martes, 21 de mayo de 2013

PONIENDO DILIGENCIA: REPARANDO GRIETAS


2Cr 24:4  Después de esto, aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová.
5  Y reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de Judá, y recoged dinero de todo Israel, para que cada año sea reparada la casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el asunto. Pero los levitas no pusieron diligencia.
6  Por lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio?
7  Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová.
8  Mandó, pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la casa de Jehová;
9  e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto. 10  Y todos los jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el arca hasta llenarla.
2Re 12:5  recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, y reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas. 6  Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo.
7  Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo. 8  Y los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo.
9  Mas el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa un agujero, y la puso junto al altar, a la mano derecha así que se entra en el templo de Jehová; y los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía a la casa de Jehová.

Un problema moderno es la falta de diligencia, esto también se le llama ser negligente, o perezoso para obrar rápidamente con los que nos toca cumplir. Los jóvenes están en buena edad para aprender y no sufrir por la falta de diligencia, pues hoy pareciera que no se ve esta necesidad pues se encuentran muchas excusas para no hacerlo, pues se dice que no hay oportunidades de trabajo, también que no vale la pena tanto esfuerzo para tan poco de ingresos, y aun otros piensan que no son los responsables de su bienestar, porque no existen condiciones de parte del estado.

En esta porción se nos habla de gente que estaba instituida en la obra de Dios, como era la tribu de Leví, quienes tenían el sacerdocio y el cuidado del templo, esto nos dice de personas con las capacidades y los atributos para realizar dicha obra, sin embargo se les pasaba por alto que la casa del Señor tenía grietas que había que reparar.

Cualquiera piensa que es lógico entender que una grieta no debe estar en nuestras casas, porque entonces cualquiera entraría sin nuestro consentimiento, nos robarían, aun correríamos peligro de perder la vida. A nosotros por esas grietas se nos escapa la bendición, los recursos, la seguridad, la paz, y si no hacemos nada podemos quedarnos solo lamentando la falta de bendición.

LA ORDEN DE DIOS Y DEL REY
En este pasaje queda clara la voluntad del rey de restaurar el templo del Señor, pero cualquiera que recibe la orden puede equivocarse pensando que venía solo del rey y decir que era únicamente voluntad humana, y como muchas veces no alcanzamos a ver más allá no podemos obedecer con facilidad, pues también era la voluntad de Dios. Así también se puede sentir que me están obligando quien tiene autoridad pero no alcanzamos a ver que hay otro arriba de esa autoridad.

La ley les obligaba a dar una ofrenda para restaurar el templo (Exo_30:11-16), pero quien tuvo que intervenir en el orden correcto fue el rey Joás, para que los sacerdotes y levitas actuaran, pues no lo estaban haciendo como debían; ese era parte de su oficio repara con sus manos para lo cual les daban los recursos del pueblo. Por esto como cabeza la primera obligación era del sumo sacerdote Joiada, luego los demás sacerdotes y levitas.

La cadena tiene doble sentido: de Dios que lo estableció como ley a través de Moisés, luego al rey que le correspondía velar por que se cumpliera, y después hasta el último levita, terminando en esa cadena con el pueblo que tenía que dar la ofrenda. Pero también puede venir en el otro sentido, esto quiere decir que si los levitas hubieran obrado con diligencia, aunque el sumo sacerdote no estuviera haciendo bien su labor no hubiera intervenido el rey, pero como ninguno hizo su labor tuvo que intervenir el rey Joás, y si este no lo hace queda en manos de Dios.

Nos cuesta entender esto, por ejemplo el hijo tiene que hacer las cosas que le piden y que conoce que son necesarias, si estudia tiene que por lo menos aprobar las materias cursadas, pero si es diligente tendrá notas sobresalientes. Cuando esto no se cumple le toca a sus padres actuar para que se restablezca esa obligación, para que los frutos lleguen en el futuro. En el servicio a Dios es lo mismo, la intervención llega para restablecer la diligencia.

CONSECUENCIAS DE NO OBRAR CON DILIGENCIA
El rey había dado una orden de restaurar la casa de Jehová, y llamó a los involucrados para que fuesen por las ciudades de Judá a recoger el dinero de todo Israel, esto permitiría que cada año se reparara adecuadamente. Habían grietas en la casa de Dios (2Re_12:5), pero los sacerdotes se había acostumbrado a ver la casa arruinada; así nos puede ocurrir a nosotros si ya no miramos las cosas que hay que arreglar y no ponemos diligencia, y decimos todavía que todas las cosas están bien, cuando si nos preguntan es para que podamos explicar y parte de esa explicación es que entendamos la necesidad y urgencia de esa obra. Si decimos que todo está bien no estamos dejando espacio para adquirir diligencia.

