2Cr 24:4 Después de esto,
aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová.
5 Y
reunió a los sacerdotes y los levitas, y les dijo: Salid por las ciudades de
Judá, y recoged dinero de todo Israel, para que cada año sea reparada la casa
de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el asunto. Pero los levitas no
pusieron diligencia.
6 Por
lo cual el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le dijo: ¿Por qué no has
procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén la ofrenda que Moisés
siervo de Jehová impuso a la congregación de Israel para el tabernáculo del
testimonio?
7
Porque la impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Dios, y
además habían gastado en los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de
Jehová.
8 Mandó,
pues, el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera, a la puerta de la
casa de Jehová;
9 e
hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la ofrenda que
Moisés siervo de Dios había impuesto a Israel en el desierto. 10 Y todos los
jefes y todo el pueblo se gozaron, y trajeron ofrendas, y las echaron en el
arca hasta llenarla.
2Re 12:5 recíbanlo los sacerdotes, cada uno de mano de
sus familiares, y reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen
grietas. 6
Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los
sacerdotes las grietas del templo.
7 Llamó
entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los sacerdotes, y les dijo:
¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más el
dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo. 8 Y los
sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener el cargo de
reparar las grietas del templo.
9 Mas
el sumo sacerdote Joiada tomó un arca e hizo en la tapa un agujero, y la puso
junto al altar, a la mano derecha así que se entra en el templo de Jehová; y
los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía
a la casa de Jehová.
Un problema moderno es la falta de
diligencia, esto también se le llama ser negligente, o perezoso para obrar
rápidamente con los que nos toca cumplir. Los jóvenes están en buena edad para
aprender y no sufrir por la falta de diligencia, pues hoy pareciera que no se
ve esta necesidad pues se encuentran muchas excusas para no hacerlo, pues se dice
que no hay oportunidades de trabajo, también que no vale la pena tanto esfuerzo
para tan poco de ingresos, y aun otros piensan que no son los responsables de
su bienestar, porque no existen condiciones de parte del estado.
En esta
porción se nos habla de gente que estaba instituida en la obra de Dios, como
era la tribu de Leví, quienes tenían el sacerdocio y el cuidado del templo,
esto nos dice de personas con las capacidades y los atributos para realizar dicha
obra, sin embargo se les pasaba por alto que la casa del Señor tenía grietas
que había que reparar.
Cualquiera
piensa que es lógico entender que una grieta no debe estar en nuestras casas,
porque entonces cualquiera entraría sin nuestro consentimiento, nos robarían,
aun correríamos peligro de perder la vida. A nosotros por esas grietas se nos
escapa la bendición, los recursos, la seguridad, la paz, y si no hacemos nada
podemos quedarnos solo lamentando la falta de bendición.
LA ORDEN DE DIOS Y DEL REY
En este
pasaje queda clara la voluntad del rey de restaurar el templo del Señor, pero
cualquiera que recibe la orden puede equivocarse pensando que venía solo del
rey y decir que era únicamente voluntad humana, y como muchas veces no
alcanzamos a ver más allá no podemos obedecer con facilidad, pues también era
la voluntad de Dios. Así también se puede sentir que me están obligando quien
tiene autoridad pero no alcanzamos a ver que hay otro arriba de esa autoridad.
La ley les
obligaba a dar una ofrenda para restaurar el templo (Exo_30:11-16), pero quien
tuvo que intervenir en el orden correcto fue el rey Joás, para que los sacerdotes
y levitas actuaran, pues no lo estaban haciendo como debían; ese era parte de
su oficio repara con sus manos para lo cual les daban los recursos del pueblo.
Por esto como cabeza la primera obligación era del sumo sacerdote Joiada, luego
los demás sacerdotes y levitas.
La cadena
tiene doble sentido: de Dios que lo estableció como ley a través de Moisés, luego
al rey que le correspondía velar por que se cumpliera, y después hasta el
último levita, terminando en esa cadena con el pueblo que tenía que dar la
ofrenda. Pero también puede venir en el otro sentido, esto quiere decir que si
los levitas hubieran obrado con diligencia, aunque el sumo sacerdote no
estuviera haciendo bien su labor no hubiera intervenido el rey, pero como
ninguno hizo su labor tuvo que intervenir el rey Joás, y si este no lo hace
queda en manos de Dios.
Nos cuesta
entender esto, por ejemplo el hijo tiene que hacer las cosas que le piden y que
conoce que son necesarias, si estudia tiene que por lo menos aprobar las
materias cursadas, pero si es diligente tendrá notas sobresalientes. Cuando
esto no se cumple le toca a sus padres actuar para que se restablezca esa
obligación, para que los frutos lleguen en el futuro. En el servicio a Dios es
lo mismo, la intervención llega para restablecer la diligencia.
