lunes, 30 de abril de 2012

Desvaciándonos voluntariamente


Jer 48:11  Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado.
Jer 48:12  Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas, y romperán sus odres.
Jer 48:13  Y se avergonzará Moab de Quemos, como la casa de Israel se avergonzó de Bet-el, su confianza.
Jer 48:14  ¿Cómo, pues, diréis: Somos hombres valientes, y robustos para la guerra?
Jer 48:15  Destruido fue Moab, y sus ciudades asoladas, y sus jóvenes escogidos descendieron al degolladero, ha dicho el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.
Jer 48:16  Cercano está el quebrantamiento de Moab para venir, y su mal se apresura mucho.

Aunque la profecía es para Moab, es mucho lo que podemos aprender de ella, porque dice que se encontraban confiados, pero también el significado es estar campante lo que sugiere de la actitud de Moab, que les parecía que no les podía pasar nada porque siempre fueron librados, aun cuando pasó Israel por sus tierras. Podemos pensar en esa misma actitud de cristianos que parece que se estancaron no tanto en una situación buena, sino en una situación cómoda.

La sensación de autosuficiencia puede ser reforzada por no tener nada en contra y sin embargo vio a sus vecinos de Israel agitados en cantidad de batallas. El único que puede salir bien y terminar con victoria la vida no es el autosuficiente sino el que confía en el Señor; sin embargo cuando estamos tranquilos el Señor tiene que hacer algunas cosas que nos ayuden a salir de la confianza en nuestras propias fuerzas y pasar a la confianza en él. El estar lleno nos hace sentirnos fuertes, sentirnos de buen estado de ánimo, como valientes y seguros, sin embargo pareciera que estar lleno de nosotros mismos nos traerá consecuencias.

Con cual sabor y olor estamos. Nos cuesta entender que como personas tenemos cosas que nos hacen individuales y otras que están dentro del plan de Dios para cambiarlas hasta que lleguemos a tener su imagen y semejanza, por tanto si somos como él estaremos cumpliendo su plan. Así que mucho de lo que pensamos que son los mejores atributos en nosotros, llegan a ser las que nos pueden eliminar y el enemigo quiere hacernos pensar que por ellas somos lo que somos.

La comparación que aquí hace es con el vino pues era algo que ellos podían entender porque se dedicaban a esta actividad, y les dice que son como el vino con su sedimento que le da su sabor y la fuerza, el cual no ha cambiado desde su juventud dándoles su propio sabor y olor. Si nosotros tenemos el mismo sabor y olor desde jóvenes es como decir que no has existido cambios en ellos, que se quedaron como jóvenes. Si hacemos la comparación con el vino su primera etapa es con el jugo nuevo sacarle las impurezas, ramitas, cáscara, etc., luego una etapa de reposo para sedimentar, y es aquí donde se purifica, y por último se pasa a los odres para añejar. Quiere decir que no se puede añejar si no se ha fermentado, limpiado y quitado el sedimento.

Moab era añejo con todas sus impurezas, y esta es la condición del cristiano que no quiere cambiar, pero que sin embargo sigue en la iglesia, llevando una vida religiosa, queda con su propio sabor y olor, en lugar de mejorar empeora. Este es el proceso que ellos conocían que el producto con el tiempo tiene que cambiar, mejorar su sabor y olor, sin embargo ellos tenía su propio olor y sabor sin transformación. En el verdadero cristiano cuando pasa el tiempo y somos los mismos y no se ven los cambios, debería de haber preocupación en nosotros porque lo que está pasando como dice Jeremías: es que estamos reposados o tranquilos, cómodos, es decir sin sentirnos mal por no haber cambiado, esto nos debe debería dar temor pues a Moab le daban una profecía dura, de juicio, debemos aprender con solo mirar alrededor nuestro.

El problema de no vaciarse. No sé cuantas veces hemos sentido la sensación de estar vacíos y ese estado nos hace reaccionar a buscar algo que nos llene inmediatamente. Pues algo parecido es lo que el Señor les habla a este pueblo (aunque la profecía se cumplió en Moab), y también nos lo dice a nosotros. No nos imaginamos lo bueno que es vaciarse de manera voluntaria y darnos cuenta en esa sensación de vacuidad que necesitamos volver a llenarnos. A veces los procesos pueden no tan cortos y otras veces los acontecimientos son rápidos.

Existe una capacidad máxima que cada uno cree tener y que realmente se vuelve al menos en ese momento nuestro máximo, es decir tenemos una capacidad máxima en lo emocional, en lo físico, en nuestras capacidades y hasta en lo espiritual. El límite puede ser movido y depende del envase o del recipiente donde se contiene. Por eso si no somos vaciados no podremos llenarnos nuevamente, porque de repente sentimos que ya no podemos con muchas cosas, es ese el momento que tenemos que ser vaciados.

