzo para superarlo. No podemos seguir en los caminos del Señor sin superar el menosprecio porque entonces no sería el primero en nuestra vida.

El Señor se fijó que la situación de Lea era injusta y se fijó en lo que podía darle ventaja, y ¿cuál fue esa ventaja?: le daba hijos que no le podía dar Raquel, aunque no era permanente le ayudaría a amar a sus hijos y entendería que lo importante era ser valorada por el Señor en primer lugar.

Se puede observar que en esta ventaja hay un proceso para cambiar la atención de Jacob al Señor:

1. Ha mirado el Señor mi aflicción (Rubén). Esto pareció que a Lea que era suficiente para que su marido cambiara y la amara. Este es un error que hasta este día algunos pueden pensar que los hijos es fuente de amor a la pareja, sin embargo el Señor le estaba diciendo: si yo te miro, ¿me mirarás tú a mí o mirarás a otro?
2. Oyó el Señor que era menospreciada (Simeón). El Señor puede escuchar el menosprecio pero no garantiza que él hará cambios en el corazón de otra persona para que nos aprecien o nos amen, pero nos está diciendo ¿si yo te escucho me escucharás tú a mí?
3. Ahora te unirás (Leví). La tercera es la vencida y con este niño te amarrarás a mí. La fuerza humana y la determinación no son suficientes para hacer ganar el amor y que cambie el menosprecio. No es suficiente que seamos testarudos para que piensen diferente de nosotros, y entre más nos empeñamos más puede ser el desprecio. El Señor le estaba diciendo ¿me ves y me oyes a mí, te unirás hoy a mí?
4. Esta vez alabaré a Jehová (Judá). De esta tribu vino el Señor Jesús y es cuando se acaba el menosprecio al darle gracias a Dios y nos olvidamos de lo que otro piensa de nosotros, pues si el Señor nos ama debería ser suficiente. Debemos celebrar que el Señor nos aprecia, nos valora y nos deja solos. Al fin le daba gracias a Dios y se olvidaba de seguir el menosprecio hacia ella, pues dejó de hacer caso y se dirigió a Dios, esto significa que si estamos afectados es porque no hemos llegado a este punto.

El menosprecio se supera cuando primero está el amor a Dios. Esa es la conclusión que pudo entender Lea, que aunque sacara ventaja con hijos, el amor de Jacob como ella esperaba no llegaría, pero el amor del Señor podía llenarle la vida aun con las situación y vida que le tocaba vivir.

A pesar de darle hijos no quiere decir que automáticamente vendrá el amor, esto no lo controlamos nosotros, es una decisión personal y nada podemos hacer. No podemos pedirle a Dios que cambie a otra persona para que nos ame pues puede ser que eso no llegue y se pase la vida entera esperando, porque si lo él lo hiciera de qué serviría, si se puede convertir en nuestro ídolo y nos alejaría del Señor.

Vemos que fueron más los hijos de la menospreciada que los de la amada, el Señor se glorificó en su vida aunque ella tuviera años de sufrimiento por el menosprecio, cambiando esto en su vida por la obra del Señor. Cuando el Señor nos ama y es nuestra prioridad pueden cambiar las cosas y darnos satisfacción.