CONSECUENCIAS DE NO OBRAR CON DILIGENCIA
El rey
había dado una orden de restaurar la casa de Jehová, y llamó a los involucrados
para que fuesen por las ciudades de Judá a recoger el dinero de todo Israel,
esto permitiría que cada año se reparara adecuadamente. Habían grietas en la
casa de Dios (2Re_12:5), pero los sacerdotes se había acostumbrado a ver la casa
arruinada; así nos puede ocurrir a nosotros si ya no miramos las cosas que hay
que arreglar y no ponemos diligencia, y decimos todavía que todas las cosas
están bien, cuando si nos preguntan es para que podamos explicar y parte de esa
explicación es que entendamos la necesidad y urgencia de esa obra. Si decimos
que todo está bien no estamos dejando espacio para adquirir diligencia.
La
realidad es que no pusieron diligencia en la orden que les fue dada por el rey,
y pasó no sabemos exactamente cuánto tiempo pero de seguro más del necesario,
entonces el rey llama al sumo sacerdote Joiada para reclamarle por la
deficiencia. Esto es a primera vista penoso para Joiada pero en el fondo que
nos llamen y nos digan lo que no va bien de lo que hacemos es a la larga bueno
pues podremos corregir y buscar hacer cambios. A veces creemos que somos
diligentes y no lo somos, sino que hay pereza o hay acomodamiento,
estancamiento, nos sentimos bien como estamos.
El Señor
no nos ha llamado a desempeñar un ministerio para que nos sintamos bien, o para
tener beneficios, sino para hacer su obra en obediencia, por esto el rey Joás
quita la responsabilidad a los sacerdotes a quienes les pagaban pero no
avanzaban. Estaban trabajando por día y no por obra, y en el ministerio se debe
trabajar por obra, para que todo esté hecho en su momento y seamos bendecidos.
Estos
sacerdotes perdieron el privilegio de obrar con sus manos y tuvieron que darle
esa labor a gente que lo haría sin poner reparo ni detenerse en la obra. Cuando
no somos diligentes viene alguien mejor que nosotros a ocupar el lugar, y
nosotros solo nos apartaremos y quizá después nos lamentemos, si es que hay
espíritu. La bendición que viene por el obrar con nuestras manos se nos puede
ir por negligencia, pues no depende de nuestra capacidad o inteligencia, porque
al final se termina cediendo a la negligencia pues es más fuerte y no se puede
soportar. En otras palabras podemos ser muy capaces o creernos muy inteligentes
pero si no obramos oportunamente, seremos desplazados, ¡qué pena!
TRAIGAN LOS FIELES LA OFRENDA AL ARCA
El sumo
sacerdote sabía que algo estaba pasando en esta labor, pues no había diligencia
y quizá pensó en varias causas y hasta quizá que la ofrenda no era suficiente.
Algo pasaba que no estaba bien, pues cuando los resultados no son buenos
debemos de buscar las alternativas de solución de parte de Dios que nos
permitan solucionar el problema. Conociendo que fue por negligencia y que
aquellos quizá no hicieran bien la obra de recolectar la ofrenda, propuso la
solución, y esta fue poner un arca con un agujero en la tapa en la entrada del
templo, ya no tenían que ir al pueblo a recoger la ofrenda, lo más seguro que
al mirar la negligencia de los levitas el pueblo no quería ofrendar esto les
servía de excusa.
Pasar de
impuesto u obligación a lo voluntario es una acción que vale la pena probar
pues se llega a conocer la fidelidad del pueblo y de la gente que de verdad
está en la obra del Señor, aquellas personas que no solo están de palabra sino
que llegan a la acción real. Antes se enviaba a solicitar, hoy traerían al
templo voluntariamente, apelando a la conciencia y a la fidelidad, más que a la
obligación, pues era fácil saber quién tenía que pagar y si por censo
supuestamente sería más factible.
El
resultado fue grande pues se llenaba el arca y se volvía a llenar, esto nos
habla que si el negligente es apartado o es restaurado se arregla el problema,
pues el pueblo también estaba negligente para darle a Dios. Debemos pensar qué
es lo que nos hace negligentes para escapar de ahí, pues el ocioso o negligente
la pereza le hace caer en profundo sueño, que no le permite vivir su realidad, y
esa alma negligente padecerá hambre, y el hambre es peligrosa porque puede
llevar a hacer otras cosas para suplir la necesidad.
No es
tiempo de dejarnos gobernar por esa potestad que no nos permite hacer lo que
podemos hacer aunque no seamos expertos, pero algo viene a nuestra alma y nos
detiene, ya sea en nuestro pensamiento, o en lo emocional, o aun incapacidades
en el cuerpo que se oponen. Que el Señor nos libre de ser como aquellos
sacerdotes que fueron apartados. Hay grietas en nuestra vida que hay que
reparar pues somos templos de Dios, que las veamos claramente y que tengamos un
sentido de urgencia para repararlas.