Pero si vemos como es que se vaciaba la vasija de vino nuevo, nos damos cuenta que era por decantación, es decir inclinándola, y esa es la figura nuestra cuando nos inclinamos suplicándole y podemos sacar lo que nos ha llenado, o al menos nos ha dado la sensación de una llenura desagradable. Si nos vaciamos voluntariamente entonces el Señor viene a llenarnos porque se da cuenta que estamos buscándole para que nos llene, porque al botar lo anterior es como decir que no nos sirve.

Este ejemplo lo vemos en Ana cuando no podía tener hijos y su rival (1Sam_1:6), Penina si los tenía y la irritaba, la enojaba y la entristecía, y su marido Elcana no encontraba forma que ella superara su esterilidad. Ana se pudo vaciar en Elcana pero no podía porque continuaba su malestar, hasta que lo hizo delante del Señor en el templo, donde inclusive el sacerdote Elí la tuvo por ebria. Ana se llenó de muchos sentimientos dañinos, y tenía que desvaciarse donde pudiera ser llenada nuevamente, y esto era en el templo delante del Señor, pues no podía hacerlo con su marido aunque quizá lo intentó. Vaciarse entonces se vuelve una obligación para el cristiano que quiere avanzar en este camino.

A qué se compara el vaciado obligado. Cuando el Señor hace que nos vaciemos lo que sucede es que somos obligados a inclinarnos y vaciarnos y no necesariamente con alguien que nos va a llenar. Por eso el Señor les dice que les enviaría trasvasadores porque ellos nunca habían sido vaciados ni tampoco habían estado en cautiverio. Aquí la palabra cautiverio viene de otra raíz hebrea “galá” que significa desnudar, revelar o descubrir o exilio o cautividad. Esto indica que nos están vaciando cuando somos desnudados, por esto es importante no llegar a esta crisis sino hacerlo voluntariamente.

El que era llevado cautivo salía sin nada y quedaba desnudo no tanto de ropa, sino de recursos, de fuerzas, de valor, de libertad, y hasta de sueños. Si estos son los síntomas que tenemos es porque el Señor quiere que nos vaciemos y que corramos a llenarnos de él. El cautivo quiere tener quien abogue por él, quien le ayude o le dé una palabra de aliento, porque la alegría se va, el canto no sale, y la esperanza se desvanece.

Mientras tengamos vasija y odre hay esperanza. Muchos podemos sentirnos llenos porque el proceso no ha sido el adecuado en nosotros, pero se nos olvida que si nos vaciamos voluntariamente hay esperanza, pues el recipiente está completo y puede seguir sirviendo. Este es el tiempo que el Señor nos da para que lo hagamos voluntariamente, de lo contrario tendremos problemas porque cuando quieren destruir la vasija y el odre es porque no nos interesamos en tener de Dios dentro sino cualquier cosa y sin seguir el proceso.

El proceso del Señor tiene ciclos diferentes, pues no permitirá que reposemos en nuestro sedimento, sino que nos vaciemos para quitar el sedimento y toda impureza, y aquí no aplica añejarse para mejorar, sino en la depuración y mejoramiento que hace la decantación o el vaciado.

Ser volteado o acostado o agobiado (cuando hay fuerza de resistencia), es un proceso que viene de afuera, es obligado, pero quizá la única forma viable, pero si es quebrada la vasija, el proceso termina. Los volteadores existen, porque aunque no los contraten se prestan a voltear al hermano con la intención de hacer daño, pues la vasija vacía es más fácil de quebrar, está más frágil, vulnerable, y es por eso que el Señor quiere que no nos pase como a Moab, sino que aunque el vacío es una sensación dura, o desesperante, que esa misma sensación nos haga buscar la Señor para ser llenados nuevamente.

Se puede decir que vaciarse es necesario cuando nos vamos llenando y el sedimento (el viejo hombre), le va dando el mismo sabor a todo, entonces debemos vaciarnos para que el Señor saque el sedimento y nos vaya limpiando. Pero el proceso de vaciado puede ser voluntario y obligado, este último muchas veces es para destrucción porque hay juicio, pero también puede ser para darnos una última oportunidad de que, en ese vacío busquemos a Dios que ya antes nos había llenado y esa experiencia nos hace buscarlo. El otro vaciado es al estilo de Ana, voluntario delante del Señor y este es el que nos cambia porque es sacado el sedimento (o chingaste como decían las abuelitas), que ya no sirve y eso viejo es eliminado.