lunes, 4 de noviembre de 2013

DÓNDE ESTÁN LOS OTROS NUEVE?


Texto: Lucas 17:11-19
11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.


La lepra fue una enfermedad que tenía un señalamiento social y en Israel aislaba a las personas, no así en otras culturas pues se sabe Naamán el sirio qu eea general y no estaba aislado. la separación de estos leprosos en esta porción era lo suficiente para no contaminar, pero no tanto lejos como para no alcanzar a escuchar y recibir palabra del Señor. Esto es contrario a lo que hoy vemos, pues algunos sin ser leprosos se alejan más de lo debido hasta el punto de no escuchar ninguna palabra de instrucción de parte de Dios.
Los diez leprosos (deca), representa la responsabilidad humana, así como los diez mandamientos como a los diez siervos que les dan diez minas en Lc 19:13 el Señor les da autoridad sobre diez ciudades Lc 19:17. Esta responsabilidad se muestra al tener cuidado de no contaminar, porque de alguna manera los leprosos querían cumplir la ley que obligaba a apartarse y avisar de su presencia contaminante. Esto puede no ser el caso actual pues alguno puede estar contaminado con una enfermedad contagiosa y no advertirles del riesgo a otras personas. Si esto lo aplicáramos a lo espiritual el que no anda bien en el camino del Señor difícilmente lo hacerlo saber y al no hacerlo no evita contaminar a otros.
La discriminación por la enfermedad era algo terrible y hoy vemos que todavía se discrimina no solo como sociedad, sino también en la misma iglesia por aspectos de género, raza, situación social y económica. Esta separación de los leprosos era para guardar la salud del pueblo, sin embargo puede pasar más allá a más por la forma en que tenían que vivir.


SOLICITANDO AYUDA
Cuando una persona está en tal situación de lepra no podía ocultarlo por la obligación que le imponía la ley para dar aviso con alta voz y hacer un sonido para advertir; en la gracia no se resalta el mal en la persona, entonces no pone en evidencia como lo hacía el sacerdote en la ley, esto puede confundir pensando que no se necesita ayuda y confiarse esperando por más tiempo sin hacer nada. La lepra se evidenciaba externamente, y el pecado no se alcanza a ver por fuera sin embargo el espiritual aunque no juzga percibe y discierne.
Conociendo todos ellos el mal que padecían no podían menos que pedir misericordia porque reconocieron a Jesús como salvador y también amo o maestro (el que está sobre como comandante). Necesitaban recibir compasión con una manifestación o acción, que para el caso era conceder la oportunidad de vida: propia, espiritual, familiar y también vida social. Hoy día se pierde la vida real con los demás, por ejemplo en una congregación y se prefiere una relación virtual (en la web por ejemplo), y cada vez más jóvenes lo practican.
Jamás se podrá sustituir la vida con los hermanos y la exposición a lo que el Señor hace cuando dos o más se reunen en su nombre. El Señor los vio y al verlos entendió y percibió en ellos todo, esto es como si el pastor los mirara, esto no podía hacerlo virtualmente, sino fijando su mirada en ellos, lo que le hizo ver más allá en lo que necesitaban.


LA SOLUCIÓN DEL SEÑOR
Para toda necesidad tienen el Señor les dá una respuesta correcta y completa. El Señor hizo en ellos algo asombroso pero un milagro que no fue instantáneo sino que tenían que obedecer el moverse hacia el sacerdote para que se manifestara en ellos la sanidad.
Esto era un desafío para aquellos diez pues tenían que caminar hacia el sacerdote que representa el deber ser en la ley (de alguna manera estaban sometidos a la ley), y solo si obedecían su sanidad se realizaría el milagro. Esto para algunos cristianos puede ser motivo de cuestionamiento pues primero queremos ver los resultados (milagros), y después hacer lo que nos piden en obediencia sin ninguna fe entre ellos.
Ponerse de camino era la única opción que tenían siendo leproso, pero también representaba un riesgo de reprensión y de burla si no pasaba nada y se presentaban al sacerdote. Lo externo se miraría si cambiaba al sanar y eso fue lo que sucedió mientras iban de camino. El Señor nos envía a acercarnos a Dios sin importar como estemos, es decir no elimina a nadie ni nos dice que nos apartemos para siempre.


PARA QUE EL MILAGRO PERDURE
Además de la sanidad el Señor quiere que quede en nosotros algo para responder y si él da el primer paso, casi siempre deja para nosotros algo por hacer, no como pago ni que espera reconocimiento de algo, sino para que lo que él hace se quede y traspase nuestra alma a lo eterno.
La respuesta a la sanidad tenía una trampa o una prueba por decirlo así, y esta era si estaban condicionados a responder a la ley por sobre todo (si somos legalistas), o si respondemos al agradecimiento (gracia). Este es un gran desafío para el hombre porque como cristianos respondemos a ciertas cosas que consideramos como correcto de hacer.
El leproso que regresó agradecido era samaritano, y quizá estaba menos condicionado a la ley que los otros nueve judíos, pues eso tenía los beneficios esperados en si llegaban al sacerdote, como el ser devuelto a la sociedad (sensación de limpieza social), declararlo limpio en su cuerpo (sensación de limpieza y bienestar legal), y la posibilidad de acercarse al templo (bienestar y limpieza ritual).
Preguntó el Señor ¿Dónde están los otros nueve? El nueve (ennea), significa el indeclinable, quien cuando ha resuelto hacer algo no retrocede, en este caso el único que regresó no estaba en desventaja y no había hecho algo indebido, pues hizo lo mejor: reaccionar con agradecimiento que lo llevó a adorar al Señor como Dios y no como rito como alcanzarían ese beneficio los otros nueve. Tener la posibilidad de acercarse socialmente a otros, la mejor oportunidad era hacerlo con el Señor; y en el orden correcto, la declaración de limpieza de la enfermedad por el sacerdote no importaba posponerlo sino la posibilidad de acercarse.
El Señor le pide que se levante y que se marche y le dice que su fe le ha salvado, lo que indica que la fe está por delante de la ley, y aunque no esperaba más que la sanidad, su agradecimiento le llevó a otro nivel: la salvación.