lunes, 14 de octubre de 2013

NO BATALLAMOS SEGÚN LA CARNE

Texto: 2 Corintios 10:1-6
1 Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros;
2 ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne.
3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
6 y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Sin duda la forma de comportarse con los demás es importante en todas nuestras relaciones, pues siempre debe haber un equilibrio para que lo que hacemos o queremos influir sea aceptado y no rechazado. Este podría ser una preocupación del apóstol porque como ministros del Señor quisiéramos hacer su obra sin el impedimento humano, el de nuestra misma personalidad, de manera que no exista estorbo y así poder tener efectividad en la obra del Señor.

Por esto el apóstol habla de su comportamiento cuando estaba en presencia de los hermanos de Corintio, y decía soy humilde con ustedes en persona, no me presento con mucho ánimo o fuerzas para imponerme a ustedes por mi condición de apóstol, ni tampoco el de darse un lugar alto como tal, sino más bien iba de bajo perfil, esto por supuesto para no estorbar la obra en aquellos.

Al contrario cuando está ausente dice el apóstol soy osado, confiado en el ejercicio de su ministerio y en la autoridad que le había sido dada por el Señor, ejerciendo el valor que debía tener para esa labor tan dura, esto era más fácil porque quizá no había ninguna distorsión de su presencia. Aunque en la práctica también vemos frecuentemente que quienes se oponen no aceptan la personalidad de ningún ministro aunque sean verdaderos pues no los distinguen.

DISPUESTO A USAR DE OSADÍA
Parece que la forma de proceder que prefería el apóstol era el de humildad pero también estaba dispuesto a comportarse de otra manera para otro tipo de personas que lo estaban tratando como si anduviese según la carne, esto quería decir que no le reconocían como apóstol y esto tenía que cambiar para que no contaminase a otros. Normalmente cuando cristianos no reconocen autoridad porque menosprecia al ministro no solo se queda en esa persona sino que existe una necesidad de transmitir su sentir lo que viene a contaminar a otros.

Pablo suplica no tener que ser osado con un proceder valiente en contra de la gente que lo calificaba de carnal, estas personas hacían juicio sobre su proceder porque nunca estaban ni estarían satisfecho del ministerio de otros, consideraban la palabra del apóstol menospreciable, y nos podemos preguntar ¿si un cristiano no soporta la palabra o no la considera buena, cómo podrá crecer en el camino del Señor?

NO PELEAMOS CON LA CARNE AUNQUE ANDAMOS EN ELLA
Esta es una aseveración de cómo le tocaba hacer la obra al apóstol, aquí la parte del soldado o del guerrero y de cómo debe ser su actitud y lo que debe aprender a soportar.
El apóstol tenía que soportar la carne en todo pues no tenía las comodidades que hoy tenemos, sino que le tocaba caminar, y hacer un gran esfuerzo en su carne para la obra de Dios, aun trabajar para mantenerse, lo que lo hacía vivir en lo más bajo como si no gozara de lo más alto cuando tenía las revelaciones de Dios. Hoy también muchas cosas se hacen con las fuerzas de la carne, con el músculo, superando las cosas que limitan nuestro caminar, así también los deseos de la carne para que sea puesto al servicio de Dios.

La carne no es mala en cuanto a lo físico y al nexo para conectarnos con lo material, andamos en la carne pues tenemos que hacer lo que los demás hacen, tenemos las mismas necesidades que los demás (no era un superhombre), pero cuando somos atacados y puestos en dificultad también somos tentados a responder con la carne, pero es aquí donde lo espiritual supera a lo carnal, no dándole cabida ese tipo de deseos, no usando lo que otros usan para defenderse o para querer hacer la obra de Dios. Todo aquel que quiere hacer la obra de Dios tiene que renunciar a usar los recursos que la carne puede poner a disposición, y esto tiene que comenzar con su propio cónyuge y su familia.

LAS ARMAS DESTRUYEN FORTALEZAS
Después del guerrero se habla de las armas que usa, y aquí el apóstol no viene a amenazar a estas personas que los han evaluado carnalmente, porque para el carnal todo es carnal, aunque diga lo contrario no puede llegar más que a conclusiones equivocadas.
No tenemos todavía un cuerpo espiritual glorificado, aunque las potestades a la hora de ministrar nos consideran completos, aunque no lo somos. Pero además nos han dado armas o herramientas que nos sirven para pelear, estas solo el Señor las puede dar. Las armas son espirituales y no carnales esto porque la batalla no es carnal, lo espiritual es primero.
Las armas espirituales llegan para hacer una labor muy importante, no es para matar el cuerpo, sino lo carnal que no deja que el Espíritu gobierne nuestra vida. Para aquellos que el apóstol estaba dispuesto a ser enérgico, tenían una fortaleza alrededor que era necesario que fuera derribada, demolida, destruida.
Las fortalezas son levantadas por nuestra condición carnal, para no permitir que el Espíritu haga en nosotros lo que tiene para nosotros. Algunos cristianos pueden estar pensando en una oposición sobrenatural, pero esas fortalezas son levantadas por nuestra carne, echando mano de nuestro intelecto y capacidades humanas que quieren sustituir la vida espiritual.
No es fácil detectar si levantamos fortalezas, pero debemos siempre preguntarle al Espíritu si no estamos oponiéndonos sistemáticamente a la ministración del Señor. Las fortalezas es la oposición que puede ser de diferente tipos pero principalmente es contra el conocimiento de Dios, y de esta manera ese conocimiento no llega a causar ningún impacto sobre nuestra vida. En otras palabras si queremos saber si tenemos fortalezas contra Dios, otro indicador es si nos sentimos estancados. Dos formas de fortalezas muy comunes en las que opera nuestra alma:
1. Levantando argumentos, esto significa la cualidad de ser calculadores, que podemos computar y en ese cálculo sentimos que superamos la propuesta de Dios. Cuando creemos que somos más inteligentes que el Señor dice, y que analizamos, y sentimos que tenemos control según nuestro cálculo. Estos cálculos es un caminar paralelo que está lejos del Señor.
2. La altivez hace presumir de dos tipos de cosas, las materiales que en este tiempo sigue haciendo diferencias para algunas personas, pero también lo espiritual y llegar a pensar que tenemos un mejor trato que el otro, así podían estas personas creer que estaban más altos que los demás, aun que el apóstol Pablo. Hoy que leemos sus epístolas podemos darnos cuenta fácilmente que estaba mucho más alto en el servicio y revelaciones que cualquiera de nosotros. Las personas en altivez en Corintio le conocían cara a cara y conocían sus defectos externos, y esto les afectaba al extremo de menospreciar su palabra.
Las armas de poder en Dios debe ser usada para capturar y llevar cautivo todo pensamiento para que no venga a iniciar fortalezas en contra del conocimiento de Dios. Esto es lo que hace el Señor y también lo quiere hacer con nosotros, para que ese pensamiento no pase a más, sino que al ser llevado a Cristo se acabará su efecto.

El apóstol no estaba pensando en castigar a nadie puesto que les dice que una vez que estemos seguros que tienen una completa obediencia, entonces estará listo para castigar toda desobediencia. En otras palabras las armas no son para destrucción, sino para ayudarnos a que no haya oposición para el conocimiento y la transformación del Señor en nosotros.