domingo, 29 de enero de 2012

Llámame a mí

Jer 33:1 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:
Jer 33:2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre:
Jer 33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jer 33:4 Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas Jer 33:5 (porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad): Jer 33:6 He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jer 33:7 Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio.
Jer 33:8 Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron.
Jer 33:9 Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.

Cuando el Señor nos responde es porque nosotros le hemos pedido que lo haga, es decir porque ha existido una petición a la que el Señor da respuesta. A veces sucedes que nos olvidamos a quien llamar para que nos dé una revelación, un mensaje, una palabra que nos ayude en nuestra situación y más allá,

Las sorpresas que tendríamos si conociéramos las cosas que Dios nos quiere contar, pues son realmente para nuestro beneficio, para sacarnos de cualquier situación difícil. Jeremías estaba preso y en situación difícil y si alguien lo visitaba era bueno, pero las palabras del Señor le darían aliento para seguir adelante en su misión. Dios quiere que sigamos en la vida que nos ha tocado vivir, que nos ajustemos a su voluntad y que cumplamos su misión.

Antes de llamarle, el Señor nos anima a hablarle. Algo sorprendente es que cuando alguien sabe nuestra dificultad y nos dice que le llamemos, inmediatamente pensamos que es porque nos quiere ayudar, y el Señor le da un mensaje a Jeremías que quería que le llamara para cuando necesitara algo pudiera tener respuesta.

Nosotros si le decimos a alguien que nos busque, que nos llame, que nos pida, es porque sabemos que podemos ser de ayuda a aquella persona, y que las peticiones o solicitudes podrán ser resueltas, es porque queremos ayudar y sabemos cómo.

¿Quién da el mensaje? El que da el mensaje no es cualquiera, no es hombre, aunque sabemos que puede ayudar su mensaje; es el Señor quien lo entrega y dice sus credenciales: es quien creo la tierra y le dio estabilidad, firmeza la puso donde debe estar, ni muy cerca que quemen ni muy lejos que se congele, de igual manera su mensaje nos consuela, fortalece y nos da firmeza y estabilidad creativa.

Los mensajes del Señor son precisamente para darnos estabilidad cuando estamos conscientes que lo necesitamos o, cuando no sintamos la necesidad. El mensaje nos lleva al puesto donde debemos estar, no solo en aspectos de necesidad material, sino también sentimental, moral y espiritual.
El mensaje que viene de otras personas, no siempre es de fortaleza que nos deberían de dar, aquí el rey que tenía que ser quien diera buen mensajes a Jeremías, lo tenía detenido en la prisión. Por esto el que mejor da mensajes es el Señor pues tiene un antecedente para hacer las cosas grandes.

¿A quién llamamos? Si nos preguntamos dónde estaba Jeremías cuando el Señor se le reveló, podríamos imaginarnos a quien quisiéramos llamar nosotros (algunos al llegar a la cárcel y hacer la llamada sería para alguien que nos quisiera ayudar un familiar, un amigo abogado, etc). El Señor dice llámenme a mí antes que a otro.

Esto debería ser algo urgente, llamarle, clamarle, pedirle, buscarle, pues es el único que nos puede decir lo que necesitamos saber en cada momento. Jeremías preso y quizás nublada su visión por la situación difícil, el sufrimiento de ver alrededor, lo que vendría para Judá, y no poder hacer nada, por esto lloraba, como cuando vemos que se hunden personas que amamos y no les podemos ayudar y desfallecemos, así necesitaba el profeta una palabra de fortaleza y consuelo que le devolviera la visión que llegara hasta el horizonte a través de las promesas.

Te explicaré cosas importantes y fortificadas. Que el Señor no solo nos diga las cosas importantes sino que nos explique, que nos enseñe lo que pasa o lo que vendrá, y nos haga saber o acceder a aquellas cosas que están ocultas (Heb. batsar), no porque no se ven sino porque están fortificadas.

Muchas cosas no pueden llegar a nosotros si no clamamos porque existe oposición para recibir su mensaje, pues no está a la vista, existen muros que no permiten que llegue a nosotros libremente, solo el Señor nos la puede hacer saber.

Las cosas grandes pueden ser en diferentes ámbitos y seguramente afecta lo personal, es decir que la revelación de Dios nos ayudará en nuestra propia vida, porque en situaciones difíciles nos anima, nos da perspectiva en la vida y las cosas que vivimos. El ámbito ministerial es importante pero el Señor primero mirará por nuestras necesidades personales, no dejará que arriesguemos la salvación por una carga ministerial que no podamos.

A Jeremías le revelaron todo lo que pasaría en Jerusalén, la cautividad, pero también la esperanza de sanidad, y la abundancia de paz y verdad para Judá. El beneficio personal se traduce en nuevas fuerzas, nuevos ánimos para seguir adelante caminando en fe, por las promesas que el Señor nos da en esa revelación.

La clave está en no perder la sensibilidad de la necesitad en todo momento, porque es así como somos impulsados a clamar, esa es una revelación de parte del Señor para Jeremías que no esperara a que el le llevara el mensaje sino que podía llamarle cuando le necesitara. También nosotros podemos clamar y así tener ventaja en todo, porque nos permitirá conocer cosas grandes y ocultas a otros.