La realidad es que no pusieron diligencia en la orden que les fue dada por el rey, y pasó no sabemos exactamente cuánto tiempo pero de seguro más del necesario, entonces el rey llama al sumo sacerdote Joiada para reclamarle por la deficiencia. Esto es a primera vista penoso para Joiada pero en el fondo que nos llamen y nos digan lo que no va bien de lo que hacemos es a la larga bueno pues podremos corregir y buscar hacer cambios. A veces creemos que somos diligentes y no lo somos, sino que hay pereza o hay acomodamiento, estancamiento, nos sentimos bien como estamos.

El Señor no nos ha llamado a desempeñar un ministerio para que nos sintamos bien, o para tener beneficios, sino para hacer su obra en obediencia, por esto el rey Joás quita la responsabilidad a los sacerdotes a quienes les pagaban pero no avanzaban. Estaban trabajando por día y no por obra, y en el ministerio se debe trabajar por obra, para que todo esté hecho en su momento y seamos bendecidos.

Estos sacerdotes perdieron el privilegio de obrar con sus manos y tuvieron que darle esa labor a gente que lo haría sin poner reparo ni detenerse en la obra. Cuando no somos diligentes viene alguien mejor que nosotros a ocupar el lugar, y nosotros solo nos apartaremos y quizá después nos lamentemos, si es que hay espíritu. La bendición que viene por el obrar con nuestras manos se nos puede ir por negligencia, pues no depende de nuestra capacidad o inteligencia, porque al final se termina cediendo a la negligencia pues es más fuerte y no se puede soportar. En otras palabras podemos ser muy capaces o creernos muy inteligentes pero si no obramos oportunamente, seremos desplazados, ¡qué pena!

TRAIGAN LOS FIELES LA OFRENDA AL ARCA
El sumo sacerdote sabía que algo estaba pasando en esta labor, pues no había diligencia y quizá pensó en varias causas y hasta quizá que la ofrenda no era suficiente. Algo pasaba que no estaba bien, pues cuando los resultados no son buenos debemos de buscar las alternativas de solución de parte de Dios que nos permitan solucionar el problema. Conociendo que fue por negligencia y que aquellos quizá no hicieran bien la obra de recolectar la ofrenda, propuso la solución, y esta fue poner un arca con un agujero en la tapa en la entrada del templo, ya no tenían que ir al pueblo a recoger la ofrenda, lo más seguro que al mirar la negligencia de los levitas el pueblo no quería ofrendar esto les servía de excusa.

Pasar de impuesto u obligación a lo voluntario es una acción que vale la pena probar pues se llega a conocer la fidelidad del pueblo y de la gente que de verdad está en la obra del Señor, aquellas personas que no solo están de palabra sino que llegan a la acción real. Antes se enviaba a solicitar, hoy traerían al templo voluntariamente, apelando a la conciencia y a la fidelidad, más que a la obligación, pues era fácil saber quién tenía que pagar y si por censo supuestamente sería más factible.

El resultado fue grande pues se llenaba el arca y se volvía a llenar, esto nos habla que si el negligente es apartado o es restaurado se arregla el problema, pues el pueblo también estaba negligente para darle a Dios. Debemos pensar qué es lo que nos hace negligentes para escapar de ahí, pues el ocioso o negligente la pereza le hace caer en profundo sueño, que no le permite vivir su realidad, y esa alma negligente padecerá hambre, y el hambre es peligrosa porque puede llevar a hacer otras cosas para suplir la necesidad.

No es tiempo de dejarnos gobernar por esa potestad que no nos permite hacer lo que podemos hacer aunque no seamos expertos, pero algo viene a nuestra alma y nos detiene, ya sea en nuestro pensamiento, o en lo emocional, o aun incapacidades en el cuerpo que se oponen. Que el Señor nos libre de ser como aquellos sacerdotes que fueron apartados. Hay grietas en nuestra vida que hay que reparar pues somos templos de Dios, que las veamos claramente y que tengamos un sentido de urgencia para repararlas.